Un pimpón por Isabel Miró Quesada.
Fotos Giuseppe Falla
¿Cómo comparas esta experiencia televisiva con las anteriores?
Vuelvo a la televisión de puro ladilla: yo creo que me dieron este programa de puro terco, por cansancio. Estuve desempleado prácticamente todo el 2020 y me pasé el año presentando proyectos y presupuestos que rebotaban en todas partes, porque la pandemia pauperizó la televisión y porque, cuando llega la época electoral, los canales de señal abierta tienen dos opciones: me destierran a la sección entretenimiento o me despiden directamente.
¿De qué te sientes orgulloso?
De seguir en televisión a pesar del cierrapuertas y de seguir vivo después del covid.
Fuiste antifujimorista, como también lo fueron Cecilia Valenzuela o Fernando Rospigliosi. ¿Crees que tienes autoridad moral para estar a favor de Keiko cuando, en su momento, estuviste en contra de la dictadura de su padre?
Yo tengo más razones para odiar el fujimorismo que cualquiera de esos millennials huachafos y aturdidos que se llenan la boca pregonando memoria y dignidad cuando su recuerdo más antiguo probablemente sea el episodio uno de la saga de “¡Asu mare!”. La prensa chicha de Fujimori fue tan eficaz en su campaña contra mí que, veintiún años más tarde, los pulpines de hoy siguen repitiendo, como loritos, la leyenda negra del pollo a la brasa, sin darse cuenta de que ellos, que cantan el evangelio de Montesinos, son la prueba viviente de que él es el genio absoluto del psicosocial. ¡Veintiún años preso y sigue dictando los titulares! (A Chicho, a Juliana y a Lúcar, por lo menos).
Yo he apoyado a Keiko porque cualquier persona que ve cómo el comunismo ha hundido a tantos países a nuestro alrededor en la indignidad de la miseria extrema tendría que oponerse a semejante cáncer por un instinto elemental de supervivencia… Así que si, en lugar de Keiko, el candidato que enfrentaba al comunismo en una segunda vuelta hubiera sido Melcochita, yo lo hubiera apoyado también.
¿Qué opinas de Mario Vargas Llosa en este contexto?
Si algo caracteriza a Vargas Llosa es el no haber tenido nunca temor de navegar a contracorriente, pero esta vez, quizá porque los años ya le pesan, siento que le faltó ajustarse los pantalones y comprarse el pleito de lleno, en lugar de dejarse ganar por su ladito cortesano de quedar bien con don Sagasti, de cuidarse de no mencionar la palabra “fraude”; en suma, de hacer entrevistas vía Zoom cuando debió haberse tomado un avión y encabezado una movilización que hubiera sido mucho más grande que aquella multitudinaria de derecha que encabezó en 1987 contra la estatización de la banca. La situación de hoy es muchísimo más grave que entonces y lo ameritaba, pero esta vez prefirió quedarse en Madrid.
¿Te consideras de derecha?
Si no eres de izquierda, eres de derecha. No hay más. Todos los demás eufemismos –el centro democrático o la derecha popular– son cojudeces.
¿Te consideras un ‘contreras’?
Me opongo a esa definición. Discrepo.
¿Cómo ves el escenario del futuro político a cercano y mediano plazo?
Veo una luz al final del túnel. Es un tren.
De salir elegido Castillo, ¿cuáles serían los principales peligros de los que se debería estar pendientes?
En mi caso, tendré que estar tremendamente pendiente de cualquier auto estacionado que humee demasiado.
¿Le recomendarías a López Aliaga que busque la alcaldía de Lima?
Le recomendaría que pelee por la presidencia de nuevo en 2026. En el supuesto negado de que haya elecciones, claro está. Y que, cuando tenga un mitin, tome un par de vinos menos.
¿Cómo describirías a Vizcarra?
Un psicópata. ¿Cómo describir a un sujeto que tiene la sangre fría de vacunarse triplemente después de haber desencadenado la horrenda masacre que fue su infame gestión de la pandemia en el Perú? Es un miserable que, si se zurra en las tumbas de cien mil peruanos, es porque se sabe intocable y se regodea obscenamente en su soberbia impunidad.
¿Cuál es tu opinión de Sagasti y de la labor que ha realizado?
Si te refieres a la labor de seguir el legado del lagarto y avasallar las instituciones, arrinconar a las Fuerzas Armadas, ultrajar a la Policía Nacional y alcahuetear al comunismo en sus diversas formas para que termine de copar todas las instancias de poder del país, hay que reconocer que nadie podría haberlo hecho mejor.
¿Por qué no funcionó Merino?
No dio la talla. Se dejó atarantar con el griterío. Le faltaron huevos.
¿Fuiste muy suave con Julio Guzmán?
Lo dejé lucirse, lo dejé ser. Cualquier movimiento en falso de mi parte hubiera sido fatal. Peso más de cien kilos y nada me hubiera disgustado más que quedar ante mi público como un patán abusivo con un enano petimetre.
¿Crees que Keiko tenga un chance de ser elegida?
Cualquier cosa es posible en la dimensión desconocida.
¿Será Keiko la siguiente Lourdes Flores?
En un país de cobardes, en esta coyuntura infausta, Lourdes Flores ha demostrado ser una mujer corajuda, una abogada brillante y una demócrata a carta cabal. Ya quisiera Keiko llegar a ser como ella cuando sea grande.
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