Él, a los 20 años, luego de la muerte de su padre, se puso al frente del Grupo Néctar, y logró consolidar la cumbia peruana en el exterior. Ella es hija de una exreina de belleza y, luego de trabajar en reconocidas revistas de moda internacionales, dirige el área comercial de Miss Perú. Deyvis Orosco y Cassandra Sánchez de Lamadrid consideran que son una pareja de otra época, y en la siguiente entrevista hablan de lanzamientos musicales, donaciones en lugares de riesgo y cómo su relación se ha consolidado durante los largos meses de cuarentena.
Por Gabriel Gargurevich Pazos
Deyvis está acostumbrado a que la ecualización de sus emociones adquiera volúmenes de frecuencia a veces dolorosos, a veces felices, pero siempre intensos. Tenía solo 20 años cuando, en la madrugada del 13 de mayo de 2007, por la autopista 25 de Mayo, en el sur de Buenos Aires, el vehículo donde iba su padre, Jhonny Orosco, con los demás integrantes del Grupo Néctar, chocó contra un auto Fiat, se salió de la vía y estalló en llamas; todos los pasajeros de la camioneta murieron. Deyvis se puso entonces al frente de Néctar.
Con Jhonny Orosco, músico nacido en Ayacucho, empezó la historia de la banda. Jhonny emigró a la Argentina a finales de los ochenta, y trabajó como vendedor ambulante en Buenos Aires. En 1995, junto con los músicos Ricardo Hinostroza, Enrique Orosco, Juan Carlos Marchand, entre otros, fundó en la capital argentina el Grupo Néctar, dedicado a la música chicha, o fusión de ritmos tropicales y andinos. Jaime Bailón, profesor y comunicador de la Universidad de Lima, y autor del libro “Chicha Power”, dijo a BBC Mundo: “Cuando la agrupación se formó, la música chicha o la cumbia peruana era considerada como un género marginal. Pero con Néctar, una de las primeras bandas peruanas que tuvo éxito en el extranjero, cambia esta percepción y la cumbia nacional empieza a ser más aceptada por otros sectores sociales”.
“El arbolito” se convirtió en un himno de la cumbia peruana, y se sigue bailando hasta hoy, con el mismo fervor; lo mismo sucede con otros temas como “El baile de la cumbia”, “Ojitos hechiceros” y “Pecadora”. Después de la trágica muerte de su padre, en aquel fatídico accidente, Deyvis Orosco no dejó de trabajar día a día, logrando, en estos trece años, consolidar al Grupo Néctar a nivel nacional e internacional. Este 2020 se cumplen veinte años del lanzamiento de “Pecadora”, y Deyvis quiso hacer una versión especial, junto con su padre, como si él estuviese en vida. “Este es un reencuentro con papá a través de la tecnología”, dice. A la semana de su publicación en las plataformas digitales, llegó al millón de vistas en YouTube. La canción la produjo durante la pandemia.
“Las emociones se han movido más de lo que yo esperaba. Estábamos tranquilos aquí en casa, pero ahora me llaman los medios no solo de Perú, sino también de Colombia, Argentina, Bolivia y Ecuador”, explica Deyvis, mientras termina de mandar mensajes desde su computadora, en el estudio de grabación de su casa, al lado de Cassandra Sánchez de Lamadrid, su novia, con la que dice estar viviendo la etapa más linda de su vida. Cassandra es hija de Jessica Patricia Newton Sáez, empresaria y exreina de belleza peruana, directora de la Organización Miss Perú. Cassandra está a cargo del área comercial de Miss Perú. Y está perdidamente enamorada de Deyvis; y él de ella.
La pareja mira directamente a la cámara del teléfono de Cassandra, ubicado estratégicamente para darme una visión bastante justa de ellos y de lo que hay atrás: instrumentos musicales, guitarras, teclados, micrófonos… Ella, sentada a su lado, engancha su brazo con el de él, cómo si esa fuera la señal de que la entrevista por videollamada ha empezado de manera oficial. Ambos enseñan todos sus dientes.
–Esta nueva versión de “Pecadora” la hiciste en plena cuarentena… –le digo a Deyvis.
–Sí, era un tema que tenía pendiente. Soy de esos tipos que, por muy adversas que sean las circunstancias, siempre ve la manera de hacer algo. Como dice Cassandra, yo no puedo estar sin hacer nada.
–¿Eso tendrá que ver con el hecho de que te hiciste cargo del Grupo Néctar a tan corta edad?
–Nunca se me pasó por la cabeza ser el líder de Néctar. A los 14, 15 años, ya sabía que iba a vivir de la música, pero siempre tuve claro que construiría mi propia marca, mi propio producto. Lo dije en una charla TED: tuve que postergar mis sueños para asumir lo que la vida me ponía en ese momento, que era continuar con el legado.
–Cassandra, ¿encontraste en Deyvis a un hombre distinto?
