La conductora de televisión y el excongresista de la República forman una de las parejas más mediáticas de la actualidad. Luego de casi cuatro años de relación, Brunella Horna y Richard Acuña buscan mantenerse a flote en plena crisis sanitaria, conceden su primera entrevista a profundidad a un medio de comunicación. Pasen y lean.
Por Mariano Olivera La Rosa / Fotos de Javier Falcón
¿Qué tienen en común un ampay, Johnnie Walker y WhatsApp? A simple vista nada, pero para Brunella Horna y Richard Acuña fueron los ingredientes que sazonaron el comienzo de su relación. Un mensaje de WhatsApp marcó el inició de todo. Era mayo de 2017; Brunella estaba en vivo en el programa que por aquel entonces conducía Rodrigo González ‘Peluchín’ en Latina. Poco tiempo antes había anunciado que se separaba definitivamente del empresario Renzo Costa. “Oye, flaca, ya para con los escándalos, pues. De esa manera no vas a llegar a ningún lado”, decía el mensaje. El remitente era Richard Acuña. “¡Qué confianzudo!”, pensó Brunella, “¿por qué me viene a decir algo así, si no lo conozco?”.
Richard: De frente le dije a César (su hermano mayor, que sí la conocía) “pásame su teléfono”. Ambos salíamos de un proceso bastante complicado a nivel personal. Vi que Brunella estaba en televisión y lo único que hice fue mandarle un mensaje. Ni hola le dije… Creo que ella lo tomó a mal… o tal vez no. Al poco tiempo empezamos a hablar.
Definitivamente algo te había llamado la atención en Brunella. Así nomás nadie se preocupa por una persona desconocida…
R: No puedo decir que me había conquistado su corazón. Me parecía guapísima, pero me dio la curiosidad de aconsejarla; ten en cuenta que soy padre. Me picó el bichito de dármelas de vivo, ¿no? Por ahí creo que me funcionó un poco para acercarme a ella.
¿Recuerdas qué le contestaste, Brunella?
Brunella: “Jajaja”.
R: Yo creo que se emocionó (risas).
B: Fue un “jajaja” nervioso porque no entendía por qué me había escrito. Le respondí en vivo. No podía responder más porque Peluchín me podía preguntar “¿quién te está hablando?”. A raíz de eso comenzamos a conversar; decíamos: “¿Cuándo nos vemos?”. Pasó como un mes.
R: Y no nos veíamos. Me acuerdo que Brunella, al principio, era un poco evasiva. Le decía: “Flaca, vamos a comer algo”. Y me decía “ya”… y, después, “no puedo”. A la tercera, le dije: “Flaca, dime la verdad; si no puedes, ya fue, tranquila, quedamos como patas”, y, obviamente, reaccionó. Dijo: “¡¿Cómo?!” (risas).
B: Recuerdo ese momento; fue un domingo. Me dijo: “Oye, flaca, ya mucho me estás choteando. ¿Te quieres reunir conmigo sí o no?”. Fuimos a un restaurante.
R: Ella llegó con una amiga (la ex ‘chica reality’ Ivana Yturbe) y yo con dos primos; para los Acuña, los mejores amigos son de la propia familia. Le pedí a Brunella que se sentara a mi lado. Estaba nerviosa, no habló mucho. Es de hablar mucho, pero ese día no.
B: No hablé nada.
R: Yo hablé todo el tiempo con su amiga.
B: Saliendo, ella me dijo, me acuerdo clarito: “Es el mejor hombre con el que podrías estar”. Ivana fue la Cupido de la relación.
R: Tal cual. Por eso le tengo un cariño especial.
¿Por eso llevaron a Beto da Silva al César Vallejo (el futbolista, flamante esposo de Ivana, fue contratado por el club que preside Richard Acuña luego de una discreta temporada en Alianza Lima)?
B: Nooo (risas).
R: Nooo… Yo no estuve en el matrimonio (entre Beto e Ivana); fue en nuestra casa de Trujillo. Soy una persona que trata de evitar relacionarse con los espectáculos; respeto el espacio de cada uno… A Brunella no le gusta que esté en política y yo respeto su trabajo y lo valoro al máximo, porque gracias a él se ha podido desenvolver y es la gran empresaria a la cual admiro, pero creo que muy poco hemos sabido interconectar ese tipo de situaciones que pueden significar relacionar a un personaje político con un personaje de la televisión.
Ustedes tardaron un tiempo en oficializar su relación, ¿cierto?
