A través de una columna de opinión en «The New York Times», la duquesa de Sussex reveló el calvario que vivió tras perder a su bebé. “Mientras abrazaba a mi primer hijo, sabía que estaba perdiendo al segundo”, expresó Meghan Markle en su conmovedor relato.
Por Redacción COSAS
La esposa del príncipe Harry acaba de confesar que tuvo un aborto espontáneo en julio pasado. Lo hizo en una columna de opinión en el diario «The New York Times» titulada «The Losses We Share» («Las pérdidas que compartimos»). En los primeros cuatro párrafos que componen su desgarradora carta narra cómo se dio cuenta de lo que estaba sucediendo: «Era una mañana de julio que comenzaba tan ordinariamente como cualquier otro día: preparar el desayuno. Alimentar a los perros. Tomar vitaminas. Encontrar ese calcetín perdido. Recoger el crayón rebelde que rodó debajo de la mesa. Atar mi cabello en una cola de caballo antes de sacar a mi hijo de su cuna».
«Después de cambiarle el pañal [a Archie], sentí un fuerte calambre. Me dejé caer al suelo con él en mis brazos, tarareando una canción de cuna para mantenernos a los dos tranquilos, la alegre melodía contrastaba con mi sensación de que algo no estaba bien. Sabía, mientras abrazaba a mi primogénito, que estaba perdiendo al segundo», continúa Meghan Markle.
«Horas más tarde, yacía en una cama de hospital, sosteniendo la mano de mi esposo. Sentí la humedad de su palma y besé sus nudillos, mojados por nuestras lágrimas. Mirando las frías paredes blancas, mis ojos se pusieron vidriosos. Traté de imaginar cómo nos curaríamos», expresa.
Recuerda el pasado
La confesión de la duquesa de Sussex gira en torno a las pérdidas y la importancia de compartir el dolor con los que te rodean. Entonces, rememora que su gira de 10 días por África, con el príncipe Harry y su bebé en brazos, el año pasado, le pasó factura. Allí, mientras amamantaba a su hijo, un periodista le hizo la pregunta que para Meghan es clave en esa recuperación: «¿Estás bien?».
La pregunta es, para Meghan, el primer paso para curar la pérdida. «Sentada en la cama del hospital, viendo cómo el corazón de mi esposo se rompe mientras intenta sostener el mío, del que solo quedan pedazos». A partir de esa confesión, y de ese primer paso, Markle, de 39 años, nos hace a todos la misma pregunta: «¿Estamos bien?».
Cabe precisar que ella revela su dolor para poner en contexto un año donde todos hemos sufrido de alguna u otra manera la pérdida. Y no solo debido a la pandemia: la polarización social y la desinformación, junto a la renovada lucha por los derechos de las minorías tras constantes episodios de brutalidad policial, lleva a Meghan a concluir que «nos sentimos más solos que nunca».
«Esos momentos tristes, que dan miedo o son demasiado importantes, los vivimos a solas. Nadie se para a preguntar: ‘¿Estás bien?’. Perder un hijo implica un sentimiento de culpa casi insoportable que mucha gente ha vivido pero del que pocas personas hablan. En medio del dolor de nuestra pérdida, mi esposo y yo descubrimos que, en una sala con 100 mujeres, de 10 a 20 de ellas habían sufrido abortos. Y, a pesar de esa impactante cifra, la conversación sigue siendo un tabú, aderezado con una (injustificada) culpa y perpetuando un ciclo de luto en solitario», manifiesta.