En Memoria de Iván.
Por Paola Pisano
Iván Kisic, Lorena Valdivia, Jason Nanka y María Huamán fallecieron en noviembre del 2012 en un accidente de tránsito en Ayacucho. Desde entonces, la gastronomía se puso de luto. Los cuatro formaban parte de una comitiva de otros 17 cocineros que visitaban a este departamento para dar a conocer la dedicación de sus agricultores y potenciar el consumo de nuevas variedades de insumos nativos como las papas, tunas y tumbos. Muchos de estos irían a ser presentados en el Festival de la Papa 2013 en Lima. Hoy, 10 años después, un grupo de cocineros, familiares y amigos de Iván Kisic recuerdan al joven y exitoso chef Marca Perú.
Paola Pisano, amiga y colaboradora de Cosas
Este 26 de noviembre se cumplen 10 años de la partida de un grande. El mejor padre, maravilloso esposo, un hijo muy especial y gran amigo. Iván partió en su mejor momento. Nos dejó un gran vacío y tantas ganas de él, de su IK a punto de abrir las puertas y muchos planes y metas por cumplir. Tuve la suerte de trabajar con Iván en Café del Mar durante 4 años viendo el marketing del restaurante de Rafael Osterling. Aprendí tanto de él. Siempre fue correcto, justo, una persona que luchó y perseveró por sus sueños.
Un ser generoso y empático. Tenía muy claro lo que quería desde muy joven. Iván se quedó un poquito de mil formas en muchos corazones. Nunca voy a olvidar el día que le pedí hacer fotos para una revista un sábado y su respuesta fue tan clara y firme: mi familia es mi prioridad, agéndame todo de lunes a viernes. Él tenía hijos pequeños y quería estar con ellos todo el rato libre que pudiera. Y lo hacía sin sentir ninguna culpa pero, al mismo tiempo, cada vez que le ofrecían viajar para representar al Perú, no dudaba en decir que sí y lo hacía con altura y mucha ilusión. Iván nunca se quejó. Su último viaje lo hizo por la Marca Perú. Viajó con Percy, su fiel compañero de muchas aventuras. Su ‘perro flaco’, como lo llamaba. El único sobreviviente.
Una persona que tuvo la suerte de estar muy cerca suyo en sus últimos meses, cocinando hasta altas horas de la madrugada, creando la carta de IK. Hay personas que no se van nunca de nuestro lado y se quedan en todo lo bonito. Cuando me pregunto ¿dónde estás, Iván? Aparecen atardeceres, amaneceres o nubes en formas divertidas. Y en ese momento entiendo que estás lleno de paz y sigues cuidándonos.
Esa noche perdí un vuelo a Lima desde Madrid, y al tomar el siguiente pude viajar y consolar a Franco, su mellizo, su mejor amigo y gran compañero. Iván no dejó de cuidarlo nunca. Este homenaje es hablar de su legado. He tenido la suerte de vivir este proceso, de escuchar y leer todos los mensajes de grandes cocineros y gente muy humilde en la que Iván dejó una huella. Esto es para sus hijos, sus padres, su esposa y muchos cocineros jóvenes que no lo conocieron y escucharon de él. Un ejemplo a seguir.
Agradecer, sonreír ante la adversidad y seguir luchando por los sueños. Ése es el mejor regalo que nos dejó Iván. Amigo, sé que nos volveremos a ver y que estás bien acompañado. Mientras escribo este texto estoy en un vuelo desde Madrid a Londres. Por el altavoz dijeron que habría turbulencias. Decidí sacar el ordenador y escribir. Al rato salió el sol y aparecieron a mi lado las nubes más hermosas del mundo. La turbulencia mágicamente se fue. Ése es Iván acompañándome siempre.
Carla Crovetti, esposa
“Mi Pichón”. Nuestra historia comenzó en septiembre del 2005, entre pizzas de prosciutto y durazno y cuanto plato se me ocurría pedir para poder verte y conversar contigo. ¡Y la conquista fue inminente! Al poco tiempo nos dimos el primer beso y desde ese día nunca más nos volvimos a separar.
Yo ya tenía a Joaquín en mi vida. Y bueno, cuando lo conociste, te enamoraste de él tanto que supe en ese momento que tú eras el indicado. Cada momento con él lo tengo grabado en mi corazón y te agradezco tanto por haberlo amado como lo hiciste, como lo haces. Luego vino nuestro pedacito, Esteban, una copia fiel tuya que cada día reafirma lo maravilloso que eres. Y digo eres porque verlo a él es verte a ti. ¡Estoy segura que sientes tanto orgullo por ellos como ellos lo sienten por ti! Fueron siete maravillosos años disfrutando de tu presencia, de tus recetas, de verte crecer como chef. Para mí, el mejor.
Cada conversación, cada lágrima, cada sonrisa. Siempre juntos, compañeros, amigos, esposos, padres y hoy inseparables. Hace 10 años la vida decidió que ya tenías que partir y yo sentí que quería partir contigo. Pero tú, moviendo tus hilos e ingeniándotelas para estar presente aquí, mandándome tus señales tan alucinantes, me hiciste comprender que hoy nuestro amor es de otra forma, tal vez una de las más bonitas. Un amor infinito, celestial, mágico, agradecido. Un amor que no tiene final. Te amo por siempre.
