Alfred Oliveri fue uno de los integrantes del mítico “Caiga quien caiga”, el programa más exitoso y divertido de la televisión argentina en los años noventa. Hoy, lleva dirigidos cinco documentales con su productora “House of Chef”, un camino lleno de anécdotas, mucho esfuerzo, desarraigo y una apuesta por lo que lo apasiona y disfruta en la vida. En esta nota, repasamos su trayectoria dentro y detrás de cámaras hasta llegar a filmar y dirigir “Virgilio”.
Por Paola Pisano
¿Cómo estás llevando el estreno de “Virgilio” en Netflix y que, paralelamente, Central haya sido elegido el mejor restaurante del mundo por The World’s 50 Best Restaurants?
Ha sido un momento muy emocionante, porque a través de la película acompañamos a Virgilio y a Central a lo largo de estos últimos años, con lo cual de alguna manera fue como una conclusión cinematográfica muy feliz. Cuando nosotros empezamos a soñar con hacer una película, estábamos en 2019; la rodamos en marzo de
2022, y él era el número cuatro del mundo; cuando la estrenamos en San Sebastián, Central era número dos del mundo; y cuando salió por Netflix llegó al número uno.
Por otro lado, el estreno de Netflix nos permitió llegar a muchísima gente. También hizo que fuera muy significativo para el Perú, porque se convirtió en un caso de éxito. Estuvo durante tres semanas en el top 10 de las películas más vistas, y realmente era importante que de alguna manera también la película estableciera un vínculo entre Virgilio y su gente.
Eres una persona muy conocida en Argentina por tu trayectoria e inicios al frente de la cámara. Todos te recordamos como el notero divertido en tantos programas. ¿Qué anécdotas tienes de aquella época?
Las anécdotas son infinitas. De hecho, tengo un libro para publicar sobre todos esos años que me permitieron hacerlo todo, digamos, en una edad ideal: desde conocer a las máximas estrellas del mundo del espectáculo, viajar, estrechar relaciones y crear vínculos personales con artistas que siempre he admirado. Lo que más rescato es el hecho de poder haber sido ya no un narrador, sino un protagonista de una época, y haber convivido con todos estos artistas maravillosos de la escena de Buenos Aires en una época muy florida y maravillosa.
Pasión hecha trabajo
Cuéntanos cómo llegaste a fundar “House of Chefs”, tu productora. ¿Cómo nace tu pasión por la gastronomía? ¿Te consideras un foodie? ¿Vas por el mundo buscando el restaurante o simplemente te dejas llevar?
Yo fundé “House of Chefs” con la idea de generar un concepto narrativo nuevo y original, una nueva manera de mostrar y contar el universo de la gastronomía a través de historias más humanas y vinculadas al territorio donde estas historias sucedían. He estado alejándome de las recetas y alejándome de las cocinas de adentro para mostrar el alrededor, para entender qué estaba pasando y por qué pasaba lo que pasaba y nacían estos conceptos en esos lugares. Esa vinculación con el territorio y los vínculos interpersonales lleva a historias profundamente humanas.
Por otro lado, “House of Chefs” nace para, de alguna manera, poder acercar estas historias al universo foodie. No es que yo me considere un foodie o vaya viajando por el mundo buscando restaurantes. Sí es verdad que conocí de primera mano muchos de los más importantes conceptos gastronómicos de 2015, que de alguna manera siguen siendo los mismos de hoy, para entender que existía un mapa imaginario que conectaba todos estos proyectos y estos cocineros, que podía haber una vinculación invisible entre Virgilio en Perú, con Mauro Colagreco, en la frontera entre Francia e Italia, con Don Julio en Buenos Aires, con Pablo Rivero, con Alex Atala en Brasil, con Massimo Bottura en Italia, en donde había toda una profundidad de concepto para llevar adelante su trabajo, sin dejar, por supuesto, de mencionar tal vez al padre del concepto de nueva independencia gastronómica, que es Gastón Acurio.
Tus documentales reflejan el trabajo en equipo de una cocina y la importancia de crear un trabajo en conjunto. En “Virgilio”, decidiste ponerle el nombre del chef, ¿fue por algo en especial?
Nunca fue la primera opción Virgilio. Yo, cuando empecé a trabajar sobre la historia y la idea de esto, estaba también muy atraído por la historia de amor entre Virgilio y Pía.
Me parecía muy entrañable que detrás de todo este trabajo, de toda esta inspiración, de todo este caudal profesional, había una historia de amor, como una comedia romántica dentro de una película gastronómica. También hay una de familia, tal vez de Malena. Con mi guionista, Paz León, llegamos a la conclusión de que era su imagen la que de alguna manera unía todos esos puntos. Era como el gran catalizador de todas esas historias, de todo ese lugar, de todas esas aventuras y de toda esa pasión. Terminó siendo “Virgilio”, que puede parecer tal vez como excluyente, pero en este caso era al revés, no era para exacerbar el personalismo, sino justamente para mostrar cómo una figura podía ser un faro que engloba todo.
