La médica e investigadora peruana lidera un proyecto de salud materno-infantil en zonas alejadas de la Amazonía. Mamás del río, como se denomina el programa, conecta a agentes comunitarios de salud, postas médicas y un barco hospital a través de una app.
Fotos de Javier Zea y archivo de Magaly Blas
Parinari es, para muchos, una incógnita. En este distrito rural de la Amazonía peruana no hay agua potable, desagüe ni electricidad. Para llegar hasta aquí es necesario viajar, al menos, seis horas desde Iquitos: primero en auto, hacia la ciudad de Nauta; y después, en deslizador. Cuando Magaly Blas lo hizo por primera vez, hace tres años, ya nada parecía tomarla por sorpresa. La médica e investigadora peruana llevaba varios años trabajando en Loreto y recordaba de memoria sus indicadores de mortalidad materno-infantil: los peores del Perú. Un lugar donde ocho de cada diez mujeres dan a luz en su casa, sin controles adecuados, y las muertes son superiores al promedio nacional. Había conocido, también, muchas de esas historias de cerca. Y sabía que, para cambiar su realidad, necesitaba reconocer a qué se enfrentaban estas veintiocho comunidades nativas de la etnia Cocama-Cocamilla.
Fue aquí donde Blas empezó a pensar en la tecnología como una posibilidad para resquebrajar el aislamiento. Su idea era, para esta región amazónica, revolucionaria: una aplicación móvil que potenciara el trabajo de las parteras y voluntarios a los que nadie parecía prestarles atención. Creía que, con una capacitación intensiva y la ayuda de tecnologías de bajo costo, podrían convertirse en sus aliados para reportar alarmas, nuevos embarazos, defunciones y nacimientos a los puestos de salud y al Amazon Hope, un barco médico que navega por las cuencas de los ríos Marañón y Tigre.
Mamás del río nació, entonces, con el apoyo de la Universidad de Washington: junto a sus programadores, adaptaron una aplicación de código abierto llamada Open Data Kit para recopilar datos numéricos, de texto, GPS, fotos, videos y audio, a través de dispositivos Android, y enviar esa información a un servidor online –al que podrían tener acceso el barco y los centros de salud–, para ofrecer una atención a tiempo. Poco después, obtuvieron el financiamiento de Cienciactiva –entidad independiente del Consejo Nacional de Ciencia, Tecnología e Innovación Tecnológica del Perú– y la organización Grand Challenges Canada, para comprar los smartphones y los paneles solares necesarios para las comunidades que viven en las riberas de los ríos Marañón y Samiria.
Los resultados, en el primer año, fueron incuestionables: consiguieron salvar a diez gestantes que rozaban la muerte, mientras las pérdidas materno-infantiles en el resto de Loreto no dieron tregua; triplicaron los controles prenatales en el primer trimestre de embarazo, e incrementaron del 17,1% al 35,3% los partos en los centros de salud. Sin embargo, Magaly Blas aún no se siente satisfecha. Se ha propuesto, ahora, llevar el programa a más de cien comunidades de la región, a través de la tecnología satelital. Y escalarlo, incluso, a las áreas fronterizas del Perú y Colombia.
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