La justicia y sus constantes crisis
En busca de una salida a la grave crisis que afecta a la Fiscalía, a la Junta Nacional de Justicia, al Poder Judicial, a la Procuraduría, al Ministerio…
En busca de una salida a la grave crisis que afecta a la Fiscalía, a la Junta Nacional de Justicia, al Poder Judicial, a la Procuraduría, al Ministerio…
Juan Paredes Castro reedita su libro “La República incompleta” y traza un paralelo entre la caída de Alberto Fujimori y la de Pedro Castillo. Además, e…
Columna de Juan Paredes Castro, periodista político que advertía hace seis años de los embates a sortear para llevar a cabo el plan de reconstrucción c…
Hay un extendido afán de distorsión de hechos y situaciones sobre la realidad peruana, desde algunos gobiernos de la región y otros de Europa, que pres…
“El mecanismo del golpe de Castillo empezó cuando se admitió su candidatura”, dice Juan Paredes Castro. El reconocido periodista y exdirector de “El Co…
La suerte del Perú no es la peor ni la mejor. No está tranquilo porque Pedro Pablo Kuczynski se haya salvado de la vacancia. Ni reconciliado porque Alberto Fujimori haya obtenido el indulto humanitario. Ni confiado porque la “lucha anticorrupción” ande metida en todo. Ni esperanzado porque tal vez vuelvan los tiempos de las vacas gordas. El país está, sencillamente, entrampado.
La hace poco estrenada primera ministra Mercedes Aráoz gira alrededor de sí misma sin saber qué hacer. El Congreso apenas mira de reojo su pedido de facultades legislativas. La bancada mayoritaria en el Congreso no tiene otra agenda que sacar a Keiko Fujimori de sus aprietos legales mediante el equivocado recurso de acusar constitucionalmente al fiscal de la Nación. El presidente Pedro Pablo Kuczynski disimula apenas con su habitual sonrisa de oreja a oreja los coletazos de Odebrecht desde Brasil, que ahora ponen a la ex alcaldesa de Lima, Susana Villarán, en el centro de la tormenta. Así las cosas, el país económico sigue en piloto automático, el país político abandonado a su suerte y el país social deseoso de moverse, pese a todo, en un mejor horizonte de confianza.
Ya no son tiempos para disimular nada, menos para ponerse detrás de la cortina y convertir en tabú la herencia de inacción e imprevisión del régimen de Ollanta Humala. Inexplicablemente, Pedro Pablo Kuczynski y su entonces primer ministro de estreno, Fernando Zavala, pasaron por agua tibia esa herencia. Y lo que es peor, asumieron implícitamente su activo y pasivo. Los estragos de El Niño costero estaban más que advertidos. Ni qué decir de Chinchero. La ausencia de nuevos proyectos mineros y la parálisis de otros, también. Una recaudación tributaria en caída y un Congreso con una sola idea fija, la vacancia presidencial, completan la figura. Y las violaciones y feminicidios recién despiertan en el Gobierno la necesidad de una cruzada nacional, como si nunca hubiera existido el Ministerio de la Mujer y Poblaciones Vulnerables.
Una vez más, sin una agenda política dominante que sea capaz de marcar el horizonte, el Perú ingresó a un nuevo tiempo de parálisis. Entre el tira y afloja por el indulto a Fujimori y por cuál será finalmente el lugar escogido para la misa del Papa en Lima, retornó la confrontación del Gobierno con el Congreso, poniendo prácticamente en repliegue la salida a la cancha del nuevo Gabinete Ministerial. Las primeras reacciones a la brusca caída del Perú en el ranking de competitividad y al nuevo intento de retorno a la bicameralidad, devuelven la mirada, aunque tímida, a las reformas políticas más urgentes.
Juan Paredes Castro, periodista político, presentó "La presidencia Ficticia", un libro donde analiza el comportamiento presidencial en los últimos 26 años.