El genio de Úbeda ha sido operado tras sufrir un derrame cerebral al caer del escenario durante un concierto en Madrid el día que cumplió 71 años. Mientras esperamos su pronta recuperación, recordemos esta entrevista que nos brindó en 2015 en su piso en Madrid. Joaquín Sabina nos habló de sus inicios, sus pasiones y algunas pinceladas de la actualidad mundial de aquel entonces que no han perdido vigencia.
Por: Gonzalo “Sayo” Hurtado
Ni bien sale uno de la estación del metro Tirso de Molina, a pocos metros se halla la esquina de la calle Relatores, donde el edificio con el número 22 alberga en los pisos 3 y 4 el personalísimo bunker del genio de Úbeda. El barrio luce apacible y taciturno a pesar de hallarse tan cerca del bullente y variopinto Lavapiés, hogar de una pujante clase migrante.
Tras un viaje de aproximadamente ocho horas en bus desde San Sebastián, donde accedí gustoso a romper la agenda de cobertura del famoso Festival de cine para realizar esta entrevista, un reconfortante desayuno en la misma plaza fue el preámbulo para el esperado encuentro. Me recibieron con gran amabilidad Lena –la manager de Joaquín y antigua compañera de facultad en la Universidad de Lima- y Jimena, la también limeña novia de Joaquín, a quien no veía por lo menos en 15 años.
El dúplex, en el que no faltan -sino más bien sobran- motivos y artesanía latinoamericana, libros por doquier, piano, botellas de pisco y hasta un par de trajes de luces, no podría verse más acogedor. Joaquín aparece y a sus 66 años no luce nada mal, si tenemos en cuenta su pasado bohemio y su intenso devenir. Una cañita de cerveza para ambos es ideal para romper el hielo, aunque Joaquín no resiste la tentación de pedir también un caballito de tequila para beber al estilo mexicano.
Aparte de cantautor tú eres periodista, una faceta tuya que no es muy comentada…
Yo he sido casi de todo en mi vida, y es verdad, he sido periodista, pero ahora lo soy en verso. Llevo ya unos años escribiendo una vez a la semana y, últimamente, una vez al mes en una revista llamada Tinta libre, unas crónicas políticas y sociales en sonetos o en verso. ¿Por qué en verso? Porque con lo de moda que está el hip-hop y el rap, uno oye unas cosas de gentes que nunca en su vida han leído nada y que creen que pueden rimar cualquier cosa. Entonces, yo quiero aportarles un poco de disciplina en su forma de contar la realidad. Mucho antes de eso, cuando estaba en la mili, fui periodista y me presenté en un periódico mintiéndoles, diciéndoles que tenía la carrera. No me pidieron documentación ninguna y estuve ahí un año escribiendo de cualquier cosa.
En esos años de tu juventud, España vivía tiempos turbulentos por el franquismo. ¿Te considerabas un anarquista?
Yo siempre digo que tengo un corazón anarquista, lo que pasa es que también tengo la cabeza y la cabeza con el anarquismo como que muchas veces no puede ponerse de acuerdo. Pero, es cierto. Yo venía del franquismo más profundo. Mi padre era policía y mi familia ultracatólica. Mi pueblo era tremendamente conservador y por eso me fui primero a Granada y conecté con los sectores más antifranquistas que encontré, y luego me exilié a Londres. Pero…. ¿yo anarquista? Sólo el corazón.
Durante tu exilio en Londres llegaste a tocar para George Harrison…
Bueno, no es que yo toqué para él porque me contratase. Lo que pasa es que yo trabajaba en un restaurante mexicano, usaba un sombrero mexicano y cantaba canciones mexicanas por entre las mesas. Era un restaurante al que iban a veces a cenar algunos famosos y ahí apareció él. Era el cumpleaños de George Harrison y nosotros teníamos un truco: le cantábamos muy fuerte y muy mal al oído para que nos diera dinero y nos echara rápido. Eso fue lo que hicimos y me dio 5 libras que conservé durante tres ó cuatro años hasta que el estómago me pidió comprar algo de comer.
Tu primera gira promocional en Perú fue en diciembre de 1994…
Eso te acordarás tú, porque yo la verdad, me acuerdo regular (risas)
¿Ese fue tu primer viaje a Perú o ya habías visitado el país anteriormente?