Joaquín Soza, hijo
Cuando me dijeron que él no volvería tenía 9 años. Una década después, ya con 19 años, puedo decir que ese momento no lo recuerdo con tristeza, sino de una manera muy diferente. Tantas cosas han pasado en esos 10 años, tantos momentos buenos y malos para mi familia y para mi. De todas esas cosas y recuerdos buenos no podría nombrar uno que sea mi favorito, ya que hay varios que me gustan por el peso emocional que tienen o por lo feliz que fui cuando sucedieron. Pero tampoco puedo elegir un momento malo como el peor porque varios me han hecho sentir como si estuviera en lo más bajo, en un pozo sin salida.
Pero si algo comparten, tanto lo bueno como lo malo, es que no importa cual sea, desearía que Iván hubiera estado aquí. Puede que Iván me haya ayudado a pasar por los malos momentos de una manera más fácil. Puede que los buenos momentos los haya hecho incluso más felices. Puede que varios momentos malos se hayan convertido en buenos si él hubiera estado ahí, pero lamentablemente nunca lo sabré. Pero lo que sí sé, es que si él hubiera estado aquí, él siempre haría lo correcto.
Y ésa es mi forma de recordarlo. Como dije al principio, no lo recuerdo de una manera triste, ni melancólica. Lo recuerdo como ese individuo que siempre estará inmortalizado, como alguien que siempre hace lo correcto, alguien que sigue lo que le apasiona. Y como un gran cocinero y mejor persona.
Esteban Kisic, hijo
La verdad que se pasaron bien rápido los años. Y pensar que ya son 10 años desde que te fuiste, me entristece un poco. Pero con el pasar del tiempo lo vas asimilando y te das cuenta que ya tienes que dejarlo descansar, honrando su memoria y honrando lo gran chef, padre y persona que es y siempre será. La verdad no fue y no es fácil crecer sin una figura paterna. Y hay veces donde siento que lo necesito.
No fue fácil el proceso de asimilar que él ya no estaba aquí presente físicamente conmigo y que ya no iba a poder abrazarlo cuando regresara del trabajo o que ya no iba a poder jugar con él. Estos diez años han sido para reflexionar y pensar y darme cuenta que, aunque no esté físicamente, siempre está ahí mandando señales. Como dije, no ha sido fácil pasar esos momentos de pena cuando lo recuerdas, pero con el apoyo de mis seres queridos ha sido un proceso menos doloroso. Te amo, papá. Espero que seas feliz viendo a tu hijo seguro, creciendo. Besos al cielo. Te amo.
De su madre
Para una madre, los hijos y el amor por ellos es para siempre, ya sea físicamente, ausentes, o pensándolos y sintiéndolos espiritualmente. Por eso Iván siempre vive en mi corazón. Iván fue un niño alegre y travieso; un joven amiguero, enamoradizo y persistente en sus esfuerzos. Y luego todo un chef profesional, con una sensibilidad y un toque especial conocidos por muchos. Nos dio muchas satisfacciones a sus padres y al Perú. Doy gracias a Dios porque nos dejó parte de él en Esteban, así como en Joaquín, mis nietos mayores.
De su padre
Haber vivido con Iván 35 años es un regalo de Dios que nunca dejo de agradecer. Y aún después de su partida lo sigo teniendo conmigo. Mis conversaciones y vivencias con él son algo lindo que nunca olvidaré. Un buen día que nos tomábamos unas cervezas, me dijo: “Viejo, si tú no tuvieras hijos serías millonario”; me reí y le contesté: “Hijo, mis millones son ustedes”.
Cuando habló con su madre para ser chef, ella lo envió a conversar conmigo y le dije: “Estoy de acuerdo contigo, pero si vas a convertirte en chef debes ser el mejor del mundo”, y eso lo contaba en sus entrevistas. Cuando nos despedimos antes de su partida hacia Ayacucho, me dijo: “Viejo, no me cambies nada del restaurante, a mi regreso lo seguimos viendo”. Así era de expresivo y natural, tenía grandes amigos y se hacía querer por todos.
Ayudaba a mucha gente y quería mucho al Perú. Por eso, siguiendo su línea de ayuda social y de preocupación por la superación de su país y en homenaje a él, hemos creado la “Asociación IK”, para la lucha contra la anemia y la desnutrición infantil y de madres gestantes. Debemos empezar con un proyecto piloto en el distrito de Coya, en el Valle Sagrado del Cusco.
Franco Kisic, hermano
¡Del Universo, Iván! ¡Del amor eterno e incondicional, nosotros dos! ¡A Iván solo le puedo decir gracias! Y para el universo, mi gratitud eterna por haberme amado tanto desde el primer segundo de mi existencia al formarme y traerme al lado de él. Y por el hecho de ser feliz y mi mejor versión desde el primer segundo que llegamos a este mundo juntos. ¡Te adoro mi pichón! Nuestro viaje juntos aún no termina. #asociaciónIK. Nacer y vivir junto a Iván ha sido un regalo único que conservaré hasta la eternidad.
