Pase lo que pase, será difícil que olvidemos a Kára McCullough. Haber sido coronada miss Estados Unidos es un mérito por el que será recordada, pero lo que hará que ese nombre se quede en nuestras memorias después de unos años no es el concurso que ganó. Kára trabaja en la Comisión Reguladora Nuclear de Estados Unidos, un cargo muy poco común en este tipo de certámenes, en los que la mayoría de participantes son modelos o aspirantes a actrices.
Se trata, además, de la novena participante afroamericana en ganar el concurso y la sétima no nacida en territorio estadounidense (lo hizo en Nápoles, Italia, ciudad en la que estaba asignado su padre militar) en las sesenta y seis ediciones. Kára siempre combinó su facilidad para posar y mantener su figura con una pasión desmedida por la carrera de Química Nuclear, que estudió en la Universidad Estatal de Carolina del Sur. Ahí, además de coronarse miss de la universidad, formó parte del Honors College, un organismo dedicado a brindar programas intensivos a los alumnos mejor calificados.
De polémicas y metidas de pata
Es sabido que en los certámenes de belleza las preguntas de cultura general o de coyuntura son las más difíciles de responder para personas que, generalmente, han dedicado mucho más esfuerzo en verse bien que en expresarse de la mejor manera. A pesar de su probada brillantez –sus calificaciones en la universidad y el puesto que ocupa hablan por sí solos–, Kára no escapó a la regla y no logró (o no quiso) ser diplomática, por lo que sus palabras no fueron bien recibidas por los fans. Durante la sesión de preguntas del certamen, que se llevó a cabo en Las Vegas, los organizadores le pidieron que opinara sobre si la ley de salud asequible para todos los ciudadanos (el Obamacare, que el presidente Donald Trump se ha esforzado en desmontar) es un derecho o un privilegio. Kára respondió: “Definitivamente, diré que es un privilegio. Como una empleada del gobierno, tengo garantizada la salud y veo de primera mano que, para tener asistencia médica, se debe tener un trabajo”.
Sus declaraciones sentaron mal en una ciudadanía que se encuentra en plena lucha por mantener el derecho universal a la salud que su presidente –quien fue propietario del concurso entre 1996 y 2015– quiere derogar.