Yo estuve una vez en Perú para enterarme un poquito de lo que pasaba. No fue ni gira promocional ni nada, fui a conocer mucho antes de enamorarme de la bellísima chica con la que duermo hace 15 años. Lima, por alguna extraña razón, conectó con mi forma de ser. Yo creo que es porque se parece mucho a Madrid y porque la gente es muy hospitalaria. Madrid y Lima son de las pocas ciudades en el mundo donde después de conocer a alguien unas cuantas horas en un bar, te invita a quedarte en su casa, cosa que no pasa ni en ninguna otra ciudad española ni del mundo. Sé que hablo de un sector limitado de la clase media limeña, pero que le vamos a hacer.
¿Antes de este viaje tu primer puente con el Perú fue César Vallejo?
Absolutamente. Cuando yo estaba en la Universidad de Granada, me emborraché literalmente de Vallejo y Neruda. Además, había dos sectores muy enfrentados: los vallejianos y los nerudianos. Yo, aunque me considero muy vallejiano, no veía razón a ese enfrentamiento porque en verdad me agradan los dos. Me sigo sabiendo a Vallejo prácticamente de memoria y ese cholo triste me toca el corazón con su modo de retorcerle el cuello al lenguaje. Nadie lo ha hecho como él.
No es el único literato peruano que te ha tocado fibra. También te han influido Bryce Echenique y Mario Vargas Llosa…
Soy muy amigo de Mario Vargas Llosa. Cenamos con frecuencia y nos vemos porque yo a los amigos no les pido ni la procedencia ni carnet de partido político ni nada parecido. También soy muy amigo y casi hermano de Alfredo Bryce y ahora lo soy de Vargas Llosa y de muchos peruanos conocidos y no conocidos. Una vez me encontré al embajador peruano en un restaurante en Madrid y vino a saludarme. “Yo soy el embajador peruano” – me dijo, “Y yo también” – le respondí.
Últimamente, el tema de la separación de Vargas Llosa y su relación con Isabel Preysler le ha dado de comer a la prensa del corazón….
No voy a opinar de eso, entre otras cosas, porque soy muy amigo de él y de su ya ex mujer. Así que si él dice tantas veces que su vida privada es su vida privada, yo lo tengo que respetar.
¿Qué otras cosas sientes que te atan al Perú muy aparte de Jimena y la literatura?
Bueno, acabas de entrar a mi casa y lo primero que has visto son dos peruanas. Esta casa siempre está llena de peruanos, pasan muchos por aquí y yo estoy muy contento de ello. Luego, a través de esa especie de fascinación que he tenido por el Perú –no sé por qué-, me puse a leer toda la literatura peruana, todo sobre su historia política. La semana pasada me leí los cuatro últimos libros que salieron sobre Sendero Luminoso. Y sí, me interesa mucho el Perú. Yo considero que tengo un trozo de corazón muy peruano. Me gusta mucho su maravillosa cocina, el modo tertuliano de los peruanos me agrada porque se parece mucho al español. No he conocido ningún lugar como España y el Perú donde las personas empiezan hablando de su país diciendo que les parece una mierda (Risas).
Antes de tu primer concierto en Lima en marzo de 1995 no eras muy conocido por los peruanos, pero si en otros países como Argentina, Chile o México. ¿Es cierto que apostaste con el empresario Jorge Ferrand a que llenabas el Muelle Uno en aquella ocasión? (y así fue).
La noche que conocí a Jimena también conocí el maravilloso bar La Noche de Barranco. Ahí empecé a hablar con mucha gente y vi que era mi gente. Jorge Ferrand tenía muchas dudas sobre el concierto y yo le dije que lo podía llenar. No era autocomplacencia ni vanidad. Era olfato. Cómo iba a saber que llegaba a un país en el que iba a hacer rápidamente tantos amigos.
Mucha gente te pone en un mismo horizonte con Ricardo Arjona (opinión que no comparto). ¿Qué piensas de ello?
Me lo han preguntado millones de veces y casi siempre para atacar a Arjona. Él es mi amigo, lo respeto y lo quiero y yo de mis amigos no hablo mal nunca. Él ha estado en esta casa. Incluso me ha escrito hace poco diciendo que quiere grabar una canción conmigo y yo le he dicho que sí. Mucho respeto para todo el que se gana el pan decentemente encima de un escenario a hacer lo suyo. Y si él tiene influencias mías, que las reconoce siempre, yo tengo tremendas influencias de gente como Leonard Cohen, Bob Dylan o Tom Waits.