Era un hombre impresionante, lleno de genialidades y al mismo tiempo de torpezas, que hacía que me perdiera de amor por él, así hayamos estado distanciados geográficamente. Una complicidad realmente mágica que empezó desde ayudarlo a salir de la cuna, hasta verlo cocinar en la cocina de Albert Adrià. Ahora no está, pero la aventura IK aún no termina. ¡Te amo mucho, hermano! Siempre vivirás en mi corazón. ¡Gracias!
Albert Adrià, chef ejecutivo grupo ADRIA
Franco trabajaba en mi restaurante “Tickets”, allá por el 2011. Me encantaba colaborar con él y, en los tiempos muertos, manteníamos conversaciones acerca de la cocina peruana. Y yo me empapaba de su conocimiento y sus ganas de darla a conocer, hasta el punto que decidimos montar un restaurante juntos: “Pakta”. A su vez, me dijo que Iván estaba realizando un proyecto en Lima y que iba a venir a vernos a Barcelona y enseñármelo. Parece mentira pero ya han pasado 11 años. Iván venía para presentarme el proyecto IK. ¡Qué maravilla! Durante varias horas me estuvo explicando todo lo que tenía almacenado en su mente.
Su conocimiento era enorme para alguien tan joven. Franco escuchaba con tanta atención como emoción, a la vez que miraba a su hermano asistiendo cada palabra que decía. Y yo los miraba a los dos sabiendo que iban a escribir unas preciosas páginas de oro en la gastronomía peruana. Escucharlo era agotador. Lo tenía todo en su mente, hasta el mínimo detalle. Era la típica ilusión de la juventud que está sobrada y preparada.
Porque Iván es de aquellos que tiene las cosas claras, seguro de sí mismo y generoso como nadie. Incluso me preparó dos platos para poder conocer un poquito de su cocina. Hasta ahí llegaba su pasión. La desgracia hizo que no pudiese disfrutar de la amistad y compañía de ambos durante más tiempo. El resto es historia. Franco tuvo que volver a Perú y honrar la figura de su hermano Iván. Franco sabe que le quiero como a un hermano. La pérdida de Iván también es la mía.
Martín Berasategui, chef Martín Berasategui
Nada me emociona más que haber sido invitado a participar en este homenaje. Iván, además de ser un gran cocinero, conocedor y respetuoso de sus orígenes y de la cultura de su país, era una persona excepcional, llena de alegría y garrote.
Su paso por mi restaurante dejó huella, tanto en conocimiento como en riqueza humana. Espero que su legado siga con sus hijos, familia y amigos. Iván seguirá siendo parte de mi familia y de mi equipo. Os envío un abrazo enorme a todos.
Hermanos Roca, Celler Can Roca
La memoria de Iván permanece en nuestros corazones. Reconforta saber que estaría feliz de saber cómo hoy la cocina peruana es referencia mundial. Desde la más profunda admiración y afecto.
Diego Muñoz, chef grupo Edition
A Pichón…
A veces la vida se nos acaba pronto, de la manera más sorpresiva e inmediata, con todos nuestros planes y estrategias listas, con toda la coreografía preparada para empezar a bailar, con el equipo perfecto para hacer el mejor de los papeles… y a los que nos quedamos solo nos queda resiliencia.
Pero existe gente muy especial como tú, que con esa corta estadía trasciende de la manera más grandiosa y fantástica.
Tu legado sigue vivo, la llama sigue encendida, tus enseñanzas vigentes y tu sonrisa y alegría está en el rostro de tus hijos. Tu representante más grande nos sigue hablando de ti muy a menudo, con una pasión interminable. Lograste muchas cosas sin siquiera haberlas empezado. Alcanzaste la gloria en un partido más corto que el de los demás.
Triunfaste sin subir al podio.
Sigues presente.
Te extrañamos.
Virgilio Martínez, chef Central
Hay muchas cosas para decir de Iván, muchas cosas que no sé si he contado. Primero, con Iván he tenido una amistad desde que empezamos a cocinar juntos. Hicimos la escuela juntos, vivíamos en Canadá juntos y luego en Londres. Hemos compartido cocinas, sueños, ideas. Siempre hablábamos que ambos teníamos que abrir un restaurante. En algún momento quisimos hacerlo juntos.
Hemos compartido trabajos también en Londres. Nos hemos estado cruzando en la vida. Ivan regresó antes a Lima mientras yo me quedé más tiempo. Y en lo personal puedo decir que si tengo algún recuerdo de Iván es la disciplina que tenía. Siempre lo he admirado por eso, era muy superior a lo que yo tenía. Era una persona que me levantaba para hacer cosas que muchas veces no tenía ganas de hacer o cosas que no me interesaban tanto. Él buscaba la manera en que sí lo hicieran.
