Cuando era un adolescente en Kentucky, Boyd Holbrook practicaba un peculiar pasatiempo: gastaba horas y horas dibujando edificios. El hoy convertido en uno de los hombres más solicitados de Hollywood no tenía ninguna vocación actoral por ese entonces. Lo que el quería era ser arquitecto. Para llegar a convertirse en el hombre que cazó a Pablo Escobar y en el villano que Wolverine enfrenta en su última hazaña mutante, tuvieron que suceder muchas cosas. Improbables y distintas. Como es él.
Boyd Holbrook: la sensibilidad y la moda
Si uno ve sus dos últimos grandes papeles, podrá ver diferencias y similitudes. En Narcos es un agente de la DEA. En Logan (que se estrena el 2 de marzo en nuestro país) es el villano Donald Pierce. Si bien ambos personajes se contraponen de acuerdo a sus intenciones, los dos tienen algo en común: son tipos rudos. Por eso, si alguna persona solo reconoce a Boyd por estos dos trabajos, tal vez le sea difícil imaginar que la persona que los encarna es un apasionado de la fotografía, escritor de poesía y escultor que ha expuesto sus trabajos en algunas de las más importantes galerías de Manhattan. «Soy una persona muy curiosa», afirma.
El periplo hacia la actuación tuvo un camino extraño. Él tenía 16 años cuando vio la película Slam y sintió que tal vez podría dedicarse a eso. Pasó un tiempo hasta que recibió un consejo de Michael Shannon, otro célebre actor nacido en Kentucky. Lo que le dijo fue que consiguiera cualquier tipo de empleo relacionado con el mundo actoral. Así fue que terminó de carpintero en un teatro.
Fue ahí donde lo descubrieron. Pero no como actor, sino como modelo. En 2001, con 20 años, firmó por Elite Models y comenzó una muy buena carrera dentro del mundo de la moda. Desfiló para marcas como Calvin Klein, Burberry, Fendi, Dolce & Gabbana, Gucci y Dior Homme, y esa vida lo llevó a vivir en ciudades como París y Berlín. Con el dinero y la estabilidad conseguidas por este trabajo se resolvió y comenzó a estudiar cine y actuación en las universidades de Nueva York y Columbia. Para que llegara su primer papel en una película tuvo que esperar hasta 2008.
Lluvia de películas
Boyd Holdbrook tiene 36 años, pero menos de diez dedicados a la actuación. Su primer papel fue en Milk de Gus Van Sant. Aunque se trató de una intervención mínima, esto le sirvió para ponerse en las vías. De hecho ya en 2014, la revista Variety lo reconoció como uno de los actores con más potencial. En ese entonces acaba de entregar excelentes trabajos en Little Accidents y Skeleton Twins, y tenía pendientes como Gone Girl, de David Fincher, y Song to Song, de Terrence Malick, proyecto que por ese entonces se llamaba Weightless.
A estos títulos va a haber que sumarles muchos más, porque en 2016 se encargó de grabar hasta cinco películas. Tras perder a su mejor amigo (el fotógrafo David Armstrong) y terminar su relación con Elizabeth Olsen el mismo día, decidió dedicarse de lleno al trabajo. Por eso no solo se consagró con su aparición en la segunda temporada de Narcos y su participación en Logan, que hasta ahora ha recibido nada más que reseñas positivas de parte de la crítica especializada, sino que también comenzó a trabajar en la nueva película de Predator, que dirigirá Shane Black (The Nice Guys y Kiss Kiss Bang Bang), y que contará con figuras como Olivia Munn, Jacob Tremblay y Keegan-Michael Key.
¿Qué más podemos esperar de él? Al parecer, como sucede hasta ahora, tan solo cosas buenas.
Por Omar Mejía Yóplac