Jumilla, en la Región de Murcia, ha prohibido el uso de espacios públicos para celebrar rituales vinculados al islam. La medida fue impulsada por Vox y respaldada por el PP, desatando críticas por discriminación religiosa.
Por Redacción COSAS
El municipio de Jumilla, en la región de Murcia, se ha convertido en el primero de España en prohibir oficialmente la celebración de ritos y festividades islámicas en instalaciones municipales. La medida fue impulsada por Vox y respaldada por el Partido Popular, quienes argumentaron que se trata de prácticas «ajenas a las raíces culturales e históricas de España».
La moción fue aprobada en sesión plenaria y establece que no podrán celebrarse en recintos públicos —como pabellones deportivos o espacios culturales— festividades como la Fiesta del Cordero o el fin del Ramadán, actos que en años anteriores venían organizándose con permiso del Ayuntamiento. Según los impulsores, el objetivo es preservar «la identidad cultural del municipio», impedir “la imposición de costumbres foráneas” y defender “las tradiciones españolas y cristianas”.

Vox reivindicó el respeto y la protección de las tradiciones propias del pueblo español en el espacio público frente al avance de costumbres ajenas.
Desde Vox calificaron la decisión como «histórica» y aseguraron que se trata del primer paso para evitar el avance del multiculturalismo que, a su juicio, «socava los valores nacionales». “España es y será tierra de raíces cristianas”, declaró públicamente el partido, celebrando la moción como un hito ideológico.
Por su parte, el PP local apoyó la iniciativa tras introducir algunas modificaciones al texto original, matizando que no se trata de una medida contra una confesión religiosa específica, sino de un criterio de uso de espacios públicos «según las costumbres del municipio».
Banlieues francesas: el modelo que Jumilla busca evitar
En el contexto del debate, se menciona que la decisión también pretende evitar el modelo de guetos urbanos y la fractura social que caracteriza a las famosas “banlieues” en Francia, donde la concentración de población migrante de origen musulmán ha derivado en alta criminalidad, disturbios recurrentes y un evidente fracaso de integración colectiva.
Estos suburbios, marcados por la pobreza, el desempleo juvenil y la separación física del tejido urbano, han sido escenario de episodios de violencia masiva, como el estallido de 2023, tras la muerte del adolescente Nahel Merzouk, abatido por un policía en Nanterre. Las protestas duraron varias noches, con incendios, vehículos destruidos, saqueos y ataques a más de 90 edificios públicos en distintas ciudades francesas
Consciente de esas dinámicas, la iniciativa de Jumilla (municipio de 27 000 habitantes, donde se estima hay entre 7 % a 10 % de musulmanes) surge como una estrategia preventiva: impedir la formación de espacios homogéneos culturalmente en lugares públicos y, de esa forma, reducir los riesgos de segregación y fractura social antes de que puedan arraigar.
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