–Yo vi a un hombre más real; a un hombre que había vivido y que no dejó que las adversidades modificaran su esencia; a un hombre que sabía exactamente adónde quería llegar a través del esfuerzo. Nos conocimos en un evento social, donde ninguno de los dos planeaba estar, algo que hasta ahora nos da mucha risa. Cuando lo conocí, y ahora lo hablo abiertamente, dije “este es el hombre que me gustaría tener al lado el resto de mi vida”. Yo he trabajado con Condé Nast, viendo el tema comercial de “Vogue” y “GQ”, y luego pasé a ser gerente comercial de Miss Perú; estaba acostumbrada a que la gente siempre tratara de mostrarte su mejor cara, o careta, o personaje; Deyvis, por el contrario, fue tan sincero, tan honesto… Fue como una bocanada de aire fresco.
–Te sentiste cómoda…
–Completamente. Sentí que podía ir y contarle cualquier cosa tranquilamente; una conversación de cinco minutos podía prolongarse por días, no dejaba de contarle cosas, hasta que le dije “mejor ya paro, ¡te estoy contando absolutamente todo!”. Era como si estuviésemos en una película…
–¿Hubo también admiración?
–No lo dudo; para que una pareja se consolide y sea fuerte, tiene que existir la admiración mutua… Cada vez que él hace algo me río y le digo “¿te estás dando cuenta de lo que acabas de hacer?”, “¿no te das cuenta de lo que acabas de ocasionar?”; y él no se da cuenta, es una persona tan humilde que a veces es como “no, pero es mi trabajo”, y claro, su trabajo es remecer, por ejemplo, una plataforma digital con una canción que no se escuchaba hace 20 años y que todo el mundo la está cantando ahora de nuevo. Son ese tipo de cosas las que me gustan de él…
–En una palabra, ¿cómo definirías a Deyvis?
–Real. Jamás te va a tratar de pintar algo que no es. Aunque las cosas se vean grises, se va a sentar contigo y… él tiene una frase: “No es qué dices, sino cómo lo dices”; siempre va a encontrar la mejor forma de hablar para aclarar alguna situación, nunca te va a hacer creer que algo está bien cuando no está bien.
–Deyvis, ¿tú buscabas la mejor manera de hablarle a Cassandra cuando la conociste en ese evento social?
–No, para nada, para nada –ríe–. Yo ya conocía a mi suegra, a la que hoy es mi suegra, Jessica, en ese momento, por el ambiente artístico… Yo siempre he sido muy hermético… Pero, ya ves, ahora estoy hablando en esta entrevista; debe ser porque nos sentimos cómodos y nos ha provocado compartir este momento lindo…
–Complicado ser real cuando la fama te rodea…
–La fama es efímera, así como el dinero… Entonces, el que se cree la película es el que va a ser el más afectado. Yo soy un artista que agradece todo lo que ha vivido al público; lo que no se puede perder es la esencia.
–¿Nunca perdiste la disciplina, Deyvis? ¿Nunca fuiste un músico bohemio y loco?
–¡Eso está difícil, está en el ambiente donde me muevo! –ríe–. Pero uno aprende… Siempre tuve claro que no quería ser como todo el mundo, y empecé a hacer las cosas bien… Y eso creo que viene de la formación en casa. Tengo defectos, claro, y cometoerrores, pero siempre he tratado que en mi trabajo vean lo mejor de mí.
–En estas épocas de pandemia estás haciendo labor social, ¿cierto?
–Eso se hizo público porque la información se filtró a la gente de prensa, que me ha visto crecer. Yo lo estaba haciendo de una manera discreta, como creo que se debe hacer ese tipo de labores… Por un lado, estaba muy agradecido de poder quedarme en casa, en esta pandemia; y, por otro lado, veía a mucha gente que necesitaba salir a la calle para poder comer, y eso me dio mucha tristeza, me hacía recordar algunos momentos que viví.
Cassandra me veía intranquilo, me preguntaba qué me pasaba, y yo sentía una lucha interna… Resulta que un lugar emblemático para la cumbia peruana, uno de los centros de espectáculos más populares de Lima, llamado El Huaralino, se convirtió en un Centro de Comando COVID-19. Decidí hacer una donación grande a los jóvenes enfermeros, a los doctores que ahora están trabajando ahí; comencé esa iniciativa con unos muchachos que están fabricando protectores faciales; luego decidí también ayudar a la gente de las calles, en los mercados, donde estaban los principales focos infecciosos…
–¿Regalabas mascarillas tú personalmente?
–Sí , en algún momento salí yo personalmente; sentí que esta pelea no la podía llevar a cabo como un hincha, sino como alguien que realmente está preocupado por la gente; así que estuve saliendo un tiempo; eso me dio la tranquilidad que necesitaba, que buscaba y, bueno, ahora estoy aquí en casa, trabajando…
–Eso debió de ser agotador emocionalmente, además de peligroso en términos sanitarios. ¿Cómo lo apoyaste, Cassandra?