B: Siempre digo que un ampay nos unió. Un día, Ivana queda con él y le dice: “Oye, vamos a esta fiesta”.
R: Un día previo al Día del Padre; lo tengo clarísimo. La fiesta de Johnnie Walker.
B: Él llegó con sus primos; yo, con todas mis amigas de Pimentel, y allí nos ampayaron besándonos.
R: La pasamos lindo, bailamos… Tal vez compartimos más que nunca, y el lunes me llama alguien de la televisión. Nunca había salido en un medio de espectáculos. Me dice: “Richard, tienes un ampay”. Y lo primero que hicimos, en lugar de ir cada uno por su lado, fue hablar y decir: “¿Qué vamos a hacer juntos?”. Eso nos unió mucho.
¿El ampay fue de Magaly?
B: No, de Peluchín… Y yo, en ese momento, estaba trabajando en Latina.
Tú pasaste la voz (risas).
B: A él le llegó la información de que lo había sembrado, pero yo era la más preocupada porque no saliera el ampay.
R: El responsable de prensa de mi oficina se puso en contacto con ella. Era complicado para mí. Dentro del Parlamento tenía una bancada a la que representaba; era un vocero de mi partido… Cuando mi responsable de prensa empezó a hablar con Brunella, gracias a Dios vimos que estaba preocupada por ayudarme.
B: Lo que pasa es que no podía desaparecer y no responder. En ese momento trabajaba en Latina, no podía no declarar. Nunca había sentido la carga de estar con un personaje político. Además, recién salía de una relación. Y él también.
R: Eso fue en junio, pero nuestra formalización como pareja se da un 28 de agosto. Fuera del ampay, que fue un momento complicado y atípico en nuestras vidas, conocernos significó compartir. Ella no solo estaba conquistando a Richard, sino también a la familia. Hubo una muy buena empatía con la familia, hasta ahora, y espero que por siempre.
¿Durante el periodo previo a formalizar alguien de tu entorno te dijo: “Mejor no te metas con ella porque pertenece al espectáculo y no le conviene a tu carrera política”?
B: ¡Todos! (risas).
R: De diez, nueve. Pero yo conocía a la persona con la que estaba saliendo. Desde el primer día, no solo me impresionó su belleza física, sino su buen corazón. Hubo una muy buena conexión. Soy muy creyente de que, primero, uno debe conocer a las personas y luego sacar conclusiones. Me decían que no arriesgáramos esa relación, porque, fuera del ámbito político, soy una persona relacionada con el sector educativo. Era agua con aceite; pero estamos demostrando que no solo se llegó a dar, sino que hay la química necesaria como para que ambos nos podamos sentir acompañados, respaldados, enamorados y felices.
B: En mi caso fue igual. Venía de una relación difícil. Mis amigas, mi familia, todos se opusieron. “¿Por qué vas a estar con una persona que tiene hijos? ¡Estás loca!”, me dijeron. “Y no un hijo, sino cuatro. Y es mayor (le lleva casi trece años). ¿En serio vas a repetir eso? Has sufrido tanto…”. Pero no era igual. Algo que me marcó desde que lo conocí fue que me reía tanto con él, había tanta química entre nosotros…
Richard, dijiste que parecían como el agua y el aceite, pero tienen muchos puntos en común. Los dos empezaron sumamente jóvenes, asumieron responsabilidades grandes desde chicos y, en tu caso, Brunella, creo que no había día en que no aparecieras llorando o sufriendo en televisión.
B: Exacto. Entré a la televisión a los 17 años, a “Esto es guerra”. A los 18 pasé a “Bienvenida la tarde” (otro reality de la época). Y es difícil… Claro, ahora digo: “¿Por qué lloré; por qué hice tantos escándalos en televisión?…”. Tal vez no tenía la madurez necesaria. He cometido muchos errores porque he estado en la televisión desde muy joven, con una cámara encima; es imposible manejarlo bien, sobre todo si te dicen “sigue, sigue hablando…”. La voz se te corta y lloras, ¿no? Fue algo que Richard, cuando iniciamos la relación ese 28 de agosto, me dijo: “Lo que sí te pido es que te olvides de los escándalos”.
Fuiste coherente con ese primer mensaje que le enviaste.
R: Más que una exigencia, fue un compromiso de ambos. Cada uno tenía su espacio, fuera en la política o en la televisión. Debíamos llegar a un punto medio; lo más sano era no exponernos y, además, no hay nada que exponer. Somos felices, no nos peleamos. Somos comprensivos, nos apoyamos… Creo que hemos encontrado lo que queríamos.
