Saint George’s Hall fue el escenario de una cena cuidadosamente orquestada, con detalles que fusionaron elegancia, diplomacia y guiños a la historia compartida entre Francia y el Reino Unido.
Por: Mery Jiménez
Con una cena de Estado en el castillo de Windsor, los reyes Carlos III y Camilla recibieron al presidente francés Emmanuel Macron y a su esposa, Brigitte, marcando el punto más alto de su visita oficial al Reino Unido. La cita, celebrada en el majestuoso salón de Saint George’s Hall, reunió a 170 invitados y marcó la reaparición de Kate Middleton tras anunciar su lucha contra el cáncer.

Entre velas, música y flores: el banquete que celebró la entente franco-británica
El menú, elaborado en colaboración con el chef francés Raymond Blanc, incluyó guiños a ambas tradiciones gastronómicas y fue acompañado por un cóctel especialmente creado para la ocasión, llamado L’Entente, mezcla de ginebra británica, lemon curd y pastis francés. La decoración corrió por cuenta de los jardineros de Buckingham y Windsor, que seleccionaron flores de temporada para adornar una mesa de cincuenta metros que tomó seis días en alistarse. Esta vez, sin mantelería: la madera pulida reflejaba la luz de las velas.
En su discurso, Carlos III alternó frases en francés y en inglés para subrayar los lazos entre ambos países. “Toda mi vida, y durante todas mis 36 visitas a tu país, he estado asombrado por los extraordinarios atributos y logros de Francia”, le dijo al mandatario galo. También recordó que el castillo fue construido por su antepasado, el duque de Normandía, y apeló a fortalecer una “entente amistosa”, más allá de la cordialidad. Por su parte, Macron exclamó: ¡Viva la amistad franco-británica!, cuando se dirigió a los invitados a la gala. Cabe mencionar que el mandatario rompió más de una vez el protocolo al tocar al rey en más de una ocasión y hasta le dedicó un guiño a Kate.

Macron flexibilizó más de una vez el protocolo real.
Entre los asistentes destacaron personalidades británicas con vínculos especiales con Francia: Mick Jagger, Sir Elton John y David Furnish, la actriz Kristin Scott-Thomas, Mika y la arquera inglesa Mary Earps. Al finalizar la cena, los presentes fueron conducidos al salón de música para disfrutar de una presentación a cargo de la Orquesta Nacional de Gales de la BBC que tocó desde clásicos, hasta canciones de Dua Lipa y Daft Punk.
Esperada reaparición
Aunque la visita de Estado tenía un claro componente político y cultural, fue imposible que la atención no se dirigiera hacia Kate Middleton. La princesa de Gales hizo su esperada reaparición después de haber estado alejada de la vida pública tras un diagnóstico de cáncer.
Su look dejó a más de uno sorprendido, ya que lució un vestido rojo Givenchy, que, pese al tiempo que lleva esta marca francesa en la familia real británica, nunca había sido la elección. La tiara Cambridge Lover’s Knot usada por Kate tampoco fue casualidad. Perteneciente originalmente a la reina Mary, fue una de las favoritas de Diana de Gales.

Kate Middleton lució la tiara Cambridge Lover’s Knot, la favorita de Diana de Gales, en su regreso a los actos oficiales de Estado.
Completaron el look joyas históricas como los aretes Greville, hechos por Cartier entre 1918 y 1929, y heredados por Isabel II de su madre. También se dejó ver por primera vez la medalla de la Orden de la Familia Real de Carlos III, así como el rosetón de la Orden Nacional del Mérito de Francia y la gran cruz de la Orden Victoriana.
Cabe mencionar que la reaparición de Kate había sido esperada con cautela por el público y la prensa. Su participación en el Trooping the Colour o en la final de Wimbledon había sido celebrada, pero no tenía el peso simbólico de una cena de Estado, un acto que reafirma su condición de futura reina.
Como era de esperarse, llegó acompañada del príncipe William, mientras los reyes Carlos y Camilla encabezaban la recepción oficial. También estuvieron presentes la princesa Ana con su esposo, los duques de Edimburgo y los de Gloucester. Esta es la primera vez desde el Brexit que el Reino Unido recibe a un jefe de Estado de la Unión Europea. Y lo ha hecho con todos los elementos de su diplomacia: elegancia, precisión y tradición.


Durante su discurso, Carlos III alternó el inglés y el francés para resaltar los vínculos históricos que unen a ambos países desde hace más de mil años.

La visita marcó un nuevo capítulo en las relaciones diplomáticas entre el Reino Unido y la Unión Europea.

Saint George’s Hall, el salón más majestuoso del castillo, fue el escenario elegido para una cena que reunió a 170 invitados.

La decoración floral estuvo a cargo de los jardineros reales, con centros de plata y arreglos de temporada.
Suscríbase aquí a la edición impresa y sea parte de Club COSAS.