Donde miren la van a ver. Vayan al cine y van a hallar a Fiorella Pennano en la recién estrenada Maligno, la última película peruana de terror. Prendan la televisión y la van encontrar en Al fondo hay sitio, donde interpreta a Almudena, un personaje no demasiado cómodo para Fernanda, papel de Nataniel Sánchez. Vayan al teatro y la podrán apreciar en Contracciones, puesta en escena que se acaba de estrenar en el Teatro de Lucía y cuya temporada se extiende hasta el 5 de setiembre. Nos encontramos con ella a propósito de esta obra escrita por el inglés Mike Bartlett, dirigida por Lucho Tuesta y que co-protagoniza con Sandra Bernasconi. ¿Qué fue para Fiorella lo más difícil de encarnar a Emma, una mujer que se va acorralada por el control laboral más extraño del mundo? Nos lo cuenta en esta entrevista.

¿Qué es lo que te gustó del guion cuando llegó a tus manos?
En primer lugar, yo quería que mi siguiente proyecto teatral esté divido en escenas, justamente como este. La obra tiene 14 escenas. Para mí es como si fuesen 14 partidos de ping-pong con un comienzo y un final, con un objetivo claro. Me encanta ver cómo la obra tiene escalones y va subiendo. Además, me encanta el género, que es como comedia negra. Es como el realismo absurdo y eso me encanta. Es una situación cotidiana entre dos personajes que son llevados al extremo.

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¿Sientes que hay alguna conexión con lo que la sociedad o las personas enfrentan?
Sin duda. Sin embargo, en el caso de Emma, creo que en la primera mitad de la obra ella no cede, cree que le puede sacar la vuelta a la situación y de jugar bien sus cartas. Ella es de alguna manera confiada porque es muy inteligente, ve las reglas del juego y dice “ok, si así quieres jugar, juguemos”, y piensa que está ganando aunque en realidad se esté hundiendo poco a poco. Pero yo comprendo perfectamente al personaje y no creo que ella esté cediendo a hacer todo lo que hace por su trabajo, sino por amor. Para mí esta es una historia de amor en la que Emma se ve forzada a alejarse de la persona que ama y lo único que quiere es traerla de vuelta.

¿Cómo fue la construcción del personaje?
Para mí estaba claro lo que ella quería. De los personajes que he hecho, este es el con el que más me identifico. Me siento súper cerca a Emma. Durante todo el proceso yo he batallado con eso, porque uno trata de alejarse de la idea de hacer a su personaje parecido a sí mismo. En la escuela de actuación siempre te dicen que partas de ti, que no hay personaje más interesante que tú mismo, que trabajes con tu cuerpo y tus propias emociones. Sin embargo, siempre existe el miedo de que no logres crear un personaje. Cuando leí el texto me sentí sumamente identificada y empecé a buscar referencias e imágenes. Junto con el director encontramos la imagen de Rooney Mara en Side Effects para una parte de la obra, de Carey Mulligan en An Education para otra, de Emma Stone en Crazy Stupid Love para otra. Entonces, yo he estado trabajando con imágenes de personajes que no parten de mí, sin embargo luego llegó el momento en el que dije “ya hice mi chamba, ahora suelta, suelta”.

¿En qué te pareces a Emma?
En que nunca permito que me pisoteen. Creo que en el comienzo de la obra Emma se da cuenta de las cosas y las enfrenta. Yo tengo un carácter muy fuerte y a veces se escapa, pero en realidad Emma es bastante suave, linda.

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¿Cómo ha sido jugar estos «partidos de ping-pong» con Sandra?
Lamentablemente nunca había visto a Sandra actuar, porque es sumamente talentosa. Y para serte sincera ella es muy graciosa. Tengo que morderme la lengua para no reírme con algunas cosas que hace. Su personaje es sumamente complicado, no está bromeando. Me encanta lo que está haciendo con el personaje, es súper claro, súper limpio, sumamente diseñado. A veces tengo problemas para contener la risa, porque la obra tiene el tipo de humor que me hace reír, que es ácido, negro.

¿Qué crees que se va a llevar el público?
Bueno, cuando estábamos ensayando yo le decía a Lucho que no sabía si iba a aplaudir la gente. La obra te deja un sabor un poco ácido a pesar de que el público se ríe durante la obra.

¿Es difícil no distraerse con las risas de los espectadores?
Si, es difícil. El ejercicio del actor es estar presente, que no exista nada más aparte de lo que está sucediendo en escena. Es imposible no oír las risas, hay que esperar que la gente termine de reírse para continuar con el texto. Te empiezas a dar cuenta de la energía de la gente y de cómo cambia. Hay una escena en la que ya nadie se ríe y es inevitable sentirse contagiado por eso.

¿Qué tan fuerte es el desgaste?
Esta es, sin duda, la obra que más me ha desgastado. No sólo termino cansada, es la primera vez que termino una pasada y me quedo media bruta, sin exagerar. No puedo hablar, me cuesta regresar a la tierra después de hacer este papel. Demanda mucho emocionalmente.

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¿No te llevas el personaje a casa?
No, para mí no funciona de esa manera. No es que de pronto sea otra persona. Sin embargo, estoy afectada por lo que sucede en mí. A pesar de que la obra ha terminado, mi cuerpo experimenta los dos años de la vida de Emma que ves en el escenario. Es inevitable que por un momento todavía sienta los rezagos de lo que ha sucedido. Pero no me pasa eso,  sé que no me convierto en otra persona, sino que permito que otra persona exista dentro de mí. Cuando la obra termina esa persona se va, pero me quedo afectada.

Has hecho también cine y ahora estás en televisión. ¿El teatro es lo que más te apasiona?
El proceso es lo que más me apasiona, porque todos los procesos son completamente distintos. En el teatro tienes un tiempo para ensayar, tiene un mismo texto que no va a cambiar. En cambio en la televisión cada día tienes una historia nueva y tú no controlas eso en absoluta. Un día tu personaje es bueno, al otro día es malo y tú tienes que ir viendo cómo te las arreglas.

Por Omar Mejía Yóplac
Video y fotos de Jimena Gallarday