¿Qué recuerdos tienen de cuando oficializaron la relación? Se me hace que Richard es medio chapado a la antigua.
B: ¡Recontra! Él se puso mal de salud, lo operaron. Me dijo que fuera a verlo a la clínica San Felipe. Llegué y estaba con toda su familia. “Te encargamos a Richard”, me dijeron. Entonces me cogió de la mano y me habló…
R: Pensaba que era mi último deseo (risas).
B: Me comenzó a hablar tan bonito… a decirme mis cualidades, que ni siquiera yo sabía. Me gustó tanto todo lo que me dijo… Ahí fue donde me preguntó: “¿Quieres ser mi enamorada?”. Y yo acepté.
R: Y lloró.
B: Lloré a mares.
¿Recuerdas qué fue lo que le dijiste, Richard?
R: Le dije la verdad. Que valoro que, a pesar de su edad, sea una mujer que trabaja como trabaja; que quiere tanto a su familia; que se ha hecho su propio espacio pese a tantas dificultades; una mujer sincera… Lo más importante es que le dije lo que realmente sentí y sigo sintiendo.
En la prensa existe la percepción de que a ti, Brunella, te deslumbró el dinero de los Acuña, pero te has hecho sola, eres emprendedora desde joven.
B: La gente me dice “fulanito te dio tus tiendas” o “Richard te mantiene”; pero trabajo desde los 15 años y las personas que me conocen lo saben. No fui a fiestas, ni a quinceañeros; la pasaba trabajando, ‘anfitrioneando’, hasta que, a los 18 años, vine a Lima (es de Chiclayo) y puse mi primera tienda en Gamarra. Desde entonces no he parado. Traje a mi familia, también; para mí ese fue mi mérito más grande: traerlos de Chiclayo y trabajar juntos. Conocí a Richard cuando ya era una empresaria. Y, muy aparte de eso, a mí me enamoró la persona que es. “Ay, te lleva de viaje”, dicen. “Te regala esto…”. Bueno, sí, me regaló algo, pero eso no quiere decir que me mantenga; yo trabajo y sustento mis gastos como cualquier mujer hoy en día.
¿Qué sientes al tener “la bendición de Dios y de César Acuña”? ¿Qué falta? Porque esa es otra percepción que hay: que te mueres de ganas de casarte; la vieja idea de la mujer que busca atar al hombre.
B: Mi error fue decir en público una broma interna. Te cuento por qué. A mi mejor amiga la pidieron luego de seis meses de relación; un estadounidense llegó y la pidió.
R: Yo lo conocí y le dije: “¡Qué has hecho, oye!” (risas).
B: Y la broma de todo el grupo fue “Richard, no te pases, vas años con Brunella y a su mejor amiga la piden luego de seis meses”, y encima yo fui la que armé toda la pedida de mano. Ahí comenzó la chacota; pero, muy aparte de eso, Mariano, nosotros tenemos las cosas muy claras. Sabemos cuál es nuestro futuro a corto plazo; ahorita estamos terminando nuestra casa; nos queremos casar, sí, pero más adelante, y más adelante queremos formar una familia… Nosotros ya nos hemos equivocado antes.
R: Primero hay que gatear para luego caminar y correr.
B: Estamos superorganizados. Sabemos que en seis meses nos vamos a mudar, que luego nos vamos a casar y que después vamos a formar una familia… Queremos tener un hijo; que la familia sea grande, pero no tanto. Me gustaría que fuera hombre, pero será lo que Dios mande.
¿Ya han pensado en nombres?
R: Ella va a ser la encargada de ponerle el nombre. Yo voy a ser bastante respetuoso con ello. Además, Brunella tiene buen gusto, por algo está conmigo (risas)… Pero, por ahora, nos toca disfrutar como pareja; aunque, como ella dice bien, todo está planificado. Lo improvisado, lo que uno quiere hacer a la loca, no funciona; hemos aprendido eso en la vida.
B: Antes me chocaba no disfrutar; trabajaba todo el día. Ahora, a raíz de Richard, realmente estoy aprovechando mi vida, divirtiéndome.
R: A mí me encanta trabajar. Muchos pensarán: “Oye, naciste en cuna de oro”. Mentira. Recuerdo cuando mi viejo empezó la universidad y no era la gran empresa que es ahora.
No había “plata como cancha”.
