Una vez más, ahora desde Nueva York, el hijo pródigo de Manacor desató la euforia y el orgullo de todos los españoles (y de todos sus seguidores alrededor del mundo, que se cuentan por millones). No solo porque impuso sus credenciales en la más reciente edición del US Open –en un partido de casi cinco horas contra Daniil Medvédev, el  tenista ruso de veintitrés años y un metro noventa y ocho de estatura–, sino también porque, tras este triunfo, Nadal cierra una temporada increíble: ganó el Roland Garros, fue semifinalista en Wimbledon y finalista en Australia, lo que lo ha llevado a pisarle los talones a Novak Djokovic en la lucha por el número uno mundial.

Pero tal vez lo más importante de este nuevo trofeo es que significa su decimonoveno Grand Slam, lo que lo pone a solo un trofeo de igualar al suizo Roger Federer, quien posee el récord histórico de veinte majors; un objetivo muy viable si se tiene en cuenta que Federer tiene ya treinta y ocho años, y Nadal, treinta y tres.

Con lágrimas de alegría y emoción, el de Manacor dijo sobre su victoria: “He sufrido mucho y el final ha sido agónico. Medvédev ha peleado como un campeón y ahora todos saben por qué es el número cuatro del mundo”. Luego, aprovechó para agradecer a la afición por su apoyo: “Es una de las noches más emocionantes de mi carrera. Significa mucho ganar un cuarto título aquí y alcanzar a mitos como McEnroe. Gracias a todos aquellos que me han apoyado en los buenos y en los malos momentos”, dijo, emocionado ante el público que asistió al estadio Arthur Ashe, donde se encontraban su madre, Ana María Parera; su hermana, María Isabel Nadal; y su novia de toda la vida, Mery Perelló, con quien lleva catorce años de relación.

Amor de juventud

En 2005, luego de que un Nadal de diecinueve años ganase su primer Roland Garros, se confirmó un secreto a voces: la joven figura del tenis español tenía novia, se llamaba María Francisca Perelló –Mery, para los amigos–, era dos años menor que él y, en ese entonces, era estudiante de Dirección de Empresas. Desde entonces, la pareja se ha dejado ver en múltiples ocasiones –en torneos, premiaciones, vacaciones–, pero, a pesar de ello, nunca tuvieron especial interés en hablar sobre su relación con la prensa.

Para los medios españoles, una de las características más acentuadas de Nadal y Perelló –a lo largo de estos catorce años– ha sido su discreción y hermetismo. ¿La razón? Según fuentes cercanas al círculo íntimo del tenista, él no desea que trasciendan detalles sobre su vida privada, ni mucho menos de su relación amorosa, pues para Nadal lo único relevante para el público son “temas estrictamente deportivos”.

Sin embargo, hubo una excepción: las únicas declaraciones que brindó Perelló y se hicieron públicas fueron las que concedió al escritor y periodista británico John Carlin para la biografía de Nadal, titulada “Rafa, mi historia”, en la que contó algunos aspectos de su relación con el tenista. “Viajar juntos a todas partes no sería bueno ni para él ni para mí. Rafa necesita su espacio cuando está compitiendo, y la idea de estar allí todo el tiempo, preocupada por sus necesidades, me estresa. Si lo siguiera allí donde va, creo que habría peligro de que nos dejáramos de portar tan bien”, reveló Perelló.

Por ello, debido a que la pareja es bastante prudente sobre su relación, no es extraño que a mitad de febrero de este año –cuando la prensa española publicó que la pareja decidió comprometerse durante un viaje que hicieron a Roma en la primavera de 2018–, Nadal mostrara su incomodidad con los medios de comunicación cuando le preguntaron detalles acerca de esta noticia. “No voy a contar nada, ya me ha molestado bastante que la boda haya salido en la prensa… ¿Quieres preguntarme sobre la boda, ¿verdad? Entiendo que hagáis vuestro trabajo, pero no voy a decir nada”, dijo el tenista en aquella oportunidad al “Diario de Mallorca”.

Boda a la mallorquina

A pesar de las precauciones de la pareja, durante las últimas semanas, el diario español “Última Hora” reveló que la pareja habría decidido casarse el próximo 19 de octubre en la finca de Sa Fortalesa –un bello recinto amurallado originario del siglo XVII que posee vías de acceso por mar y  tierra–, ubicada en la localidad mallorquina de Pollença, a donde llegarían alrededor de quinientos invitados.

Además de la fecha y el lugar, se han revelado algunos personajes que estarían invitados a la boda, entre los que se encuentran el rey emérito Juan Carlos I y la reina Sofía, los tenistas españoles Feliciano López y Fernando Verdasco, el excapitán de la selección española de fútbol, Iker Casillas, y su esposa, Sara Carbonero, entre otros; a los que se sumarían los deportistas españoles Pau Gasol y Carlos Moyá, quienes aún no habrían confirmado su asistencia.

Asimismo, se comenta que Perelló ha contactado a la modista catalana Rosa Esteva, de la firma Cortana, para la confección de su vestido. También se dice que el menú de la boda estaría a cargo de Quique Dacosta, chef español con tres estrellas Michelin, que prepararía dos menús: el primero, basado en carnes, pescados, sopa de paté y platos mallorquines para los asistentes; y el segundo, con potajes elaborados con verduras y platos saludables que cumplan la estricta dieta de un deportista de élite como Nadal. Aunque la pareja no se ha pronunciado acerca de este tema, la prensa extranjera da por seguro que Rafa –debido a su próximo matrimonio– no participará en el Master 1000 de Shanghái, que se disputará entre el 6 y 13 de octubre, con lo que se espera que su próxima participación se dé en la Copa Masters de Londres, programado para la segunda semana de noviembre. A un paso del altar, Nadal parece disfrutar del placer inmaterial del éxito: la felicidad.