Acaba de ganar el Globo de Oro a Mejor Actor en Película Dramática por su interpretación en Manchester by the Sea y ahora Casey Affleck se perfila para llevarse la estatuilla al Mejor Actor en la gala del Oscar que se realizará el 26 de febrero.
Descríbenos tu recorrido para llegar a Manchester by the Sea.
Comenzó cuando leí el guion, que estaba tan bien escrito que inmediatamente conecté con la historia. Todas las personas que lo habían leído opinaban lo mismo, entendiendo la tragedia que le toca vivir a estos personajes. Es una gran ventaja trabajar con material tan bueno. Kenny (Kenneth Lonergan) es un director brillante.
Se nota tu admiración por él…
Siento una admiración profunda. Conversé con Kenny sobre esta historia, tratando de entender su punto de vista mucho antes de que comenzáramos a rodar el filme. Mi trabajo consistió en llegar al set preparado para acceder a las emociones necesarias para interpretar mis escenas en forma realista, de modo que los espectadores pudieran tener su propia reacción emocional. Las palabras estaban escritas, nosotros les inyectamos la emoción. Los otros actores, especialmente Michelle Williams, elevaron mi trabajo, me hicieron un mejor actor. Fue necesario encontrar mi dolor y mi autodesprecio para transformarme en Lee, mi personaje.
Se comentó que fue Matt Damon el que te eligió para este papel.
Sí, pero quiero corregir un pequeño detalle: fue Kenny el que tomó la decisión. Era su película, y no iba a hacer un filme donde otra persona decidiera por él. El sueño de todo actor es que te permitan actuar en algo tan complicado, tan profundo y emocionante. Lo que sucedió fue que Kenny me envió el guion mucho antes de que se materializara la cinta, conversamos como amigos, le di mi opinión y algunas sugerencias que él encontró muy positivas. Tiempo después se dijo que Matt iba a dirigir y protagonizar la película, pero finalmente se convirtió en el productor. Me contactó y me ofreció el papel. Yo sabía que este sería un tema muy difícil y que me cambiaría la vida, que no podría llegar a mi casa y salir con mis hijos a un parque de diversiones tan fácilmente. Opté por alejarme de mis hijos durante todo el mes del rodaje. Fue difícil.
¿Te era difícil volver a casa por la noche con esa gran carga emocional?
Por supuesto. Permanecí en el personaje de Lee Chandler durante todo el rodaje de la película. Fue como nadar en un océano; a veces sentía que quedaba demasiado tiempo bajo el agua, pero otras veces sentía que apenas me mojaba los tobillos. Fue un lujo poder llegar al set con un ánimo terrible y que todos lo entendieran. Una película no se hace solo con los actores y el director, sino con todo el equipo, como una gran telaraña. Todos dependemos de todos. Mi trabajo consistió en ser un tipo triste durante un mes, sin que nadie me criticara por eso.
¿Te afectó?
Hay actores que son capaces de entrar y salir de sus personajes muy fácilmente. Yo decidí que sería un tipo miserable por un tiempo, soy muy bueno para eso (ríe). Mi personaje no dice mucho, es como un globo de agua a punto de explotar. El público se da cuenta de lo que lleva dentro. Por supuesto que me afectó mucho su profunda angustia.
¿Prefieres interpretar personajes oscuros?
Sí, encuentro que la gente dañada es más interesante de interpretar que los superhéroes. Puedo llevar una parte de mí mismo cuando los interpreto. Termino enamorándome de las tragedias de otras personas.
Los parlamentos en la película son muy cortos, casi lacónicos. ¿Tú también eres más bien callado?
Lee, mi personaje, no es muy bueno para los parlamentos largos. Es un hombre de pocas palabras que se dedica a sus tareas. Yo, en cambio, hablo puras tonteras todo el día. A veces prefiero decir cosas sin consecuencia para evitar conversar sobre temas más profundos. Soy un hombre distinto. No estoy dañado como mi personaje. Converso con los demás y siento empatía. Como actor me siento vulnerable, inseguro. En algunos momentos, los actores se sienten sobreexpuestos, pero estamos más cómodos en nuestra propia piel precisamente por esa sobreexposición.
Lee vive un tragedia tremenda que casi lo destruye. ¿Cómo encaras tú el dolor?
Creo que cada persona es diferente y todo depende de las circunstancias. Por suerte, nunca me ha tocado vivir algo tan terrible como a mi personaje. Por eso no me remonté a mis propias experiencias, simplemente usé mi imaginación. Para mí, esta es una historia de dolor y perdón, de cómo las personas siguen adelante a pesar de todo. También se trata de los momentos buenos y los momentos tristes. El personaje de Michelle (Williams) tiene fuerza para continuar con su vida después de la tragedia. Lee trata de hacerlo, pero como dijo Churchill: “Si vas por el infierno, continúa avanzando”.
¿Y él logra salir de ese lugar?
Muchos piensan que no lo logrará, que se siente responsable y nunca se recuperará. Quizás otros puedan perdonarlo, pero él nunca se perdonará. Al comienzo de la película, Lee no piensa en nada, está bloqueado. Por eso, la relación con su sobrino es tan buena, porque a través de sus preguntas finalmente lo saca de su depresión.
En la película interpretas a un tío. ¿Cómo eres tú con tus sobrinos?
Siendo tío no tienes que actuar exactamente como un padre, pero, aun así, eres un modelo importante para tus sobrinos. No tienes que disciplinarlos, no tienes que mandarlos a acostarse y nunca tienes que ser el malo de la película. En este filme, el tío no desea estar con su sobrino, no quiere volver a esa ciudad que le trae recuerdos tan terribles. Todas las personas que encuentra ahí lo hacen sentirse mal respecto a sí mismo. En ellos ve reflejada su peor versión. Por eso levanta muchas defensas, se cierra, pero su sobrino, que es un chico muy dulce e inocente, logra derribar estos muros y nace una comunicación muy tierna entre los dos.
¿Cómo es la relación con tu hermano Ben?
Tener hijos nos cambió completamente la dinámica. Los dos somos padres. Es como si se encendieran las luces de la vida, te haces más sensible y ves todo en forma diferente. Ben y yo hemos sido siempre muy unidos, como estoy seguro que lo es mucha gente con sus hermanos. Aunque a veces haya peleas gigantescas, en otras sientes que es la única persona con la que quieres realmente conversar. Es fantástico que Ben y yo tengamos la misma profesión, porque entiende lo que implica, nos comprendemos el uno al otro. No necesitamos ninguna explicación.
Por Yenny Nun