Durante la campaña rumbo a Palacio de Gobierno, Avelino Guillén Jáuregui se convirtió en el alfil anticorrupción del candidato Kuczynski. Sin embargo, al término de esta, Guillén no ocupó ningún cargo público, solo se mantuvo como asesor cercano del presidente, con quien venía conversando sobre la conformación de una comisión que estudiaría medidas radicales contra la corrupción.
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¿Cuáles fueron los motivos concretos que lo alejaron del entorno del presidente?
Cuando se sumó a la campaña de PPK, se esperaba que, al llegar al poder, usted ocupara un alto cargo en temas de políticas anticorrupción. ¿Qué pasó?
Entiendo que la conformación del Congreso, con una mayoría absoluta del fujimorismo, determinó que el Ejecutivo tomara medidas para no provocar a esta bancada, porque habría representado un gesto inamistoso en pleno pedido de facultades legislativas. Se consideró que no era el momento de asumir un rol protagónico. Pero debe quedar claro que cuando me acerqué a Pedro Pablo Kuczynski para apoyarlo en campaña, nunca negocié ningún cargo o posición.
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¿Cuándo perdió contacto con Pedro Pablo Kuczynski?
He venido conversando de políticas anticorrupción con representantes del gobierno, como Fernando Zavala, hasta el 5 de octubre pasado.
Precisamente antes de que detonara el caso del exasesor Carlos Moreno y su influencia en el SIS.
Exactamente. Se ha deslizado que el gobierno me consultó sobre este tema, pero debo aclarar que no ha sido así. El 7 de octubre salió Carlos Moreno a denunciar que se le había “chuponeado” en Palacio de Gobierno, porque ya sabía desde el 5 que se iba a propalar un audio en un programa de televisión.
¿Sobre qué temas estaba conversando con el gobierno antes de que explotara este escándalo?
Sobre la conformación de una comisión de estudio que hiciera un diagnóstico del tema anticorrupción, para proponer un paquete de medidas.
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El tema empezó a tomar forma, pero se interrumpió por el viaje a Estados Unidos y China del presidente. Y después del 5 de octubre, parece que se determinó un nuevo escenario que cambió la agenda de gobierno.
¿No lo volvieron a llamar, ni usted a ellos?
Yo no los he llamado, ni ellos tampoco a mí.
¿La comisión sobre la que estaba hablando con el primer ministro Zavala era la llamada Comisión de Integridad, formada a solicitud del presidente Kuczynski?
No, hablábamos de una comisión de mayor alcance, con un trabajo por etapas, de largo plazo y con medidas que fueran más allá de una reacción de emergencia. Es una respuesta saludable frente a un hecho condenable, pero donde entra a tallar el cálculo político por la disminución de la aprobación presidencial en las encuestas. La notoria pérdida de confianza de la ciudadanía y la exigencia de una postura más firme en este punto los ha forzado a tomar medidas.
¿No le incomoda que de pronto estalle un caso de esta magnitud, al más alto nivel del gobierno, y que no lo vuelvan a convocar ni para pedirle su opinión, habiendo acompañado al ahora presidente en la campaña?
La lucha anticorrupción es una bandera seductora para ganar una elección. PPK ganó, en parte, porque enarboló una mejor posición y estrategia, con técnicos reconocidos por su lucha contra la corrupción, porque era débil en materia de seguridad ciudadana frente a su adversaria. En 2011, Ollanta Humala me convocó también durante su campaña, pero una vez en el poder perdí todo contacto con él. Los políticos, lo he visto con mis propios ojos, cambian una vez que llegan al poder. No me siento utilizado, me siento bien porque actué sobre la base de mis convicciones, sin pedir nada a cambio. Pero una voz independiente a veces también te hace ver tus propios errores, y eso no gusta. Soy frontal y no conozco lo que es el cálculo político.
Pero lo convocaron precisamente por su independencia.
Los políticos son como los chocolates: vienen en envolturas seductoras. La labor de los publicistas y asesores es ocultar las debilidades y mostrar supuestas virtudes que no se tienen. Confesaré algo que nunca he hecho público: tengo mucha tirria a los políticos, no me gustan. Me hicieron cinco propuestas para integrar un partido, entre ellas dos planchas presidenciales, pero no acepté ninguna. Mi independencia no la hipoteco por nada.
Por Luis Felipe Gamarra
Foto de Javier Zea
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