¿Con que artistas sientes mayor cercanía?
Personalmente, mi amigo del alma es Serrat. No en vano hemos hecho 2 giras interminables por varios continentes y hemos terminado riéndonos como nunca en la vida. Es más, anoche vino a cenar aquí. Aparte de Serrat tengo otros amigos que tal vez no sean muy conocidos en Perú como el compositor Javier Ruibal. También lo soy de Miguel Ríos, que se ha retirado de la música hace poco. Pero ya te digo, yo no elijo a mis amigos porque sean buenos cantantes, yo los elijo sobre todo porque sean buenas personas. También te puedo nombrar a Silvio Rodríguez y a Pablo Milanés que es prácticamente mi hermano. Cada vez que viajo a Cuba nos juntamos a cenar y también les recibo aquí que es su casa.
Serrat y tú también comparten el gusto por la fiesta brava y no es algo que todos entiendan.
Con gran escándalo de una parte importante de mi público. Mira, hablábamos antes del corazón y el cerebro. Si tú vas al Museo del Prado y quitas todos los cuadros que tienen que ver con lo taurino, quitas casi todo Goya y mucho Picasso, mucho Romero de Torres y mucho Zuloaga. En Literatura es igual, no se puede prescindir de Lorca. En fin. Yo de todas las cosas en las que me eduqué de pequeño, la única que conservé es el amor por las corridas de toros, que ahora están muy devaluadas por el cuidado genético que han tenido con ese animal que ya no es tan fiero como era antes.
Yo entiendo perfectamente a los antitaurinos. Solo digo que cómo sé que se van a prohibir las corridas antes o después, por mientras yo voy a ir todas las tardes que pueda porque me gustan mucho. Y que no sean tan agresivos porque un día que fuimos Serrat y yo a Barcelona a ver a José Tomás, no solo nos llamaban asesinos, sino que hicieron una pira con nuestros discos y los quemaron (Risas).
Te encanta el ritual de la sobremesa, pero ¿pierdes a menudo el apetito y el sueño?
El apetito suelo perderlo demasiadas veces porque el estómago lo tengo bastante fastidiado y, sin embargo, algo que yo disfruto mucho es la sobremesa con los amigos a pesar que el apetito lo tengo jodido. Una vez me fui a Lima a la boda de un hermano de la Jime. Fuimos solo por eso y al final no pude ir. Tuve un ataque de insomnio tan brutal que pasé 4 días enteros sin dormir. Nunca estuve tan desesperado.
Me tuve que pasar esos días viendo por televisión el juicio a esta norteamericana que militaba en el MRTA, Lori Berenson, que lo pasaban prácticamente las 24 horas. ¡Y no pude ir a la boda! A veces tengo que recurrir a unas estupendas pastillas para dormir porque soy muy obsesivo, y si estoy escribiendo una canción puedo estar tres días sin dormir, o si estoy dibujando me pasa igual. Entonces, como tengo 66 años cumplidos, el médico me ha dicho que levante un poco el pie del acelerador, y si no tomara esas pastillas, no podría dormir de ninguna manera.
¿Tienes algún lugar predilecto para ir a comer?
Bueno, digamos que la Jime, que es la comilona de la casa y la que sabe de buena comida, me lleva a sitios maravillosos, no solo en España porque Gastón Acurio tiene restaurantes en todo el mundo y siempre los buscamos en Chile, Argentina, Nueva York y aquí en España. Con esto no quiero decir que no me gusten los restaurantes de barrio, que de hecho los disfruto mucho. A mí lo que más me gusta son las calles y los bares, pero a veces no me dejan disfrutarlos por los selfies. Desde que los inventaron, creo en la pena de muerte para quien los inventó.
El barrio en el que vives se ve tranquilo. ¿No tienes problemas con el tema de los fans?
