Mujeres que dedican gran parte de su vida a apoyar a causas filantrópicas hablan con COSAS sobre el impacto que tienen sus proyectos sociales en la actualidad. Desde sus trabajos en el mundo corporativo, las redes sociales o la escena artística, estas mujeres son la muestra viviente de que dar siempre es mejor que recibir.

Por Redacción COSAS

María Gracia Avilez – Directora Ejecutiva de Make-A-Wish Perú

La historia de María Gracia en Make-A-Wish es una historia de resiliencia que tiene como protagonista a su hija, una niña que hace dieciocho años tenía solo 2, y a la que diagnosticaron con neuroblastoma de estadio 4, el más agresivo de todos. Luego del diagnóstico, cuando en el Perú no podían ofrecerle más opciones de tratamiento, ella y su familia viajaron hasta Argentina, donde la pequeña se embarcó en un tratamiento complejo que incluyó quimioterapia, radioterapia y trasplante de médula. “Estando allá, en medio de la etapa del trasplante de médula, yo le decía que la iba a llevar a Disney. Dentro de mi grupo de apoyo, me hablaron de Make-A-Wish, averigüé y me acerqué a ellos. Mi hija pidió su deseo y nos derivaron a un lugar maravilloso, una especie de villa que recibe a niños de todas partes del mundo que quieren cumplir su deseo de ir a Disney. Ahí hubo un cambio de mi vida de manera total. Yo venía de trabajar en una empresa, y entonces vi a los voluntarios, gente que sin conocerte hacía cosas por ti. Me dije: ‘Esto es lo que quiero hacer. No quiero volver a sentarme en una oficina a trabajar corporativamente, quiero hacer cosas por las personas’”, recuerda.

Los CEO de Make-A-Wish alrededor del mundo se reúnen cada año en una de sus fliales. Este año, la reunión tuvo lugar en el Perú. Detrás: Kurt Viteri (Ecuador), Jenny Cook, Vice President Affiliate Development and Support Make-A-Wish International; María Laura Chávez (México), Camila Triana, Regional Director Affiliate Development & Support Latin America; María Gracia Avilez (Perú), Camila Grisales (Colombia), Isabel Amado (Panamá), Roberto Villalpando, director de Finanzas México. Delante: Barbara Lewin (Chile), Thais Bernardini (Brasil), Helenn Schonberger, fundadora de Make-A-Wish Ecuador, y Mónica Parisier (Argentina).

Su hija logró recuperarse, y cuando volvieron al Perú, no dudó en contactar a Make-A-Wish Perú para convertirse en voluntaria. Así empezó su camino. Conoció a Aída Vurnbrand, quien trajo Make-A-Wish al Perú, y ella se convirtió en su maestra. “Fui parte del directorio, llegué a ser vicepresidenta con Aída. Luego, por temas personales, comencé a buscar trabajo, y quería hacerlo a la par de mi voluntariado con Make-A-Wish; sin embargo, justo la CEO renunció, y fue como una señal de que ese puesto era para mí”, recuerda María Gracia, quien lleva nueve años a la cabeza de la fundación, logrando ser testigo y parte de su increíble crecimiento. “Se empezó con veinte, treinta deseos al año, y así fue subiendo. En 2017, comenzamos con nuestro Wish Journey, que hace que los deseos sean más que una entrega y se conviertan en una experiencia sin igual para los niños. En 2020, en medio de la pandemia, logramos cumplir doscientos deseos, y el año pasado hemos cumplido cuatrocientos veinte. Para este año, la perspectiva es pasar los cuatrocientos ochenta. El crecimiento ha sido muy grande, y ha convertido al Perú en el país que más deseos cumple en la región”, destaca, no sin antes recordar el objetivo principal de Make-A-Wish. “Cumplimos deseos a niños, entre los 3 y 18 años, que estén diagnosticados con una enfermedad que pone en riesgo su vida. Estos deseos buscan curar su alma, alejarlos por un momento de la enfermedad, devolverles lo que están perdiendo, que es alegría, ilusión y esperanza. Un niño con la expectativa de recibir algo que siempre quiso, obviamente tiene una mejor actitud frente al tratamiento, que es lo que se quiere”, concluye.

