Nuria María Puig Raygada representó al Perú en el Miss Wonderland en Taipei, fue elegida virreina del café en Manizales, Colombia y fue elegida señora Perú en 1995. A los 22 años era considerada la mujer perfecta: bella, inteligente y exitosa. Se inició como modelo, luego fue conductora de televisión y tuvo su propio espacio “Ellas en Acción” en América Televisión.
Por Rodrigo Schang
Por motivo de estar próximos al Día de la Madre, COSAS realizó una emotiva entrevista a Maruja Raygada de Puig, junto con sus cuatro hijos reunidos en su casa, donde no solo describieron lo importante que es su mamá para sus vidas, sino también algunas anécdotas graciosas para el recuerdo. “Tener reunidos a mis hijos me parece un sueño. Siempre los voy a tener así. Estoy feliz y son lo más lindo que me ha pasado en la vida”, nos comenta Maruja.
Maruja cumplió 90 años hace poco y no es poca cosa, ostenta ocho nietos y tres bisnietos (uno más en camino próximamente). A ella le encanta su cerveza bien helada y la política; sin embargo, todos la describen como una persona muy cálida y auténtica. Tanto ella como sus cuatro hijos son piuranos y forman una familia muy unida.
Nuria Puig (la menor):
“Mi mamá es el pilar de la casa. Ella siempre dio el ejemplo de luchar por su matrimonio, por nosotros, por todo, por sus nietos, y ahora bisnietos (uno en camino). La verdad es que es algo maravilloso tener eso todos los días. Nosotros nos emocionamos cada vez que hablamos de mi mamá”.
“Le gusta mucho el arte, lo moderno, me la llevo a galerías, exposiciones y pienso: ‘Esto no le va a gustar’; sin embargo, le encanta. Es de ‘avanzada’, en serio es una mujer que parece realmente de 30 años. Le encanta estar involucrada con todo lo de ahora, lo que pasa hoy”.
“Recientemente festejamos sus 90 años, y quien quiso que se celebre a como dé lugar fue ella misma. Nosotros estábamos lógicamente felices pero mi mamá fue quien estuvo incisiva con el tema”.
“Nos dijo: ‘vayan preparando mis 90 porque quiero festejarlos’”.
“Cuando cumplió 80, el tema fue de ‘cabaret’, con cantantes y boleros”.
Al ser preguntada por las cosas que su mamá le transmitió y que ahora comparte con sus hijos, Nuria responde:
“El ser unidos, siempre hay que ayudarse y apoyarse. Que me cuenten todo, me encantan que mis hijas me cuenten sus historias, sus amores, sus estudios. La disciplina en los estudios y la responsabilidad”.
Jordi Puig (el penúltimo):
“Lo que más hemos aprendido de mi mamá es la sonrisa ligera que tiene ella. Se ríe de todo, es atemporal, y es inclusive amiga de mis amigos y de los de mis hermanos. Entonces, eso es lo más jovial que tiene ella. Yo creo que mi mamá es de las personas que todavía piensan que le puede sacar ‘punta al lápiz’ o ‘ el jugo’ con respecto a la vida. Básicamente, esas ganas de vivir que tiene nos ha enseñado mucho a reírnos de la vida misma. No se plantea más que todo el día reírse y pasarla bien y no complicar la vida de nadie, la verdad,dentro de todo, no fastidia tanto” (entre risas).
“Pero también tenemos la suerte de tenerla bien, puesto que uno de sus vicios son los doctores. Entonces, le duele una pestaña y se va al médico; tiene paciencia para esas cosas. Es caserita de la Clínica Ricardo Palma”.
“Sus nietos van donde ella y le cuentan sobre la novia, el novio, y mi mamá no se espanta de nada. Es muy auténtica y se involucra mucho con la actualidad, con lo que está viviendo, menos con la tecnología”.
“Yo creo que también, viéndose ella sola, porque mi papá falleció hace más de 30 años, el ser viuda (con sus hijos, pero sola al fin y al cabo) le ayudó a mi mamá a ser mucho más ‘abierta’ respecto al mundo, porque mi papá le llevaba 18 años y bueno, era un señor muy conservador”.
José Luis Puig (el mayor):
“Nuestra mamá nos ha enseñado también a respetar a la gente. A ella nunca la hemos escuchado hablar mal de alguien. Siempre habla muy bien de las personas. Ese es el mensaje de vida que nos ha dado (…) Es una gran mujer”.
“En su momento trabajó mucho cuando mi padre estaba complicado con el trabajo. Ella sacó adelante con su esfuerzo a esta familia. Nos ayudó a cada uno de nosotros. La queremos mucho y tenemos una suerte inmensa de tenerla hoy en día”.
“Cuando mi padre se fue, mi mamá salió un poco al mundo, entre comillas; ahora, disfruta de su cervecita bien helada, como una buena piurana”.
Agustín Puig (el segundo):
“Yo creo que lo que más admiro de mi madre, Marujita, son sus ganas de vivir. Te juro que hay veces que le digo ‘oye mamá es imposible que salgas más que yo’, entre los cafecitos, las amigas y la familia. Todos los días sale, es otro lote”.
“Cuando hablo con mis hijos (una de ellas está en Cusco ahora) y están tristes por algún motivo, me cuentan que llaman a su abuela Maruja y automáticamente cambian su estado de ánimo. Ella los hace reír durante los 45 minutos que hablan por teléfono”.
“Siempre estamos los hermanos preocupados, llamándola (cada uno tiene su horario), y si no la llamas, ella se encarga de hacerlo saber mediante otro hermano y le dice: ‘dile a tu hermano que no me ha llamado y que estoy medio resentida’. Estamos muy pendientes de ella, como ella de nosotros”.
Algunas historias para recordar
José Luis:
“Una vez entré a su departamento y en el momento que entro, escucho que ella gritaba. Ella vivía sola en ese entonces, por lo que me asusté. Me la encontré peleándose con Ollanta Humala por el televisor, gritándole a Humala por alguna barbaridad que había hecho o dicho en ese momento. Casi me da un ataque” (recuerda con risas).
Agustín:
“Una vez un tío estaba en la clínica internado y mi mamá fue a visitarlo. Se equivoca de cuarto y empezó a saludar a todos hasta que llegó al que estaba en la cama y se dio cuenta que no era el tío”.
Nuria:
“Mi mamá no sabía alemán, pero cuando yo estaba en el colegio me hacía aprender todos los poemas, me tomaba las lecciones y sabía exactamente cuando me equivocaba. No entiendo hasta ahora cómo lo sabía, porque el alemán no es nada fácil”.
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