Lo que todos pensamos era una historia de amor y de inocentes escapadas para disfrutar de lo prohibido (entre otras cosas, de la casería de elefantes en el África) no lo era: existía otro tipo de intereses de parte de Corinna Larsen, quien viene siendo investigada en Suiza por presunto lavado de dinero.
Todo este escándalo ha socavado la imagen pública del que fuera jefe del Estado. El jefe de los espías españoles, Felix Sanz Roldán, fue otro de los protagonistas de esta historia de amor, dinero y poder que casi se lleva por delante la institución monárquica. El escándalo salió a la luz cuando la que fuera amante del monarca decidió convertirse en colaboradora eficaz con el propósito de atenuar la pena.
Sanz Roldán, ex Jefe de Estado Mayor de la Defensa, compartía con Juan Carlos I una relación con tintes más que amistosos; algunas veces puramente profesional, pero siempre cercana tanto para lo bueno y como para lo malo. Como cabeza de la inteligencia española, conocía los secretos de su institución y de su amigo íntimo; una condición que no preocupaba a nadie, pues era parte de su trabajo.
A Corinna Larsen, quien todavía conservaba el título de princesa zu-Sayn-Wittgenstein (ahora ya se lo retiró su ex esposo Casimir zu-Sayn-Wittgenstein, quien se ha vuelto a casar), le molestaba ese poder que ejercía Sanz sobre el monarca. Ella se encargó de empañar esa amistad y se inventó una película de espías, en la que es difícil saber qué es verdad y qué no, y en la que, además, ella resultaba siendo la agraviada.
Antecedentes
En el verano del 2012, el hotel Connaught de Londres, lugar exclusivo y sumamente discreto donde se prohiben tanto los celulares y como andar en jeans, fue la residencia provisional de la empresaria Corinna. Por esas fechas, era la amante del rey de España y se encontraba en la capital británica remodelando una de las millonarias mansiones de su propiedad. En esos días de verano, fue a visitarla Felix Sanz Roldán, el jefe de la inteligencia española, que, por supuesto, la conocía muy bien y que probablemente le llevó su preocupación por su «sentido de Estado».
Tal vez lo hizo por encargo del rey o del presidente del Gobierno. Pero lo que sí transcendió fue que se trató de una conversación de varias horas. En ella, el lenguaje y el tono siempre fueron de lo más serenos. Este suceso pareciera haber sido el inicio de su ira contra todo aquel que se interpusiera en su camino.
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Según sus declaraciones, recibió ella y su famila recibieron amenazas de muerte. Asimismo, dijo que Sanz habría montado dos operaciones para conseguir la documentación que pudiera guardar tras años de relación discreta con Juan Carlos I: una en Londres, con mercenarios de por medio, y otra en Mónaco. De esta segunda tendrían pruebas los equipos de seguridad del príncipe Alberto de Mónaco, con el que Corinna trabaja como asesora y persona de confianza.
Sanz Roldán ha negado que amenazara a la empresaria alemana. Según él, la cita con ella en Londres, a la que asistió a título personal, transcurrió con normalidad .
Esta conversación tuvo lugar una vez que Corinna Larsen ya había recibido la transferencia de 64,8 millones de euros «por gratitud y por amor». Más aún, «para garantizar mi futuro y el de mis hijos», según señaló el rey Emérito. La transferencia la hizo desde su cuenta de las Bahamas, mientras que la recepción del dinero tuvo lugar el 5 de julio del 2012.
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El 30 de mayo de 2012 el monarca firmo una carta dando instrucciones a sus gestores para la transferencia.
Ella nunca le perdonó esa conversación que tuvieron con Sanz Roldán. Fue así que, para la navidad de ese año, le envió de regalo a su despacho una botella de champán Bollinger. Esta tenía una clave en secreto: 007 . Dicha marca es con la que brinda James Bond cuando consigue algo.
Sobre toda esta historia hay silencio absoluto por parte del Rey Emérito y por la de Felix Sanz.
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El juicio por calumnias de Villarejo, quien se enfrenta a 2 años de cárcel, estaba previsto para el pasado 23 de marzo; sin embargo, fue suspendido por el titular del Juzgado de lo Penal número 8 de Madrid, un día antes de decretarse el estado de alarma por el Covid. Cuando se celebre, la propia Corinna habrá de declarar como testigo. Mientras tanto, el rey Emérito ha perdido su prestigio, y es repudiado por su propia familia y por su pueblo. Toda España se encuenta remecida por estas revelaciones.