La actriz y el príncipe Harry dan un nuevo paso en su relación, con ella apareciendo en la portada de “VanityFair”, declarando que cuenta con todo el apoyo de su novio, y asegurando que nunca ha dejado que sus relaciones la definan. Además, ambos hicieron su primera aparición oficial juntos, durante los InvictusGames, creados en 2014 por el mismo Harry. Un compromiso oficial parece inminente.
Por Manuel Santelices
Ya no hay vuelta atrás. Eso es al menos lo que se deduce del romance entre el príncipe Harry de Inglaterra y su novia, la actriz estadounidense Meghan Markle, después de que esta decidiera aceptar aparecer en la portada de la edición de octubre de “VanityFair” hablando sobre “su novio”, poniendo así el sello oficial a la relación. Parecería imposible que lo hubiera hecho sin la aprobación explícita no solo de Harry, sino también del Palacio de Buckingham.
Fotografiada por Peter Lindbergh, Meghan se ve en las fotos elegantemente sensual, con un lunar junto a su boca, su envidiable melena cayendo por un costado de su cara, y una mirada intensa y seductora. Sam Kashner, el autor de la entrevista, la describe como “una típica chica de California”, con “una silueta delgada, complexión radiante con algunas pecas y una nariz respingada”. Parece bronceada, aunque se reúnen en una lluviosa tarde de primavera en Toronto, donde la actriz pasa buena parte del tiempo filmando la serie “Suits”. El periodista es recibido por la propia Meghan, que llega a la puerta acompañada por sus dos perros rescatados y adoptados, Bogart y Guy. “Es genuinamente cálida”, escribe Kashner.
Meghan y Harry, cuenta “VanityFair”, se conocieron a través de amigos en común en abril de 2016. Ella tiene treinta y seis; él, treinta y tres, y si llegan al altar, ella se convertiría en la primera estadounidense en unirse a la familia real británica desde Wallis Simpson. Y al igual que Wallis, Meghan es divorciada.
A pesar de que era relativamente famosa por su trabajo antes de conocer al príncipe, la relación la lanzó al ojo del huracán periodístico, una situación que ha manejado con gran dignidad y discreción. En la entrevista asegura que tiene una importante red de apoyo de amigos y familiares, y “obviamente, el apoyo de mi novio”.
El tono del artículo es comprensiblemente halagador. Meghan es descrita como una foodie con pasión por la comida, como una excelente y talentosa compañera de trabajo por sus coprotagonistas en “Suits”, y como una mujer que desde niña sintió interés por la filantropía. Sus padres, que se separaron cuando ella tenía apenas dos años, se aseguraron de que estuviera bien consciente de los problemas económicos, sociales y políticos a su alrededor. Su padre, Thomas Markle –un conocido iluminador en Hollywood–, es blanco; su madre, Doria Ragland, es negra, lo que ha desatado todo tipo de comentarios racistas y discriminatorios en las redes sociales.
Aparentemente, Harry está más molesto con esa situación que Meghan, que ha adoptado una actitud serena y madura al respecto. “Somos dos personas realmente felices y enamoradas. Salimos tranquilamente durante unos seis meses antes de que nuestra relación se convirtiera en noticia, seguí trabajando durante todo ese período, y lo único que cambió fue la percepción de la gente. Nada en mí ha cambiado. Sigo siendo la misma persona; nunca me he definido por mis relaciones”, asegura la actriz.
“Vanity Fair” también habló con Sally Bedell Smith, que ha escrito biografías de la reina Elizabeth II y la princesa Diana, para tratar de descubrir cuáles podrían ser los sentimientos de la monarca respecto del romance de su nieto y la actriz. “La presión es obviamente menor en el caso de Harry, porque está en el quinto lugar en la línea de sucesión al trono (ahora ocupará el sexto, después del nacimiento del nuevo hijo de los duques de Cambridge). La reina es muy abierta de mente y tolerante, y me imagino que su visión será: si están enamorados y se llevan bien, que procedan”.