Yo siempre he hecho vida de barrio, pero aquí como que me dejan más tranquilo porque llevo viviendo en él 30 años. Yo he tenido varias casas, pero siempre en el mismo barrio. Desafortunadamente, hay mucha gente para la que no eres el cantante tal, que tiene un nombre, sino, un famoso. Y yo no lo soy y no he querido serlo nunca. Una de mis fantasías sexuales es ser el hombre invisible y la mayor parte del tiempo no me dejan serlo. Por eso, al momento de escribir un disco nuevo me voy a ciudades donde nadie me conozca. La última vez me fui a Praga, aunque había muchos turistas españoles que tomaban selfies. En Lima me dejan completamente en paz. ¡Es fantástico! Puedo ir a cualquier sitio tranquilamente, a no ser que sea el bar La Noche después de un concierto. Pero si no hay un concierto y me voy con la Jime a pasear, no hay problema.
Pongamos que hablo de Madrid se ha convertido en el himno de la ciudad, pero en el tiempo la última estrofa cambió de “…aquí no queda sitio para nadie…” a “…aquí viví, aquí quiero quedarme…”
Lo que pasa es que cuando compuse la primera versión yo era un cateto andaluz con maleta de cartón que veía que los edificios eran muy altos. En la segunda versión, yo sentía que Madrid me había dado tanto y que me había dado un sitio tan grande que yo no podía seguir diciendo eso, a pesar de lo que dijeran mis paisanos andaluces que, de hecho, se enfadaron mucho. Por eso hace años que he dejado de cantarla, porque ya no la siento como la sentía y ahora cuando quiero hablar de Madrid cantó: Yo me bajo en Atocha, que me gusta mucho más.
…también es curioso que al venir en el subte hacia acá, uno debe pasar por las estaciones Tirso de Molina, Sol, Gran Vía y Tribunal, como en el tema Caballo de cartón…
La gracia de esa canción es que cuando la escribí, todavía no había democracia y entonces La Gran Vía se llamaba avenida de José Antonio (en honor al falangista José Antonio Primo de Rivera). Yo le puse Gran Vía porque esa es la manera como la conocía la gente. Pero cuando la canción empezó a sonar, ya le habían cambiado el nombre de esa manera. Fue una coincidencia.
Cuando Alberto Fujimori era presidente, tú dijiste que no volverías a tocar en el Perú hasta que volviera la democracia.
…y luego el amor me dobló el pulso y fallé a mi palabra.
En esa ocasión (el año 2000) apareciste sorpresivamente en un homenaje a Lima promovido por el alcalde Alberto Andrade y en el que cantaste música peruana junto a Cecilia Barraza.
Yo a los amigos peruanos que me visitan aquí les cantó siempre valsecitos de allá. Recuerdo que en una ocasión después de los conciertos en Lima, cuando aún se podía ir al bar La Noche con dos guitarras a cantar y no pasaba nada, defraudé muchísimo a los peruanos porque esperaban que les canté rocanrol y canciones mías y les canté todo el repertorio de Chabuca Granda (Risas). Siempre me he enfadado mucho con el Perú porque creo que no han colocado a Chabuca en el lugar que le corresponde. Es decir, no hay grandes ediciones de sus discos, no hay libros estupendos sobre ella. Una vez fue tristísimo porque busqué a alguien de su familia para que me dijera que libros había o que colecciones de discos y ¡no había nada! Ahora hay más, pero hace 15 años estaba muy olvidada.
Cuando ella murió Raphael le dedicó una canción (Chabuca, limeña). ¿No te sentiste tentado a hacer lo mismo?
Bueno, yo en un disco que hizo hace poco María Dolores Pradera, cantamos juntos La flor de la canela. Además, yo he hecho un par de valsecitos muy a la manera de Chabuca. Incluso grabé con sus dos guitarristas un tema que todavía está inédito y que en algún momento publicaré.
Tus canciones suelen nutrirse de la actualidad mundial. ¿Qué opinas de imágenes tan impactantes como la del niño sirio que murió ahogado en las costas de Turquía?
Creo que la libre circulación de materias, mercados y negocios y la libre circulación de personas –que es para lo que se unió Europa-, para ser el reino de la libertad y la libertad, se está volviendo en algo atroz. Pero ya que me has preguntado sobre el tema, te quería mostrar este dibujo sobre ese momento, -responde con cierta melancolía Joaquín, quien se incorpora para acercar un gran cuaderno con dibujos de su autoría. La funesta escena está graficada ahí, pero el niño en lugar de evocar un cadáver, se siente en un reconfortante descanso y hago notar el detalle de la aureola de santidad que luce en la cabeza. -A ella también se lo he puesto ¿eh? – responde Joaquín señalando la página siguiente, donde una prostituta sentada con gesto de aburrida también ostenta tan angelical atributo.