Realmente tuvimos una relación muy sana de compartir nuestra curiosidad por la cocina. Otra de las cosas que puedo rescatar es que fue un cocinero muy técnico, muy serio, mucho más serio que yo, lo cual lo hacía verse más enfocado en su técnica, en hacer lo suyo. También la fortaleza y capacidad de trabajo eran impresionantes, física y mentalmente. Hoy en día no encuentro a cocineros con algo tan innato como Iván. Lo más fuerte sin duda fue su amistad. Verdaderamente era una persona muy generosa, de esas personas que sentía que se alegraban por los éxitos de los demás.
Eso me decía mucho de su amistad y cariño fuera de su generosidad con la gente. Era una persona que tenía mucha empatía. Para él era muy simple entender cómo tratar de repartir justicia. En momentos en la cocina donde las personas sentían que tenían menos oportunidades, Iván trataba de generarlas y de esa manera conectar con los demás. Era de aquellos que daba sin recibir nada a cambio.
Rafael Osterling, chef Rafael, Mercado Rocco y Picnic
Pichón, como cariñosamente le llamaba, entró en mi vida el 2002 como un huracán. El primer impacto fue la sensación de conocer una energía pura y envolvente, con una sonrisa encantadora y un extraordinario magnetismo.
Formamos de inmediato una amistad abierta e inseparable que nos acompañó en Café del Mar & el Rafael, demostrando un talento arrebatador que lo llevó a ser el chef en ambos espacios con grandes dotes de humanismo y enseñanza como el maestro que estaba destinado a ser.
Hasta que llegó el momento de hacer su emprendimiento propio y ver con gran satisfacción su consolidación, porque más allá de cualquier relación, la que más deslumbraba era la mutua admiración y una amistad imperturbable.
Lamentablemente al abandonarnos en su esplendor dejó un vacío humano que no se llega a conocer con profundidad hasta que llega. Son las paradojas de la vida y del amor. Sus enseñanzas, su carisma y su espíritu nos acompañarán siempre.
Jesús Alvaro Menéndez, sous chef de Iván Kisic
Hablar de Iván Kisic es hablar de un gran ser humano, un gran amigo y un excelente profesional. Le estoy muy agradecido a Iván por confiar en mi persona y darme la oportunidad de trabajar en el extranjero. Siempre fue muy exigente en la cocina. Era muy apasionado y perfeccionista en la cocina.
Me acuerdo que un día me dijo que todo lo que salga de la cocina tiene que salir perfecto y que siempre hay que probar los platos antes de sacarlos. Siempre soñaba en grande. Iván, o más conocido por los amigos como Pichón, gracias infinitas. Un abrazo al cielo que algún día nos encontraremos en el más allá.
Jaime Renedo, chef Asiana y Asiana Next door
Ivan, está claro, es y era una persona superquerida, amable. Me acuerdo cuando lo conocí que fue en mi primer viaje a Perú, cuando fui a trabajar con Rafael en el 2007. Ya se veía que era un tío con un talento insólito. Ya estaba tramando la apertura de “IK” y desde entonces ya te dabas cuenta que es un número. Tuve la suerte de probar su comida, que fue cuando cocinaba en “CALA”. Nos hizo un menú espectacular que a mí, para aquel entonces —me acuerdo que en ese viaje también fuimos a “CENTRAL”— me pareció brutal.
Todavía me acuerdo de los platos, y eso que han pasado años. Desde ahí me pareció un número uno. Luego, en Madrid, nos volvimos a ver cuando vino por aquí, salimos y fue super divertido. Ya se veía que era un tío inteligente, entrañable, divertido, gracioso y con muchísimo talento. Lo que yo te he dicho ya sería a nivel personal. Luego tuvimos también un encuentro en México.
Fue mi colega de habitación en un evento de aromas y sabores. Me acuerdo que quería muchísimo a su familia, pues me pidió que le tomara una foto en un invernadero de rosas al que fuimos para poder mandarla a su esposa. En esos años no teníamos la facilidad de mandar una foto tomada desde un celular, lo cual me causó mucha ternura. Y qué puedo decir, a Iván lo hemos querido muchísimo pero yo todavía le quiero. Son estas cosas que están en la puerta de al lado. Y nos volveremos a juntar, a tomarnos una cervecita y a dar paseos por los mercados.
Iván, te queremos mucho.
Mauricio Fernandini, conductor de TV
En la Costa Verde está el restaurante Cala. Allí grabamos el primer programa. En Lima, meses después, el chef propietario del restaurante Martín Berasategui ubicado en San Sebastián, España, me dijo muy orgulloso: “Aquí tengo a un compatriota suyo que es ‘la tapa’. Cocina como los dioses”. Apareció Iván. Con sus chispeantes ojos turquesas. Su sonrisa franca. “No sabes todas las técnicas que estoy aprendiendo.
Iba más allá de las recetas. Los encuentros fortuitos nunca cesaron. Nos volvimos a ver en París. Estaba en la brigada de un 3 estrellas Michelin. También fuimos huéspedes del resplandeciente Lago Titica. Todo le llamaba la atención. Las algas. Las variedades de papa. Iván compartía el batán con la Sra Quispe, dueña de la casa donde nos hospedamos. Introducían rocoto. Chincho. Muña. Menta andina. Cubrieron una pierna de cordero. Intercambiaban conocimientos.