–Era difícil, aunque hubiese estado ayudando a las personas a protegerse. Cuando alguien llega a casa después de una jornada intensa, lo normal es que abrace a sus seres queridos, que les dé un beso, pero eso ya no era posible en nuestro caso; antes de eso tenía que darse una ducha, cambiarse de ropa, cambiarse los zapatos, lavarse las manos…
Eso nos hizo pensar mucho en los doctores, las enfermeras, los policías, en todos los que tienen que ayudar a las personas en el día a día, y en el temor que debían sentir al llegar a su casa, pensando en la posibilidad de contagiar a un ser querido. En mí surgió un conflicto interior: por un lado, ¿quién era yo para privarlo de ir a ayudar a los demás?; por otro, tenía temor de que se contagiara. Pero tomamos las medidas necesarias de prevención y, a Dios gracias, todo salió bien.
–¿En estos tiempos has estado un poco más necesitada de afecto?
–Más que necesitada de afecto, me he dado cuenta de cómo a veces dejamos en un segundo plano las relaciones personales. Yo, por ejemplo, soy muy amiga de mi mamá, muy amiga de mi papá, de mi hermanita de 12… Siempre paraba a mil, en reuniones, en aviones, y, claro, me daba un tiempo para pasar cualquier día a darles un beso, un abrazo… Ahora, con esta pandemia, abrimos los ojos y reevaluamos nuestras prioridades. Algo similar le ha pasado a Deyvis. Valoramos más lo que tenemos. Deyvis ahora se ríe y dice “ya ves, ha sido bueno haber sido primero amigos, porque ahora tenemos muy buena comunicación y podemos contarnos de todo, con total confianza”. Por eso, para nosotros, es mucho más sencillo llevar la pandemia; ¡es como si nos hubiésemos estado preparando para ella!
–¿Quién de los dos es más necesitado de contacto físico?
–Todo es muy recíproco –dice él. Luego agrega con una sonrisa–: Aunque ella es muy cariñosa.
–Yo soy muy cariñosa –confirma Cassandra, riendo.
–Ella es muy cariñosa, la verdad, muy detallista, siempre se dice que las mujeres son más atentas a detalles como las fechas; si a mí se me pasa algo, trato de compensarlo con creces… Y, bueno, quien te habla… Yo ya no soy un chiquillo; soy un hombre que ha pasado por diferentes etapas en la vida. Ahora estoy pensando más en disfrutar de los momentos tan lindos que la vida nos está regalando; cuando el tiempo se va ya no regresa…
–¿Hay tiempo para bailar en este encierro?
–Sí. Yo cuando veo que está media… Que me quiere… Sí, yo soy muy ingenioso, siempre hay tiempo para bailar, la música no puede dejar de sonar; un día quieres escuchar una cumbia, un reguetón, al día siguiente una canción romántica; y a veces solo necesitas de un fondo musical para tomarte una copa de vino, para compartir.
–¿Bailan lento, Deyvis?
–Sí… Yo le he enseñado a bailar –ríe–. Ella estaba un poquito dura; ella era la ejecutiva, y el del swing era yo. Pero en la cuarentena se ha ido poniendo todo en su sitio y ya se soltó.
–¿Piensan ustedes tener un hijo próximamente?
–La verdad es que sí hablamos de esa posibilidad –dice ella–. Ahorita estamos disfrutando de un momento muy bonito, los dos estamos muy felices. Pero sí, lo hemos hablado y, Dios mediante, será más adelante.
–Lo primero que tenemos que esperar es que pase absolutamente todo –dice él–. Cada día que pasa nos vamos compenetrando más. Y, si Dios no da la bendición de que llegue, nosotros vamos a ser muy felices.
–¿Se consideran una pareja conservadora?
–Se podría decir que somos más como una pareja de antaño, como si fuéramos de otra época… Mi tío siempre dice que somos de otra generación.
–A nosotros nos gusta el paso a paso –dice ella–. Estamos felices, la verdad.
–¿Deyvis es el hombre de tu vida?
–Sí, yo diría que sí.
–Deyvis, ¿Cassandra es el amor de tu vida?
–Por supuesto.
–Cassandra, ¿cuántas veces te has enamorado, antes de estar con Deyvis?
–Te podría decir que nunca me había enamorado…
–Deyvis, ¿tú podrías decir lo mismo? ¿Antes de Cassandra no te habías
enamorado?
–He tenido relaciones muy, muy lindas que ya pertenecen al pasado…
–¿Pero lo que estás viviendo ahora no tiene comparación con nada de lo que has vivido antes?
–Mira, no quiero que lo que diga se pueda tomar a mal. Han pasado personas por mi vida, y lo último que yo quisiera es que alguien pueda hacer de un comentario… Lo que te puedo decir es que ahora estoy muy feliz. Siento que muchas etapas en mi vida han sido lindas, pero esta etapa es…
–Esta es la etapa –le digo.
–Es la etapa, sí– responde él, sonriendo.