Luego de su participación en la Unesco, representando al Perú con el uso de la fibra de alpaca, Anís Samanez se reencuentra con nosotros. Mientras la diseñadora disfruta de su faceta de madre de dos hijos, su pasión por la moda continúa intacta. Está por lanzar una nueva colección de su marca personal, que luce en esta sesión en el marco de una amena conversación
Por Diego Ochoa Acosta Fotos Nicolás Garrido
Conocí a Anís Samanez hace aproximadamente ocho años, durante una actividad social para la organización “Make A Wish Perú”. Juntos hicimos realidad el deseo de una niña que soñaba con ser modista, y Anís le organizó un día inolvidable, e incluso la llevó a conocer su antiguo centro de estudios en Perú, Mod’Art. Durante nuestra conversación, confiesa que mantuvo contacto con la joven por algún tiempo, ya que sintió la necesidad de continuar apoyándola. “No pude con mi genio”, sostiene la diseñadora.
Anís ahora tiene 35 años, y ayudar a los demás continúa siendo uno de los rasgos que más la caracterizan. Señala que está felizmente casada con el empresario Diego León de Peralta -CEO de DLP Group-, con quien dio la bienvenida a dos hijos que no deja de nombrar durante nuestra conversación. Claramente, sus prioridades han cambiado, pero su esencia se mantiene intacta.
Si hubiera que detallar su carácter, Anís se describiría fácilmente como una mujer llena de vida, siempre ocupada, pero que no deja de bromear y compartir anécdotas en todo momento. Admite: “Soy un pulpo, hago ochenta cosas al mismo tiempo; hace poco estuve con neumonía, y ni así puedo parar”. Desde los 3 años, su carrera ha estado marcada por desfiles y sesiones fotográficas, un trajín que disfruta sin esfuerzo. “Nunca he tenido vergüenza de nada”, asegura.
Con más de 68 mil seguidores en Instagram, Anís comparte su arte y su vida con un público que la ha seguido durante años. Recuerda cómo todo empezó jugando, cuando su mejor amiga, la actriz Stephanie Cayo, le creó la cuenta sin imaginar el impacto que alcanzaría.
En estos días, se prepara para el lanzamiento de una de las colecciones más grandes que ha trabajado junto a una tienda por departamento. La observo supervisar cada prenda con gran cuidado y atención al detalle, actitud que deja muy en claro su amor por la moda. Ya que es natural para ella involucrarse en varios proyectos en paralelo, también está a punto de lanzar la nueva colección de su marca homónima, Anís Samanez, y nos muestra un adelanto exclusivo en esta sesión de fotos.
Eres de las diseñadoras peruanas que no hacen desfiles de moda hace bastante tiempo. ¿A qué se debe esta decisión?
Tuviste la oportunidad de ir a mi presentación hace poco, la cual fue una propuesta diferente, distinta a lo que normalmente los diseñadores presentan aquí en Perú. Yo no quiero desfile, ya pasó un poco de moda. Pero a ver, hay gustos para todos. Tengo la suerte de poder viajar y ver lo que se hace en otros países. No quiero enseñar ropa, quiero enseñar arte en ropa, que es muy distinto. Además, trabajar con comunidades y con responsabilidad social. Tratar de usar fibras y materiales peruanos, y que todo tenga un fin, que cuente una historia: arte hecho ropa.
¿Cómo te llevas con las redes sociales actualmente?
Hay un montón de gente que tiene millones de seguidores porque a las personas le gusta ver lo que hacen, lo que suben, su contenido. Sin embargo, tú las invitas a comer al restaurante, les das ropa, y no te venden nada. En mi caso, como soy bien peruana, la gente me sigue por lo que hago. Nunca he trabajado mucho con marcas, no publico nada que no me guste, ni que no vaya con mi línea. Soy creíble porque mi publicidad en redes es orgánica. Nunca me voy a vender por plata.
¿Cuáles son tus límites al momento de exponerte en redes?
No enseño las caras de mis hijos por respeto a mi familia, a mi esposo. Si quieren salir, eso lo decidirán cuando tengan 18 años. Tampoco he sido de las que se cuelgan a posar con influencers; no me interesa porque no me interesan esos seguidores; finalmente, no son mi target. Recuerdo que hace algunos años, influencers como Luana Barrón o Flavia Laos me seguían en Instagram. De hecho, una de ellas se me acercó en una fiesta a contarme que admiraba mi trabajo; luego se volvieron famosas y dejaron de seguirme [risas].
¿Has tenido que lidiar con prejuicios socialesalo largo de tu carrera?
Al principio tuve que lidiar con el odio del público, ya que para muchos era la “rubiecita” que no representaba al Perú. Pero, pese a tener altos y bajos, haber dejado de trabajar algunos meses, e incluso haber vivido cambios en mi vida, lo que siempre se ha mantenido constante es mi amor al país, y lo he demostrado con hechos y constancia. Esa es parte de la razón por la que la gente comenzó a agarrarme un poco más de cariño, pues yo también soy peruana.
Este trayecto no ha sido fácil. Me comentaste que te las ingeniabas para juntar dinero e irte de viaje para lograr crecer en tu carrera. ¿Cómo ha sido esta experiencia para ti? Sí. Yo no le he pedido un sol a nadie. Toda mi vida he hecho fotos, desde que tengo uso de razón, y cuando quise irme a estudiar a Europa, comencé a hacer más sesiones para lograrlo. Era lo que sabía hacer y mi medio de generar ingresos. Me fui con mi plata, me compré mi pasaje. La verdad es que no sé cómo sobreviví allá, creo que existía gracias a las papas Pringles. Cuando regresé, apenas tenía diez euros, empecé de cero, y volvía hacer fotos para construir mi capital.
Foto: Nicolás Garrido
Producción: Aster
Video: Eduardo Luna
Maquillaje y peinado: NUNA Makeup
Intervención de logo: Luis Enrique Zela-Koort
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