Siempre estaba en sintonía con los que amaban la vida. Su conexión con la naturaleza era impactante. Iván tenía la misma inquietud que un biólogo. También la de un alquimista. Siempre buscando el universo perfecto. Un día me dijo: “Ya convencí a mi hermano gemelo para que vuelva. Él se hará cargo del salón y yo de la cocina. Estoy listo para abrir mi restaurante. Mi sueño está a escasos segundos de cumplirse. No me falles. Te espero en la inauguración”. Siento que sigo en deuda contigo. Tu legado es tan grande que no sé por dónde empezar. Gracias, Iván. Nos volveremos a encontrar. Estoy seguro.
Mónica Kisic, su prima
Una conexión que será eterna. Iván fue el mejor mentor que la vida me dio. Desde que comencé a cocinar de muy pequeña, Iván estuvo ahí para apoyarme, motivarme, emocionarme. Nunca me olvidaré cuando planeé un menú para mi papá y sus amigos con 14 años, e Iván vino ese mismo día a ver cómo iban mis preparaciones, un gesto que jamás hubiera imaginado alguien podría hacer por mí a esa edad. Me enseñó a hacer un sabayón de plátano y corregir la sal en la pasta fresca.
Para mí, en ese entonces, Iván era una fuente de admiración y sabiduría incesante. Además de ser mi primo y casi un hermano para mí, Iván también fue un gran amigo con quien podía hablar de todo. Si tengo que recordar algo serían las conversaciones incesantes de comida, cultura, cocina y vida, y las sesiones cocinando juntos y divirtiéndonos al máximo nivel. Pienso en Iván y se me llenan el corazón y el cuerpo de recuerdos hermosos.
El día que finalmente decidí dedicarme a la cocina, en el 2009, fue Pichón el primero que pasó a buscarme para llevarme a chelear a Barranco, tan emocionado como yo del camino que se nos venía juntos como equipo. Siempre me recomendó con los más grandes y siempre me hizo sentir como una grande también. Podría llenar la página de historias pero lo que más me llena ahorita escribir es el agradecimiento que le doy a la vida por haberme dado tantos momentos con él. Por siempre conmigo y siempre inspirando todo mi trabajo hasta el día de hoy. Siempre estarás en mi corazón, Pichón.
Arlette Aubert, chef Matria
Iván era comprometido con sus pasiones, exigente en la cocina y amoroso con su familia y amigos. Se veía reflejado en los proyectos en los que se comprometía y en tantos amigos que lo extrañan. Una persona en la que podías contar en las buenas y no tan buenas.
Micha Tsumura, chef Maido
Muy aparte de ser muy buen amigo, un gran amigo mío y de todos, no había nadie que no quisiera a Iván. Las palabras van a valer por supuesto, pero también para Lorena, Jason de Nanka, para María, Ayacuchana, agricultora muy querida, y eso también hay que ponerse en contexto, porque lo que ellos estaban haciendo en ese momento era viajar a Ayacucho para justamente promocionar la papas nativas. Para que las personas las conozcan en el mundo. Era cuando el Perú estaba mostrándose recién.
Y eso va en conjunto con algo está pasando ahora. Yo creo que Iván está viéndolo desde el cielo junto con Jason, María y Lorena, que es lo que estábamos buscando, que las papas nativas salgan al mundo. Hoy en día, en Ayacucho se ha logrado hacer todo un trabajo en el cual las papas ya se están exportando. Tenemos Tiyapuy, marca del Patronato Pikimachay, que son papas maravillosas. Y hemos logrado que las papas nativas entren a los supermercados y puedan ser consumidas en las casas de justamente estos productores de la zona. Este sueño que todos teníamos y que tenía también Iván, es una realidad, y ésa es la parte linda. Iván amaba mucho Japón. En su último viaje se trajo un set de utensilios japoneses de cocina y unos adornos.
Yo recuerdo que cuando falleció, Carla, su esposa, me dijo “creo que Iván hubiese querido que tengas esto”, y todavía lo tengo. Para todos fue muy duro, pero creo que hay que verlo en el contexto en el que pasó. El objetivo fue dar a conocer nuestra cocina. Fue un accidente pero mira lo que se ha logrado. Son lindos recuerdos en todo momento. Iván era una persona que siempre estaba feliz. Y estaba a punto de abrir su restaurante.
Me acuerdo cuando me contaba sus proyectos. Siempre se sentaba en la barra de MAIDO, en la esquinita, a comer. Él me ayudó mucho en esa época. Aparte de quererlo, lo respetaba muchísimo y estoy seguro que nos está viendo. A veces las cosas suceden de manera que no se pueden explicar, pero Iván es símbolo de dedicación, empeño, alegría y buena onda.
La chatita María Fe y el negrito Carlos, amigos y chefs del Marina Club
Amigo querido, siempre te recordamos con mucho cariño, por la gran persona que fuiste y por haber entrado tan lindo en nuestras vidas , por haber compartido tanto y por habernos aguantado tantas.
¡Fuiste y serás siempre un gran amigo!