R: Plata como cancha hay gracias al gran recurso humano que tenemos hoy. Recuerdo cuando se compró el terreno para la universidad e íbamos mi papá, mi hermano y yo a vigilar que no se robaran el material para la obra. En la noche nos quedábamos dormidos en el carro; yo tenía 8 años. No había dinero para contratar a un vigilante… He visto lo que han hecho mi papá y mi mamá (la también empresaria Carmen Rosa Núñez). Veo a Brunella como mi mamá; era así, una mujer muy trabajadora. Brunella me dice: “Vamos para adelante; tú puedes hacerlo…”. Solo no quiere que siga en política.
¿Tú quieres que ella siga en televisión?
R: Mira, si ella está cómoda… Además, es muy buena en televisión. Si mi mujer está feliz, yo estoy feliz. Para mí es clarísimo.
En tu caso, Brunella, ¿por qué no quieres que Richard siga en política?
B: Él entró en política cuando sus hijos eran muy pequeños; tal vez no lo han sentido (hoy el mayor tiene 15 años; los mellizos, 10; y la menor, 6). ¿Cómo le dices a un niño que aguante las críticas? Es muy complicado. Una nieta de mi suegro recibió bullying porque sus amigos la fastidiaban.
R: Gracias a Dios, mis hijos son muy fuertes, nunca los han molestado, pero es un riesgo.
B: Yo no quiero vivir eso, no quiero vivir estresada. Él es muy bueno con sus empresas; creo que mucho más se puede ayudar al Perú… Tenemos una ONG (Llaccta Perú, que apoya a menores en situación vulnerable); ayudamos sin que nadie lo sepa, y es mucho más bonito. Prefiero seguir en esa línea.
¿Es imposible pensar que, en 2026 o 2031, Richard será candidato a la presidencia y Brunella aspirante a primera dama?
R: En política no hay imposibles. Soy militante de mi partido (Alianza para el Progreso), y ahora soy el jefe de campaña a nivel nacional. Estoy en el mejor momento de cualquier espacio que pueda compartir a nivel partidario: estoy acompañando a mi papá en su sueño (de ser presidente del Perú). Soy feliz de estar día a día con él, pero lo que vaya a pasar de aquí en adelante… Ojo, cuando cerraron el Congreso, mis hijos fueron muy felices. El único que se molestó fue el mayor, porque estuvo en dos campañas conmigo; ha vivido la chamba.
En política no puedes ser esclavo de tus palabras.
R: Dependo de un partido. Sé que a Brunella no le gusta la idea, pero a mi papá sí, a mi mamá y a mi hermana también… Descartar algo que además me apasiona es bastante complicado. Respeto la opinión de mi familia y de mi pareja, y lo último que quisiera es afectar a mis hijos, pero creo que en este momento es apresurado pensar en eso.
¿Qué opinas tú, Brunella?
B: Muchas personas me lo han hablado… Si él toma la decisión y está seguro, obviamente lo voy a respetar y a apoyar, así no esté de acuerdo. Sí creo que se ha venido preparando desde hace mucho tiempo y que es totalmente capaz; no lo dudo. Pero hay que preparar psicológicamente a toda la familia, empezando por los hijos. La política en el Perú es tan sucia… es lo que me da miedo.
¿Cómo es tu relación con los hijos de Richard?
B: Sé que son pequeños, respeto el espacio, los momentos… Cuando se llegue a dar que todos estemos juntos, voy a ser la persona más feliz del mundo. Entiendo que es un proceso y que las madres tienen que estar de acuerdo.
De momento no…
B: Cada uno tiene su espacio… El mayor (Matías) entiende y nos llevamos muy bien.
R: Tiene su cuarto en nuestro departamento. Él es kartista; ella le preparó un cuarto, hicimos parrilla, salimos a comer… Con los mellizos y la menor, que son mucho más pequeños, sabemos que es un proceso que tenemos que llevar con pinzas, pero creo que mis hijos, al ver feliz al padre, también son felices.
La última, Brunella: ¿qué harías por amor a Richard?
B: Mmm… bueno, ya he hecho mucho por amor a él, y lo seguiría haciendo. Creo que acompañarlo en todo momento, en las decisiones que tome, aunque no esté de acuerdo. La primera persona que me apoya siempre es él, y viceversa. Cuando algo me pasa, no quiero escuchar a nadie, solamente a él. Es la persona que me calma, me tranquiliza.
¿Y en tu caso, Richard?
R: Apoyarla, respetarla y, sobre todo, amarla.
Entonces… los declaro marido y mujer (risas).
Suscríbase ahora para obtener 12 ediciones de Cosas y Casas por solo 185 soles. Además de envío a domicilio gratuito y acceso instantáneo gratuito a las ediciones digitales.