En EE UU, Donald Trump ha hecho declaraciones virulentas contra los latinos y los musulmanes…
Para mí, Trump es un estúpido analfabeto que no me interesaría nada sino fuera porque su discurso racista anti latino y horroroso, y de exhibición de poderío económico está teniendo cada vez más eco en ese partido parafascista que es el republicano. Eso es lo que me preocupa: los que van a sus mítines y van a votar por él y que son muchos. Él es un idiota con el que no me tomaría una cerveza jamás, ni loco. Pero con algunas de sus mujeres, tal vez. (Risas)
…y ya que hablamos de mujeres, Freud dijo alguna vez que la monogamia es un hábito que el hombre ha adquirido en sociedad porque no es inherente a él, que el hombre es por naturaleza polígamo….
Yo creía que esa frase era mía, pero Freud me la robo (Risas). Estoy totalmente de acuerdo con ella. Si tú lees «El origen de las familias, la propiedad privada y el estado» de Engels, cófrade de Marx, explica como cuando la gente se asienta en una tierra y empieza la agricultura se vuelve interesante saber la paternidad de los hijos para determinar las herencias y todas esas cosas. De ahí viene la monogamia. Todos los hombres sabemos que esa no es nuestra naturaleza y la mayoría de las mujeres también. Lo que pasa es que las mujeres están más aplastadas por siglos de cultura. El año pasado, tanto en Canadá como en Cataluña, un instituto muy serio de encuestas se puso a encuestar sobre la paternidad. Cuando en el caso de Cataluña salió 45% y en el caso de Canadá casi el 60% arrojando que los hijos no eran hijos de los padres que creían que eran, escondieron los archivos y no dijeron nada. (Risas)
Es inevitable hablar del momento político en España. PODEMOS está ganando mucho espacio y eso parece atemorizar a muchos…
A mi miedo no me da eso. A mí me parece que hace tiempo hacía falta un revulsivo, una suerte de terremoto social. Parecía que los jóvenes y las clases populares estaban como anestesiadas, votando a Rajoy por mayoría absoluta. PODEMOS trajo eso, aunque primero fueron los indignados, con un movimiento que salió de las plazas y se propagó por todo el mundo. Esa es una buena noticia. Lo que ocurre es que pasar de las asambleas en las plazas vecinales y de barrio a hacer una campaña política, cambia mucho el lenguaje y las actitudes. Ahora gusta mucho ese discurso de “no somos ni de derecha ni de izquierda” y se van “socialdemocratizando” cada vez más. En cualquier caso, hay que felicitarse de que esté sucediendo eso, de que se agiten las aguas.
El dueño de una tasca en San Sebastián me dijo lo siguiente: “Yo no soy español, soy vasco, No Tengo nada contra España, pero el que un documento diga que soy español, es solo una circunstancia”.
Eso pasa mucho en el país vasco y en Cataluña. En esta última ciudad están llevando eso a una situación de esquizofrenia total. Ha habido unos aprendices de brujos que han ido alentando un sentimiento, que para mí, que tengo un ADN de izquierdas desde muy pequeño y que me he leído los clásicos, la izquierda siempre ha sido antinacionalista e internacionalista. Todas las guerras que ha habido en Europa –y que han sido muchas-, acabando con la de los Balcanes y la de Yugoslavia, han sido por nacionalismos.
Yo soy profundamente antinacionalista y antinacionalista español, así que cuidado. Creo en seres humanos libres e iguales, no creo en pertenencias a la tierra ni en fronteras ni en nada parecido, así que estoy radicalmente en contra del movimiento independentista catalán y vasco, que me parece una cosa de principios del siglo XIX. ¿Estamos en una Europa de romper fronteras y queremos crear nuevas? Por favor. En Cataluña está pasando una cosa muy grave que es –y lo hablamos con Serrat– una división de la sociedad. Te vas a cenar con tu cuñado y si estás contra la independencia tiendes a callarte y a no decirlo. Hay una suerte de exclusión porque no eres un buen catalán si no eres independentista.