No quiero que esto suene como presumida, pero me considero una persona atractiva, inteligente y simpática ¡Sé que tengo lo mio! Sin embargo, parece que todos los hombres que se me acercan (si es que se me acercan) me tienen miedo. En el pasado me han dicho que intimido, y eso se ha quedado conmigo hasta el punto de que no me siento cómoda yendo a citas, especialmente con personas con las que he estado hablando en línea. ¿Qué estoy haciendo mal? ¡Ayuda!

Por Cecilia de Orbegoso

Ay, cuando estamos en modo ON en el juego del dating es horrible y frustrante sentir que somos una especie de teflón humano: ¡Nada se pega! y que, matemáticamente, es muchísimo más factible que la selección peruana clasifique al mundial a que una al fin consiga un galán consistente. Y no lo voy a negar, la percepción que los demás tienen de nosotros puede afectar nuestra confianza, incluso cuando sabemos que tenemos mucho que ofrecer.

Para poner un poco de contexto, por lo que he podido ver, tanto de primera mano como por las experiencias de mis amigas, es que hay cinco situaciones por las que un hombre se aleja o simplemente no se acerca.

Primero, cuando el muchacho piensa que tienes muchas opciones y no lo vas a considerar. Una clásica es aquellos que dicen “uy, seguramente le llueven prospectos”, asumiendo que hay demasiada competencia, mientras que en la vida real una anda como dirían en México, como “taquero en cuaresma”, nadie se te acerca y si lo hacen es para pecar.

En segundo lugar, tenemos la situación donde el hombre te ve más exitosa, ya sea profesionalmente o en la vida en general, y tiene miedo a acercarse porque piensa que eres demasiado. Entonces te conoce, te ve y dice: “esto me va a requerir demasiado esfuerzo”. Y eso, déjame decirte no habla de ti, sino que dice mucho de él y de sus inseguridades. Y esto me lleva al tercer escenario, cuando te cruzas con ese tipo de hombre que no es a ti a quien realmente le teme, sino que le aterra la idea de comprometerse, o simplemente no está en el timing correcto para algo serio. En cualquiera de estos tres casos, pueden haber 1000 factores para que ese hombre no se acerque, y de esos probablemente 99.9% no tiene nada que ver contigo.

Dicho esto, pasamos a ver los factores que sí tienen que ver contigo, y damos pie al 4to escenario. Este, debo confesar, lo he podido ver con varias de mis amigas, y es cuando el galán te percibe necesitada. La desesperación es un perfume que se huele a lo lejos y para el cual los hombres tienen un olfato muy sensible. Entre ellos dicen “uyyyy esta mujer ya está hablando de matrimonio y nos acabamos de conocer”.  Así como para la mujer no hay nada más turn off que un hombre tibio (ese que no entra, ni sale, ni quita el pie de la puerta) para el hombre el equivalente es percibir en nosotras cierta urgencia. Aquí te recomiendo que hagas un autoanálisis de si te pones muy intensa ni bien conoces a alguien ya que en ese caso, puede que tus prospectos se sientan abrumados si perciben que estás poniendo mucha presión desde el principio.

Y finalmente, el quinto escenario es el tipo de miedo causado por nosotras mismas. Para explicarme mejor, es cuando cruzamos esa delgada línea de sentirnos mujeres “bravas, astutas y empoderadas” y terminamos siendo déspotas y groseras, teniendo una actitud de que nadie te merece y de ser indiferente a los demás. Si, la confianza y la autenticidad son super atractivas ¡100% de acuerdo! Pero a nadie le gusta que le hablen de mala gana (Además ¡¿para qué?! Si uno nunca sabe: el pollo de hoy puede ser el caldo de mañana).

Date un tiempito para analizar sinceramente de dónde viene esa intimidación que generas en los hombres, puede que la raíz sea algo que tengas que trabajar. De ser así, ¡no es el fin del mundo! y no estaría de más, si te sientes segura, de que lo converses con tus amigos más cercanos para obtener una perspectiva externa que puede proporcionar claridad y sugerencias útiles para mejorar tus relaciones interpersonales. Aunque te aseguro que, en la mayoría de los casos, es más con ellos que contigo, así que ni te preocupes y mucho menos te lo tomes tan personal, ya que si una persona no está a la altura, de ninguna manera deberías ser tú la que se agache.

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