Oliveri en Perú: El proceso detrás de “Virgilio”
¿Cómo fue filmar a Virgilio y su equipo en lugares como Lima, Cusco y la Amazonía del Perú y convivir con ellos? ¿Qué te dejó Perú como cultura?
Nuestros rodajes siempre son muy exigentes. Este fue un rodaje corto para la ambición de narrativa que teníamos. Son equipos muy pequeños, muy reducidos, en los cuales todos hacemos muchas tareas. A diferencia de otros casos, íbamos con un guion muy sólido y fuimos a lo que estábamos yendo a buscar, y lo fuimos encontrando; eso fue deslumbrante. El Perú y su cultura nos fueron abriendo puertas una a una. Empezando por Lima, especialmente por Barranco, por la cultura del barrio que homenajeamos en la película, el ecosistema mismo de Casa Túpac, y de ahí irnos abriendo al interior. Cuando fuimos al Amazonas y cuando llegamos finalmente a Cusco, a las terrazas de Moray, para retratar en tiempo real la reapertura de MIL después de dos años, fue un momento mágico y emocionante, y de alguna manera fue un honor poder ser parte y testigo de ese momento.
Hay un momento clave en que Virgilio se pregunta: “¿Qué hago haciendo gastronomía del mundo cuando yo quiero hablar o contar la historia de los orígenes?”. Esa parte es fundamental para poder entender todo lo que ha hecho y su amor por los orígenes, la cultura y la despensa de productos por descubrir…
Es muy interesante ver cómo se ve la evolución del pensamiento y sentir de Virgilio en relación con su trabajo y sus objetivos y motivaciones, y cómo de alguna manera sus planteamientos y sus desafíos van ampliando los límites de la gastronomía para llevarlos a un planteamiento más amplio. En cualquier caso, yo lo que considero es que lo que ha logrado es enriquecer su oficio o el resultado de su oficio a partir de este planteamiento mucho más amplio, de entender cuáles son sus fuentes de inspiración y referencias, que es básicamente ni más ni menos que el territorio del Perú en sus colores, sus climas y su gente.
¿Cómo crees que puede cambiar la perspectiva de la gente después de ver un documental como el de Virgilio? ¿Hay un mensaje de motivación para cocineros jóvenes y de esfuerzo?
Yo creo que hay un mensaje muy importante en la película, y lo percibo a partir de los mensajes de la gente que lo ve. Me parece que es un mensaje de motivación que va más allá de los cocineros. Es un mensaje de motivación para la humanidad, digamos. O sea, es un mensaje que nos conecta con la riqueza de nuestro entorno, y Virgilio propone una mirada distinta sobre el mundo. Eso es absolutamente estimulante, nutritivo y saludable, el entender que todavía estamos en un lugar maravilloso donde se pueden hacer más cosas maravillosas, se pueden establecer vínculos nobles y plenos de cariño. Realmente, hay muchas cosas maravillosas que suceden en el mundo y no tenemos posibilidad de conectar con ellas.
Sobre el documental, Virgilio comentó: “Este film es una oportunidad de compartir el trabajo que venimos realizando con la gastronomía, y mostrarlo a nivel global. Queremos transmitir la importancia de la unión de fuerzas en distintos campos, que las personas crean en nuestra diversidad, y que reconozcan nuestras virtudes y el camino de los sueños a pesar de las adversidades”. Creo que lo han logrado con un documental tan elaborado…
Sí, digamos, estoy de acuerdo. O sea, para Virgilio, yo diría que una de sus prioridades tiene que ver con poder dar la mayor visibilidad posible al trabajo que ellos desarrollan. Entonces, una película se convierte en un vehículo espectacular para poder llegar a todo el mundo y contar realmente lo que está sucediendo en el Perú a través de su trabajo.
En el caso nuestro, creo que va más allá y creo que la película lo logra de una muy buena manera en donde, digamos, no es una película informativa. Yo no hago películas informativas, meramente testimoniales, sino que tienen una ambición narrativa que mueve los aspectos humanos de estos personajes. Y yo creo que “Virgilio” reúne estos dos aspectos: da visibilidad a su trabajo, pero al mismo tiempo nos cuenta de una forma biográfica y apasionada la historia de este hombre y todo su entorno: su mujer, igualmente apasionada, su hermana, igualmente apasionada, quijotescas y comprometidas.
Es una película que a quien no le interesa la gastronomía, le va a interesar, a quien le interesa la gastronomía, le va a interesar mucho más, y, como decía antes, me parece que tiene un mensaje esperanzador que va en relación a cómo queremos vivir, cómo queremos sentirnos y cómo queremos relacionarnos con nuestro entorno.
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