La princesa Carolina de Mónaco y su familia fueron recibidas oficialmente en Cuba por el presidente Miguel Díaz-Canel, generando preguntas sobre los motivos de este acercamiento a un régimen comunista.
Por Redacción COSAS
El pasado domingo, la princesa Carolina de Mónaco, acompañada por su hija Alejandra de Hannover y su pareja, Ben Sylvester Strautmann, fueron recibidas formalmente por el dictador cubano, Miguel Díaz-Canel, en el Palacio de Convenciones de La Habana
El intercambio de un ramo de flores con los colores de Mónaco marcó el inicio de una visita oficial que, si bien tiene una justificación cultural declarada, suscita preguntas sobre el alcance de las relaciones entre el pequeño principado europeo y la nación caribeña.
La razón pública de la visita radica en la participación del Ballet de Montecarlo, presidido por Carolina, en una serie de actuaciones en Cuba. Este intercambio artístico, aunque significativo, se vio elevado por la recepción a nivel presidencial, lo que naturalmente invita a considerar si existen otras dimensiones en este acercamiento.

La visita de la hermana del príncipe Alberto al país caribeño es debido a su condición de presidenta del ballet de Monte Carlo que ha actuado en Cuba.
Durante la reunión, el presidente Díaz-Canel manifestó su agradecimiento por la iniciativa de la Casa Real de Mónaco, y en particular de la princesa Carolina, para fortalecer los vínculos culturales entre ambos territorios. En sus palabras, expresó: “Nosotros queremos expresarle que agradecemos mucho toda la intención y empeño de la Casa Real de Mónaco, y en particular de usted, por estrechar las relaciones, los vínculos culturales entre Cuba y el Principado de Mónaco”. Además, mostró interés en temas relacionados con la infancia y reiteró una invitación formal al Príncipe Alberto II: “reafirmar el saludo afectuoso al Príncipe Alberto II de Mónaco y ratificar la invitación que le hemos hecho para que visite Cuba.”

A pesar de que aún no están casados, el largo noviazgo entre la princesa Alejandra y su pareja se va afianzando y él ya participa en actos públicos como este viaje.
Por su parte, la princesa Carolina compartió su perspectiva sobre la visita y los lazos existentes: “es un honor para mí regresar a Cuba. Hace diez años de mi última visita y también, en aquella ocasión, vinimos para representar un espectáculo de ballet”. Destacó la continuidad de la colaboración cultural: “establecimos lazos muy hermosos, tanto con el Ballet Nacional de Cuba como con la Escuela Nacional de Danza; y durante estos diez años hemos ido reforzando esos lazos de cooperación.”
Su visión se extendió al potencial del arte: “Nosotros hemos visto toda la riqueza que tiene Cuba con su juventud, sobre todo la juventud que está implicada en los proyectos culturales y artísticos; y a través del lenguaje de la danza, que es universal, hemos podido estrechar nuestros vínculos y brindar apoyo para el desarrollo de la danza en Cuba”.

La princesa Alejandra ha compartido algunas de las imágenes de este viaje en sus redes sociales.
Finalmente, ofreció una perspectiva sobre el rol de Mónaco: “Mónaco es el segundo país más pequeño del mundo, después del Vaticano, ser un país pequeño, no nos impide hacer grandes obras. Por eso siempre hemos tratado de llevar adelante toda la obra de la paz, la cultura, las artes y tratar de hacer florecer estas manifestaciones”.
Previamente a la recepción oficial, el viernes, la Princesa presenció la actuación del Ballet de Montecarlo en el Teatro Nacional de Cuba. Su visita también incluyó la Casa Guayasamín en La Habana colonial, donde realizó una donación artística. Además, Carolina y sus acompañantes exploraron la escena artística local, la arquitectura distintiva y el ambiente de la capital, experiencias que Alejandra de Hannover documentó en sus perfiles sociales.
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