¡Siempre estarás en nuestro corazón!
Jaime Pesaque, chef MAYTA
Creo que Iván era una persona capaz. Un cocinero disciplinado y muy ambicioso que siempre destacó de entre sus colegas. Y sobre todo era un buen ser humano y gran padre.
Pablo Carbone, amigo
A Pichón lo conozco desde que no tengo uso de razón. Nuestros viejos son de la Fuerza Aérea y ahí somos como una gran familia que comparte muchas experiencias y lugares físicos. El colegio, el club, el verano en Ancón, el invierno en Crofap –un club de la Fuerza Aérea en Chosica– amigos y familia. Sus viejos son como si fueran mis viejos y viceversa, siempre unos preocupados y al tanto de los otros.
El primer recuerdo que tengo de él en persona es de cuando teníamos 4 años en España. Su viejo estaba destacado ahí y el mío estaba en París, así que fuimos a visitarlos. Recuerdo donde vivían él y Franco. Es difícil pensar en Iván sin pensar en Franco. Habían hecho una especie de guarida en unos arbustos en el estacionamiento de su casa y a mí me pareció alucinante. Luego ellos vinieron a París y recuerdo mucho ese viaje porque dormíamos las dos familias en un “depita” de 60 m2 durante una semana, 4 adultos y 5 niños.
Una locura pero de esas vivencias que recuerdas siempre. Durante esos años siempre hemos estado yendo y viniendo por la carrera de nuestros viejos. Siempre estaban destacados en provincia o en el extranjero, pero siempre estábamos comunicados y manteniendo la amistad. Tendría un montón de cosas que contar pero no terminaríamos nunca. En nuestro grupo de amigos del colegio éramos unos 7 u 8 que hasta ahora seguimos siendo recontra íntimos y mantenemos la amistad cada vez que nos juntamos. Es como si no hubiera pasado el tiempo. Siempre recordando las historias que la vida nos dio y cagándonos de risa de todas las anécdotas.
Y en los últimos años recordando al gran Pichón. Si lo tengo que describir, te diría que lo que le calza perfecto es “un alma noble”. Era un pata que quería a todo el mundo y se hacía querer. Esas personas buenas de corazón. Un caballero siempre, enamoradizo. Él trataba a todo el mundo como si lo conocieran de siempre y siempre marcaba. Siempre amable y preocupado por el resto.
Un gran pata. Lo de cómo decidió estudiar cocina no lo tengo muy claro. En una época ellos se fueron a vivir a Canadá y a mi viejo no sé dónde lo mandaron. Y nos perdimos el rastro por unos años. Luego él se fue a Australia o no sé si fue al revés, primero Australia y luego Canadá. Y ahí empezó a estudiar creo, pero la primera vez que lo relaciono con su chamba fue cuando regresó de alguno de estos viajes y organizamos un almuerzo donde nos cocinó a todos los patas y sus viejos, como para demostrar que lo había logrado y que eso era lo que él era. ¿Qué bonito gesto, no? Llegar, convocar a tu gente y luego cocinarles para que vean cómo te has formado.
Algo simple, íntimo entre patas, alucinante. Él estaba en su mundo y nosotros fastidiándolo como todo buen amigo hace, pero pasó la prueba y todos contentos. La última vez que lo vi fue unos días antes del accidente. Yo había estado en Barcelona haciendo una maestría y recién había llegado. No le dije a nadie para sorprender a mis padres. Muy poca gente sabía cuando llegaba. Samuel y Renzo, unos amigos en común, me comentaron que se juntaban en casa de Pichón y que vayamos. Cuando llegamos se sorprende y me dice: “manya, ya estás aquí “ y nos abrazamos. Vi a Carlita y sus hijos, por los que moría. Excelente padre y esposo.
Esa noche fue alucinante. Nos contó todo su proyecto. Cómo estaba por terminar, cómo estaba la obra, cuál era la idea conceptual, todo. Yo me quedé huevón de ver en lo que se había convertido mi amigo. Un profesional de gran nivel . Más orgulloso, imposible, y además compartiendo todas sus ilusiones. Ese día nos despedimos quedando en ir a ver el restaurante al regreso de su viaje. Un viaje al interior del país para una convención o algo así de productos agrícolas, viaje que lo tenía ilusionado porque se había comprometido con ellos y ésa era parte de su chamba y su pasión. Un grande este huevón. Eso lo describe completamente y lamentablemente de ese viaje nunca volvió.
Karla Gabaldoni, amiga
Natural, sencillo, paciente, amoroso, sonriente. Así recuerdo al gran Iván. Es extraño, pero conocí más de él luego de que nos dejara. Seguir de cerca su plan de vida, esta vez en manos de un grupo de personas maravillosas que no podía dejar a medias IK. Juntos, a pesar de la pena y la gran pérdida, familia y amigos lograron terminar el restaurante sin él, sin chef pero con alma, con propósito, emocionándonos con cada bocado y minuto que pasábamos en él. Un lugar donde se sentía la presencia de Iván. Lograr esto dice mucho de él, de lo querido y respetado, pero sobre todo de la forma simple y transparente en la que él pudo compartir y compartirse con los demás.
