Ingrid Yrivarren ejerce una diplomacia privada gracias a VIVA en el Mundo, la organización que le ha permitido canalizar su amor por el arte y la cultura y crear puentes entre el Perú y México. A donde vaya, ya sea a un evento en México o a una gala con la reina Sofía en España, siempre trata de difundir las bondades de nuestro país. Acaba de lanzar su tercer libro, “Tengo el orgullo. Cien historias extraordinarias de peruanos que hacen patria”. En su recién estrenado departamento de San Isidro, conversamos con ella y su esposo Carlos Salazar Albornoz, empresario mexicano, sobre la biculturalidad de sus hijas y, sobre todo, de su necesidad de seguir creando nexos entre ambos países y el resto del mundo.

Por Gabriel Gargurevich Pazos Fotos Javier Falcón

Cada quien tiene su razón de ser, su motivación en la vida. O al menos debería tenerla, según Ingrid Yrivarren. Si le preguntasen cuál sería la suya, ella diría que es dar, servir a los demás. A los diecisiete años, en una época de coches bomba y apagones, condujo noticieros en el Perú. Ha sido Miss Perú Mundo, así como la imagen de una cadena norteamericana de televisión (USA Networks). Gracias a la institución que dirige, VIVA en el Mundo, dedicada a promover la diplomacia privada y crear relaciones entre países, ha mostrado lo mejor de nuestro país en México y el mundo. Ingrid se ha convertido, en la práctica, en una embajadora del Perú que ha recibido elogios de presidentes, artistas, escritores y distintas personalidades, pues no solo ha sabido exponer lo mejor de la moda, el arte, la música y la artesanía peruana, sino también estrechar vínculos políticos y empresariales, como sucedió en el Viva Perú 2011, cuando se realizó un Foro de Minería en el Club de Industriales de México, por mencionar solo uno de los tantos eventos que ha organizado. ¿Es Ingrid, entonces, un orgullo para el Perú? “Yo no soy nadie”, responde. “Solo soy, humildemente, un vínculo, un motor, un hilo conductor para hacer brillar a los otros, resaltando lo maravilloso que tiene el Perú”.

¿Es realmente maravilloso el Perú a pesar de estos tiempos de crisis política, social, económica e incertidumbre? Para Ingrid, es precisamente en estos momentos cuando hay que hacer cosas positivas y productivas para el país, “cosas que enaltezcan a nuestro país, que empoderen a su gente, que generen esperanza”. ¿Como la publicación de un libro que se titule “Tengo el orgullo. Cien historias extraordinarias de peruanos que hacen patria”? Por ejemplo. El libro, editado por Planeta, se presentó el pasado 13 de diciembre en el Gran Teatro Nacional, en el marco de un apoteósico evento que congregó no solo a los cien personajes retratados en la publicación, sino también a peruanos que hacen patria desde distintos ámbitos de la sociedad, amando sus profesiones, amando al Perú.

“Hay muchos sinsabores, caos político y económico en el país. Pero también tenemos muchas cosas que valen la pena, muchos personajes con historias de vida que son realmente un ejemplo a seguir, porque el éxito les ha costado, porque la vida no es fácil, a todos nos cuesta, a unos más que a otros, es verdad, pero a todos nos cuesta”, dice. Entonces, ¿el gran capital del Perú es su gente? ¿Hay que sentirnos orgullosos del Perú por su gente? “La gente es la esencia, es el núcleo de un país, desde luego, es de las cosas más valiosas que tenemos. En el Perú tenemos gente muy ‘echada para adelante’, como dicen en México, que persevera ante las adversidades, y eso es algo que hay que rescatar”.

En el prólogo, Santiago Roncagliolo escribe lo siguiente: “Los triunfos de estos personajes no son solo suyos: son los de un país. Inevitablemente, cada uno de estos personajes lleva la bandera peruana a los podios olímpicos, los galardones empresariales, los premios literarios. Un poco de todos nosotros descubre con ellos que es posible cambiar las cosas”.

Un homenaje de talla mundial

Con algunos personajes tenía cercanía, como con Mario Vargas Llosa, Juan Diego Flórez, Ani Álvarez Calderón o Ana María Guiulfo. Pero a muchos no los conocía, “sobre todo a los de provincia. Pero me abrieron su corazón, su alma, me contaron sus historias, historias de resiliencia; en muchos casos, se trató de empresarios tocados por la insania del terrorismo”. Entonces menciona a Samuel Dyer, y cómo logró huir de un comando de Sendero Luminoso, en Huánuco; a Ishmael Randall, quien, a los 6 años, en Ollantaytambo, se escondió debajo de una mesa, en medio de una celebración donde el MRTA irrumpió para dar muerte a todos los que participaban en ella; a Dora Rodríguez Carbajal, que a los 14 años tuvo que dejar su natal Ayacucho huyendo de Sendero Luminoso, para, años más tarde, fundar Yámboly, una de las tres marcas de helado más reconocidas en el Perú.

Ingrid dice tener un “servicio de inteligencia” en Perú, amigos queridos a quienes les cuenta sus proyectos, sus anhelos, sus “sueños utópicos”, siempre y cuando tengan una razón de ser, un efecto positivo en la sociedad. Entonces, habría que mencionar a Fernando Berckemeyer o a la periodista Rafaella León, quienes le echan una mano con la investigación respecto a los temas que quiera abordar, desarrollar y difundir. “Hace un tiempo, Fernando me regaló el libro ‘Momentos estelares de la humanidad’, de Stefan Zweig, y me gustó tanto que empecé a leer todos sus libros; ahora es unos de mis autores favoritos. Entonces pensé que en algún momento yo debería escribir un libro que diera cuenta de los momentos estelares del Perú. Pero quedó en idea”, dice.

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