Alessandra Belaunde – Fundadora de “El Closet de Ale”

Una iniciativa que comenzó en pandemia ha perdurado por casi cuatro años y se ha convertido en uno de los proyectos más importantes de la empresaria y creadora de contenido Alessandra Belaunde. “El Closet de Ale” es un closet sale 100% benéfico que nació por la necesidad de recaudar dinero para comprar mascarillas, un bien tan necesario en la pandemia. Sin embargo, una vez superada la emergencia sanitaria, el impacto que tuvo llevó a que Ale continuara con el proyecto, que hasta el momento ha logrado contribuir a grandes fundaciones. “Hemos trabajado con tantos rubros que ver el impacto que tenemos es increíble, hemos apoyado a tantas ONG que puedo haberme olvidado de alguna, pero he trabajado con muchas, desde pequeñas de pueblos rurales en Cusco hasta otras más grandes, como OLI, Juguete Pendiente y Misión Huascarán. Esta última es a la que más apoyo, porque me gusta el hecho de que cubre seis sectores de la vida humana: educación, salud, trabajo, hogar, alimentación y tratan de educar a la gente para que mejore su calidad de vida. He hecho viajes a Huaraz con ellos, y creo que eso, ver lo que logran los donativos, es lo que más me impacta. Hubo una época donde hicimos una campaña de libros, y recuerdo que toda mi casa estaba llena de libros. Cuando llegué allá y vi la biblioteca armada para los niños fue muy emotivo. Es gratificante, me siento muy feliz con lo que hago”, comenta Belaunde.

La mayor parte de las gestiones detrás de “El Closet de Ale” están guiadas por la misma Alessandra, quien además tiene dos marcas de ropa y accesorios, KOMODA y Posh. La inf luencer recibe donaciones de ropa en buen estado o saldos de marcas, selecciona las prendas y se encarga de la difusión de cada item hasta que estas encuentren a sus compradores. ¿Cómo? Es capaz de grabar decenas de historias de Instagram al día para motivar la compra. Aunque antes era ella misma quien contestaba los mensajes y concretaba las compras, ahora tiene a dos personas que la apoyan en esas gestiones y en el empaquetado. A pesar de lo complicado que pueda parecer todo el flujo de trabajo, Belaunde prefiere mirarlo como algo simple. “‘El Closet de Ale’ es muy rápido: una recibe los pedidos y la otra empaca. En tres minutos puedo grabar cuarenta historias, ya le cogimos el ritmo”, comenta.

“El closet de Ale” reúne donaciones de ropa en buen estado o saldos de marcas.

Pero este no es el único impacto social que Alessandra busca aprovechando su influencia como figura pública. En sus redes sociales, se encarga de visibilizar emprendimientos locales y, además, fue aliada de la campaña de la lucha contra el cáncer de Estée Lauder, creando un producto de su marca, KOMODA, que generara ganancias para dicha causa. “Creo mucho en el karma y que el mundo da vueltas; yo considero que, si tú ayudas, eventualmente te cae la misma energía, la misma sensación de gratitud, felicidad y abundancia. Todo lo que das, recibes. Cuando lancé KOMODA, y agoté en 48 horas, me parecía una locura, y mi mamá me dijo: “Es el karma, has pasado tanto tiempo dando que ya te tocaba recibir”. Siempre he sido de tratar a los demás como me gustaría que me traten, y de dar como me gustaría recibir”.

“Me siento feliz con lo que hago”, dice Alessandra sobre su apoyo a los más necesitados.

Katja Montagne – Directora de Fundación OLI

“OLI nace por este interés por la filantropía, que está basada en el amor por los demás”, dice Katja Montagne Ucovich cuando se le pregunta por la razón de ser de la Fundación Organizando las Iniciativas (OLI), creada en 2012. Su visión es clara: crear una cultura filantrópica en nuestro país, promoviendo la cultura de la solidaridad de la mano con la sostenibilidad. Antes de OLI, Katja era una artista plástica con un gran sentido de justicia social, por ello plasmó esta idea de ayudar a los demás con una plataforma solidaria dedicada a canalizar esfuerzos y recursos, y así conectar a personas e instituciones por la igualdad de oportunidades en los rubros de: medio ambiente, salud, cultura/ educación y empoderamiento/reducción de pobreza; mediante las alianzas estratégicas, proyectos e iniciativas solidarias y campañas de ayuda humanitaria, según los Objetivos de Desarrollo Sostenible propuestos por la Organización de las Naciones Unidas (ONU).

Antes de OLI, Katja era una artista plástica con un gran sentido de justicia social.

“Estos doce años han sido realmente satisfactorios, con grandes retos. Al día de hoy, hemos logrado desarrollar nuestro propio ecosistema, somos una organización sólida con una red de aliados de más de noventa ONG, con las que generamos alianzas para poder multiplicar la ayuda. También contamos con el programa OLI Incuba, donde damos soporte a más de veinte iniciativas solidarias y los ayudamos a potenciar su proyecto para beneficiar a más personas. Durante todo el año tenemos activas diferentes campañas para llevar tu solidaridad a quienes más lo necesitan, y en caso suceda alguna situación de estado de emergencia, inmediatamente se activa una campaña adicional”, menciona.

El equipo de OLI. Paula Negrón, líder de Alianzas e Iniciativas; Sofía Arakaki, líder de Imagen y Comunicaciones; Katja Montagne, directora general; Diana Crousillat, directora ejecutiva; Vera Lucía M. de Salguero, coordinadora de Corazones Solidarios; Katherine Escalante, coordinadora de Logística y Donaciones; y Carlos Mogrovejo, jefe de Nuevos Proyectos.