Carla Bettocchi, amiga
¡Iván inolvidable! Siempre fue un gran amigo, como no recordarlo. Siempre una buena compañía, un amigo incondicional, listo para la fiesta. Un papá como ninguno, una maravillosa persona que a pesar de ya no estar con nosotros físicamente siempre está en los recuerdos, en las anécdotas, en nuestras risas y sobre todo en nuestros corazones.
Christian Bravo, chef Fuego
Aunque Iván -o Pichón como muchos lo conocíamos con cariño- no esté entre nosotros físicamente, siempre ha estado presente en nuestro corazón y lo estará en cada una de las vidas que él tocó. Lo recuerdo con mucho cariño y admiración. Su obsesión por la perfección técnica lo colocará siempre en la élite de los mejores cocineros peruanos. Los momentos vividos como amigos y colegas en eventos nacionales e internacionales, como lo que vivimos en Nebraska junto a Javier Wong para el proyecto Marca Perú, están grabados en mi memoria por siempre.
Recuerdo que en la filmación hay una escena que nunca se llegó a usar. Iván y yo nos convertimos en bartenders y en el único bar que había en el pueblo de Perú, Nebraska, nos mandaron en una misión suicida: sin poder hablar inglés y con solo comunicación no verbal teníamos que cambiar la cerveza que estaban tomando los clientes por un pisco sour. Recuerdo que con Iván nos quedamos fríos ante el reto, pero contentos y agradecidos de ver a los gringos sucumbir felices ante nuestro delicioso pisco, dejándolos ir en zigzag al final de la grabación. Querido Iván, espéranos para brindar contigo con uno de esos que preparamos juntos en Perú, Nebraska, pero esta vez en el cielo
Eduardo Xatruc, chef Disfrutar
Yo, sinceramente, soy una de las personas que muchas veces lo recuerda por diferentes razones. A Iván lo conocí en el año 2010, cuando se hizo Mistura y yo fui en representación para una ponencia. Cuando llegué, Iván era el chef que me acompañaba. Era la única y primera vez que asistía. Cada chef que daba una ponencia tenía un chef nacional que lo acompañaba. Y ese chef nos descubría la gastronomía de Lima y de todo Perú. Yo tuve la gran suerte de compartir con él. Fue poquito tiempo, solo tres días, pero desde el primer momento en que lo conocí me di cuenta que delante mío había una gran persona.
Estuve tres días en Lima con él y la verdad que fue súper amable y cariñoso, muy atento y apasionado por la gastronomía de forma real. Tenía un cariño enorme por su país y por su gastronomía. Y trataba de transmitirlo. Era una persona que ponía su corazón en las palabras. Nos caímos súper bien, hicimos amistad y me llevó a varios sitios a descubrir la cocina peruana, que es maravillosa.
Pasamos muy buenos momentos en aquel viaje. Después, cuando volví a España, nunca más nos volvimos a ver pero sí mantuvimos el contacto. Nos íbamos escribiendo. Y me acuerdo que la última vez que hablé con él me dijo que tenía un proyecto, que iba a abrir un restaurante y yo me alegré muchísimo. Al poco tiempo me enteré del accidente. Y al final te quedas con una sensación de pena por lo personal, pero también por sentir que estaba tan cerca de alcanzar un sueño profesional, que era abrir su restaurante.
Tenía las cosas muy claras. En Barcelona estuve viendo a su hermano, donde veía reflejado a Iván. Siempre me acordaré de él porque es una persona que no deja indiferente a nadie. Y era un cacho de pan, un pedazo de cocinero. Todo el mundo me ha hablado maravillas de él. Realmente ha sido una pena, tanto personal como laboralmente, y espero que esté donde esté se sienta orgulloso del legado que dejó.
María Seminario, ex Ministra de Comercio Exterior y Turismo, ex Promperú
Trabajar con Iván para nosotros era una tremenda tranquilidad. Ha dejado siempre bien puesto el nombre del Perú. Yo lo llamo “El caballero de la cocina peruana”. Nunca una palabra de más, nunca un gesto de aburrimiento. Estuvimos con él en Madrid fusión el año internacional de la papa, donde el Perú hizo un despliegue muy interesante, porque claro, era el año en el que se había declarado el año internacional de la papa y, obvio, nuestro lema era “la papa: un legado del Perú para el mundo”.
Le recargamos la parte de toda la comida a base de papa a Iván y tuvo un comportamiento espectacular. Siempre fue la persona a la que se podía llamar y estaba a la altura de las exigencias. Por otro lado, acuérdense que fue también un embajador de la Marca Perú. Fue uno de los que abordó el bus de la Marca Perú para ir a Perú, Nebraska. Así es el rol que ha jugado Iván en el corto tiempo, porque es un chico que se nos ha ido muy rápido y muy joven. Demostró un profesionalismo de primera y unas cualidades personales muy destacables. Por eso digo que es “el caballero de la cocina peruana”. Y además tenía un gran amor por el país. Siempre se rajó por el Perú.
