Tiene setenta y cinco años. Lleva más de cinco décadas dedicado a la actuación, y asegura que la única adicción que ha experimentado en la vida es su trabajo. Es padre de dos hijas, Patricia y Ximena, de cuarenta y veinticinco años, respectivamente. Ambas comparten con él la vena artística.
Por Mariano Olivera
El actor interpreta al presidente del Perú en el filme “La cordillera”, protagonizado por Ricardo Darín. Este 9 de noviembre estrenará la obra “La alondra”, en el Teatro del Centro de la Amistad Peruano China, y, desde el 28 de diciembre, también lo veremos en la película “El gran León”.
¿Qué harías si tuvieras la chance de gobernar el país?
Creo que me enfermaría. No creo que haya un país más difícil de gobernar que este; es una olla de grillos.
¿Alguna vez, durante tus más de cincuenta años de trayectoria, te provocó patear el tablero y dedicarte a otra cosa?
No, nunca… He pensado qué sería de mí si no fuera actor, pero nada más.
¿Qué has pensado sobre eso?
Que no me equivoqué, que elegí aquello para lo que nací. Soy un privilegiado, además, porque soy uno de los pocos que hace el trabajo que ama.
Sobre todo teniendo en cuenta que empezaste en una época en la que dedicarse a la actuación era visto como una locura.
¡Claro! En esa época, terminabas el colegio y solo podías ser cinco cosas: médico, abogado, ingeniero, cura o militar. Si no, eras nada.
Terminaste el colegio en el Leoncio Prado. ¿Estudiar allí es tan duro como parece?
Para mí no fue duro; fue muy grato, lo disfruté. Yo buscaba un sitio así.
¿Por qué?
No lo sé… Me provocaba, de repente, tentar por una carrera militar. Entonces, entrar al Leoncio Prado era una buena manera de saber si servía para eso. Y sí, ¡servía!, pero al final no me animé.
¿Qué fue lo que más disfrutaste de esa etapa?
La vida militar, los horarios, los toques de corneta, la disciplina…
Cuando fallecieron tus padres, ¿cómo afrontaste el hecho de dejar de ser hijo de alguien?
Lo de mi papá se veía venir. Había un deterioro; cuando falleció, descansó y descansamos. Pero cuando mi mamá falleció, el día más duro fue el primer domingo sin ella, porque siempre había un espacio que era de ella, de ir a verla, visitarla. Ese primer domingo, con esas horas en blanco y pasando por la puerta de la casa cerrada… fue duro.
En la obra “La celebración” interpretaste a un personaje horrendo, un pedófilo y violador de sus propios hijos. Debió ser duro, ¿no?
Sí… De niño tuve una experiencia muy triste con un profesor. No hubo ninguna violación, pero sí me tocaba, y eso me marcó. Entonces, cuando me propusieron hacer este personaje, me costó mucho asumirlo, pero yo soy actor, pues, es mi profesión. Además, cualquier actor quisiera hacer bien ese personaje. Me dañó el proceso de ensayos, pero una vez que uno estrena, cuando se termina la función es como si uno se quitara el vestuario; se quita el personaje y lo deja en el teatro.
¿Ese incidente ocurrió en tu infancia temprana, en el colegio?
En mi infancia muy temprana; tenía un profesor que iba a mi casa.
¿Tu familia te apoyó o lo mantuviste en reserva?
No, no, por supuesto que se lo comenté a mi papá y él le puso pronto remedio.
¿Encuentras una solución para la espeluznante cantidad de feminicidios y abusos de menores que se registran en el Perú?
Las penas deben ser terribles; sobre todo para quienes violentan a los menores. Jesús lo dijo; es la única parte del Evangelio en que habla de pena de muerte: “A quien haga caer en pecado a un niño como este, que cree en mí, mejor sería que lo echaran al mar con una gran piedra de molino atada al cuello”. Eso dijo Jesús sobre los que violentan a los niños.
A los setenta y cinco años, ¿cómo encaras la certeza de la muerte?
Bueno, cada vez está más cerca, pero no me preocupa. Yo sé a dónde iré después (Mira hacia el cielo).
¿Hay algo que te falte, o que desees, que haría que renuncies a todo lo que has conseguido?
(Medita un momento) Una vez, una de mis hijas, hablando de un amigo en común, me dijo, a modo de ejemplo: “Mira a fulano, qué bien está”. Y yo le dije: “No me dediqué a esto para ser millonario, me dediqué a esto para ser lo que soy”.