Como si a Letizia, reina consorte de España, no le faltaran comentarios maliciosos sobre el tamaño de su nariz, la curva de su barbilla o la delgadez de su silueta, es ahora su figura de cera, recién reinaugurada en el Museo de Cera de Madrid, la que está recibiendo indignidades de parte de comentaristas en las redes sociales. “¿Estáis seguros de que quien hace las figuras no odia al ser humano?”, se quejó una. “¡Que revelen el nombre del artista!”, sugirió otro. Un tercero posteó una foto de una vela diciendo que esta tenía más parecido con Letizia que la figura en cuestión. Para ser francos, la imagen de la reina en cera –con corona y vestido de encaje azul medianoche tipo Felipe Varela– no tiene gran parecido con Letizia, quien, digan lo que digan sus adversarios, es considerada una de las mujeres más guapas de la realeza europea. En cera, se ve grisácea, con la nariz tosca, una mueca que asemeja una sonrisa y el pelo plástico de una Barbie.
Estos comentarios han ido a incrementar el enorme caudal de rumores y sospechas sobre el rostro de la monarca, una fuente inagotable de burla para la prensa española y sus lectores. Su reciente viaje oficial a Japón junto al rey Felipe VI ofreció una nueva oportunidad para estudiar sus rasgos, los que en España son analizados como si se tratara de restos óseos paleolíticos guardados bajo siete llaves en el Museo de Historia Natural.
“Se mire por donde se mire, la reina en poco se parece a la periodista que conocimos presentando los informativos de TVE. Y no solo por el paso de los años, que todos los cumplimos, sino porque la esposa de Felipe VI ha experimentado una transformación total. Hasta la raya del pelo ha cambiado, que pasó de la derecha a la izquierda. Adiós a la curva del tabique nasal, mentón dulcificado, ni rastro de una mínima línea de expresión en el rostro… Hay quien dice que parece de cera. Y de cera es la cara que acaba de estrenar”, escribió en tono sarcástico una columnista del periódico “El Comercio” de Madrid.
Sin embargo, Letizia enfrenta la curiosidad periodística y del público con admirable templanza. El ejemplo de la reina emérita Sofía es fundamental para ella, que ha aprendido que más allá de toda molestia, está la Corona, su primer y más importante deber.
Por Manuel Santelices