Edilberto Soto Tenorio, productor de papa nativa
Conocí a Iván en una de las primeras ferias de Mistura. Se me apareció en el stand, muy concentrado él y probó varias de las papas que mostrábamos en el stand. Con mucha atención escuchaba las explicaciones que le dimos. Y ese fue el primer día que lo conocimos. Creo que fue en el 2010. De ahí, siempre dábamos la visita e intercambiábamos tarjeta. Le preguntábamos cuándo iba a abrir su propio restaurante, porque él nos señalaba que asesoraba a varios. Y nos decía que lo iba a hacer con calma y que tenía varios años viajando por el mundo, evaluando, probando restaurantes y conceptos.
A partir de eso iba creando su propio concepto hasta que, en una de esas, nos dio gratamente la noticia que aperturaba su restaurante propio llamado “Iván”. Recuerdo que nos dio su tarjeta y con mucha alegría nos contó la noticia. Nosotros estábamos pendientes de la construcción de los equipos de cocina. Todo con mucho entusiasmo hasta que llegó la fecha en que fue parte de la comitiva de Ayacucho y se repetían los viajes. Él siempre se comprometía con los proyectos y con mucha alegría participaba en ellos. Yo recuerdo mucho cuando ofrecimos un almuerzo a todos nuestros invitados.
Estaban Lorena, Jason y otros compañeros, y compartimos al borde del campo. Todos fuimos a cosechar papas e introdujimos papas al horno. Luego aperturamos el horno de la huatia y compartimos un almuerzo muy rico, con comida ayacuchana y queso fresco de montaña, muy rico. Pero todo el día fue maravilloso y disfruté, desde el desayuno, los viajes, la huatia y todo. Recuerdo que en el último viaje fatídico, Iván estaba en el hotel, sacó su computadora y me mostró todo el concepto que quería llevar a la alta cocina.
Había recogido todos los detalles del viaje y había creado la huatia, para lo cual incluso fue haciendo pruebas y me pidió ichu, tierra de montaña, pero pude ver en la computadora que había recogido todos los detalles, desde el cocktail hasta los huevos crudos, las cervezas, los desayunos, la tierra, el aroma. Todo. Y desde que llegó temprano y lo recogimos del aeropuerto esperábamos con ansias a la delegación que venía por tierra para juntarnos y ser parte de las experiencias que nosotros habíamos organizado en Ayacucho. Y lamentablemente ése fue el último día en que pude estar al lado suyo. Y él siempre con esa serenidad y destreza. Cada momento era una enseñanza recíproca. No pudimos llegar a nuestro destino, que era explorar cinco variedades de tumbos y un almuerzo al estilo huanca, la bella esmeralda de los andes.
Jesús García Urrutia, chef adjunto Central
Conocí a Iván en Mistura del 2008, en una ponencia que él realizó. Sabía que podría aprender mucho y no me equivoqué, pues no sólo era aprender de su filosofía sino de entender que ser cocinero es una responsabilidad que puede causar un impacto positivo en la sociedad. Encontrar el porqué, para qué y para quién lo hacemos, hizo que vea la cocina de otra manera.
Iván formaba cocineros pero también te formaba como persona. Quienes hemos tenido el privilegio de haber sido formados por él lo mantenemos vivo mientras aplicamos lo aprendido en las cocinas donde nos toque estar. No fue fácil asimilar su partida pero estoy agradecido con Dios por haberme puesto a una persona como él en mi camino, ya que a través de lo que aprendí de él pude entender mi propósito en esta tierra. Gracias Iván, Lorena Nanka, María Huamán y Jason Nanka por abrir un camino para que toda una generación pueda seguir el trayecto trazado y así tomar la posta para seguir construyendo. Con mucho cariño.
Sebastián Mazzola, chef cooking in Motion
Mi recuerdo de Iván es muy fugaz. Solo nos conocimos brevemente, pero lo suficiente como para poder valorarlo como una persona íntegra, con espíritu y sin ego. La tragedia que le privó de cumplir su sueño hizo que yo me pusiera a disposición de la familia para ayudar a que ese sueño llamado IK viera la luz.
Trabajar y conocer al equipo que estaba dispuesto a acompañarle en IK me hizo descubrir que, además de una gran persona, Iván también fue un gran líder. Muchos de los jóvenes cocineros que inspiró hoy marcan el rumbo de la nueva cocina peruana.
Valeria Olivari, chef Las Cholas
Estos días he pensado mucho en él. Nos ha dejado una superlección de amor y una cadena de unión entre todos los que el destino quiso que lo conociéramos. Nos ha unido mucho más a todos los que amamos la cocina con tanta pasión como él lo demostraba en cada cocina por donde pasaba.
A pesar de no estar tan presente en la vida de él, los momentos en que estuvimos juntos fue como si nos conociéramos de mucho tiempo. Iván era tan bondadoso y generoso que dejó que lo quisiéramos tanto como un secreto que solo él sabía y guardaba. Es un ángel porque desde arriba nos continúa llenando de ejemplos. Y siempre lo recordaremos por ser Iván. Lo queremos mucho y nunca dejaremos de hablar de él.
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