Considerada un tesoro nacional en Inglaterra, la actriz se tatuó en la muñeca las palabras “carpe diem” cuando cumplió ochenta años, en honor a su compromiso de disfrutar todos y cada uno de sus días. Con una nueva y brillante interpretación de la reina Victoria en “Victoria y Abdul”, y rumores de una nominación al Oscar, la tarea no le será difícil.
Por Yenny Nun
Aunque hoy, a raíz de una degeneración macular progresiva, Judi Dench casi no ve, continúa trabajando y viajando. “Me caigo a cada rato, como una anciana borracha, y me tienen que leer los guiones para memorizarlos. Pero eso no me impide trabajar. Si paro, no podría continuar”, cuenta sonriendo, mientras conversamos durante la promoción de su último filme, “Victoria y Abdul”.
La actriz comenzó su carrera en 1957, cuando interpretó a Ofelia en una producción de “Hamlet” y, desde entonces, no dejó de trabajar, consiguiendo en seis décadas el apodo de ‘Tesoro Nacional’, como la llaman en Inglaterra, un término que ella detesta.
Cuando nos encontramos con ella, pidió que no le tomáramos fotos, ya que la luz de los flashes la molesta mucho. Luego, con simpatía, llena de energía y con gran sentido del humor, respondió sin problemas a nuestras preguntas.
Esta es la segunda vez que interpreta a la reina Victoria, ¿Qué opinión tiene ahora de ella?
Nunca decido si me gusta o no un personaje, porque siempre existen características que admiramos y otras que no aprobamos. Eso suma, hace que una persona sea completa, por lo que prefiero no prejuzgar. Dicho esto, nunca pensé que volvería a interpretar a esta reina. Filmamos en solo treinta días, y se suponía que sería una película de televisión. Pero los productores la vieron terminada y decidieron que debía ser exhibida en cines. Yo ni siquiera conocía esta parte de su historia.
En “Victoria y Abdul” se muestra una reunión de almas, no necesariamente un amor romántico, pero sí una profunda amistad. ¿Alguna vez conoció a una persona con la que conectó de inmediato?
Supongo que varias veces. Soy una persona muy susceptible a ese tipo de encuentro; es como descubrir un camino mucho más corto para relacionarse con alguien.
¿Cómo fue el trabajo con Ali Fazal, el actor que interpreta a Abdul?
Desde un comienzo lo encontré increíblemente buenmozo. Es muy atractivo y muy alto. Fue fabuloso trabajar con él, tiene un excelente sentido del humor y nos reímos mucho y de las mismas cosas.
Usted ha interpretado a muchos personajes de la realeza, personas que no tienen la libertad de vivir como el resto de nosotros…
Creo que debe ser lo más difícil del mundo, regirse todos los días por un horario de actividades y seguir protocolos y formalismos. Y deben hacerlo por el resto de sus vidas. No puedo imaginar algo peor. Y no es que lo elijan, sino que nacen con este rango. Por eso entiendo que a la reina Elizabeth II le guste ir de vacaciones a Balmoral (Escocia), donde se arranca de su inmensa responsabilidad. Es una mujer fantástica, no queda más que admirarla.
Tatuaje de los ochenta
Mirando su vida en perspectiva, ¿Hay algo que le hubiera gustado hacer diferente de la actuación?
Yo estudié Diseño Teatral, pero fui a Stratford en los años cincuenta, vi un set espectacular para una producción de “El rey Lear” y me di cuenta de que no tenía la imaginación suficiente como para crear algo tan genial. Como mi hermano era actor y yo quería estar relacionada con el teatro, seguí sus pasos y me convertí en actriz. A menudo pienso en lo maravilloso que sería poder diseñar algo, aunque ya es demasiado tarde. Hace poco vi una ópera donde todo era negro, y recuerdo haber estado sentada ahí, escuchando la música y pensando en que podría haber seguido otro camino y diseñado ese set.
¿Ha hecho recientemente algo fuera de lo común?
Cuando cumplí ochenta, mi hija me invitó a salir de compras, y cuando terminamos, me preguntó: “¿Estás lista para un tatuaje?”. Le dije que sí, y me tatué las palabras “carpe diem” en la muñeca. Es un tatuaje para mí, no para el público; por eso me lo cubro con muchas pulseras.
¿Qué hace en su tiempo libre? ¿Cómo se relaja?
Pinto un poco y me reúno con mi familia y amigos, que son lo que más me importa. Nos juntamos a jugar cartas o juegos de salón, tratamos de aprender palabras nuevas. No soy muy buena para estar sola en mi propia compañía.
¿Hace ejercicio?
No tengo una rutina. Muchos aconsejan caminar rápido durante diez minutos al día, pero tengo dos rodillas nuevas y eso me resulta muy difícil. Pese a eso, no soy una persona floja… Lo peor es que no me dejan manejar, lo que me ha afectado especialmente, porque tengo un BMW deportivo que me encanta.
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