Asimismo, “ tenemos dos programas propios, que nacieron en Fundación OLI y ahora trabajan de manera independiente para impactar a más personas. Uno es “Corazones solidarios”, un programa de triple impacto en donde trabajamos con madres y padres que tienen a sus hijos pasando por tratamientos médicos, y ellos cosen llaveros para vender. Y el otro programa es “Barrigas contentas”, donde trabajamos con ollas comunes. Dentro de nuestro equipo al servicio, contamos con voluntarios, embajadores, voceros, socios o emprendedores, quienes a través de su tiempo, esfuerzo y experiencia nos ayudan a llegar a más personas cada día”, dice la gestora de esta fundación.

Katja durante la campaña “Yo no voy a parar de donar”, que repartió kits de emergencia durante el fenómeno de El Niño.

Gracias al trabajo de Katja y a las alianzas estratégicas que ha logrado, más de ochocientos mil peruanos son beneficiados. Fundación OLI está presente en el 75% del territorio nacional, en los departamentos de Tumbes, Piura, La Libertad, Áncash, Lima, Arequipa, Tacna, Cajamarca, Amazonas, Loreto, Ucayali, Madre de Dios, Junín, Pasco, Huancavelica, Puno y Cusco.

“En los próximos años, esperamos expandir el número de iniciativas de programas solidarios que respaldamos, porque siempre hay alguien que necesita lo que tú puedes dar”, concluye Katja.

Damas voluntarias de Misión Huascarán

Desde hace trece años, la ONG Misión Huascarán, respaldada por el compromiso apasionado de sus Damas Voluntarias, ha desplegado incansables esfuerzos para elevar la calidad de vida en las comunidades rurales de Áncash.

Fundadores y voluntarias de Misión Huascarán unen esfuerzos para cambiar la realidad de comunidades rurales de Áncash.

Fundada por Mariana Correa de Hoschild, esta organización ha hecho frente a desafíos geográficos, económicos y educativos, consolidando su visión de extender su impacto a comunidades vulnerables de Áncash, fortaleciendo programas fundamentales en nutrición, educación y salud, gracias al apoyo de sus Damas Voluntarias, como Carla Alalu, Ani Álvarez Calderón, Berit Blufstein, María Eugenia de Romaña, Sol Delgado, Helena Gereda, Bea Forero, Magdala Zevallos, Margoth Zaidan, Pamela Matta, Uschi Miró Quesada, Karen Mitre, Claudia Morelli, Nuria Puig, Viviana Ribaudo, Hanny Rodrigo, Joelyn Romero y Rosmarie Schuller.

Voluntarios de Misión Huascarán.

Con un alcance directo a más de treinta mil beneficiarios y un impacto indirecto en más de ciento veinte mil personas en ciento ochenta comunidades rurales en 2023, Misión Huascarán ha demostrado su compromiso con la transformación integral de estas zonas de intervención.

Gracias a diferentes grupos empresariales que han aportado a los programas sociales, se logró la reducción de la tasa de anemia de 44% en 2019 al 12% en diciembre de 2023, correspondiente a escolares. Esto impactó de igual manera en madres gestantes y niños menores de 3 años, gracias al aporte en hierro y nutrientes complementarios del programa de nutrición, el mismo que incluye su panadería especializada con fórmula antianemia.

Misión Huascarán beneficia directamente a más de treinta mil persona.

Asimismo, se destacan los doscientos ochenta y dos mil panes hemínicos elaborados y distribuidos, cubriendo el 80% del requerimiento diario de hierro, y las trescientos setenta y siete intervenciones comunitarias educativas, beneficiando a más de quince mil personas.

En el ámbito educativo, han alcanzado 1306 horas pedagógicas en seis escuelas rurales, superando el 62% de la meta de libros digitales leídos, llegando a 24.300 libros a través de la plataforma Raz-Kids, lo cual ha contribuido a la reducción del analfabetismo del 86% en los alumnos del programa.

En el programa de salud, se llevaron a cabo sesenta y siete campañas médicas, atendiendo a más de diecisiete mil beneficiarios con consultas médicas especializadas en ciento ochenta comunidades altoandinas.

Nuevos horizontes para 2024

La ONG Misión Huascarán, liderada por sus Damas Voluntarias, establece ambiciosas metas para el año 2024. En el programa de educación, buscará expandirse a nuevos colegios rurales adicionales, beneficiando a más de trescientos alumnos.

En nutrición, se contempla la implementación de nuevos gallineros solidarios y doscientos biohuertos, junto con la expansión de la panadería antianemia.

Finalmente, en el ámbito de la salud, se prevé establecer alianzas estratégicas con empresas farmacéuticas para proporcionar medicinas a aquellos que más lo necesitan.

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