La arquitectura costera ha dado grandes ejemplos de fusión con el paisaje: desde casas que penden peligrosamente de los acantilados hasta muros que lamen la orilla del mar. Recorremos diez íconos imprescindibles que tienen su propia historia.

Por Laura Alzubide

1. Casa Malaparte

En 1937, Curzio Malaparte le encargó al arquitecto Adalberto Libera una casa en el acantilado de Capri, en Italia. Nada más comenzar, surgieron las desavenencias entre ambos, por lo que se afirma que el escritor es el verdadero autor del diseño. Nos encontramos ante una casa monumental, pero encerrada en sí misma, que tiene mucho que ver con la vida de Malaparte, quien fue fascista en su juventud, luego estuvo varias veces en la cárcel por criticar a Mussolini y a Hitler, y después su ideología viró hacia el comunismo. Pero la historia no acaba aquí. La casa fue dejada en herencia a la República Popular China, y durante muchos años, mientras la familia impugnaba el legado, permaneció abandonada. Hoy está restaurada y recibe visitas.

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2. La cabaña de Le Corbusier

Esta cabaña prefabricada, ubicada en Francia, es uno de los trabajos menos conocidos de Le Corbusier. Pero no por ello es menos genial. Fue construida entre 1951 y 1952, mientras diseñaba Chandigarh y finalizaba la Unidad Habitacional de Marsella. La mejor definición del proyecto provino del mismo arquitecto: “Tengo un castillo en la Costa Azul que tiene 3,66 metros por 3,66 metros. La hice para mi mujer, y es un lugar extravagante de confort y gentileza. Está ubicada en Roquebrune, sobre un sendero que llega casi al mar. Una puerta minúscula, una escalera exigua y el acceso a una cabaña incrustada debajo de los viñedos. Solamente el sitio es grandioso, un golfo soberbio con acantilados abruptos”.

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3. Casa Ugalde

La Casa Ugalde es uno de los íconos de la arquitectura española. Fue construida en 1952 por José Antonio Coderch, en colaboración con Manuel Valls. Se encuentra en la localidad catalana de Caldes d’Estrac, en una ladera poblada de pinos desde la que se disfruta el paisaje. Una fachada blanca, quebrada de manera abrupta, es su seña de identidad. “Ha sido una casa cuya distribución se hizo partiendo de un punto fijo, y marcando con este punto como centro los ángulos de las vistas que se pretendían conseguir y las transparencias correspondientes”, escribió Coderch. “Es un proyecto muy especial, que si tuviéramos que repetir lo haríamos siguiendo el mismo procedimiento, tratando, sin embargo, de conseguir un poco más de orden”.

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4. Norton House

No podíamos dejar de mencionar este proyecto deconstructivista de 1984, que a pesar de su excéntrica apariencia ya es todo un clásico de la arquitectura. Fue diseñado por Frank Gehry para la artista Lynn Norton y el escritor William Norton, en Venice Beach, California. Se compone de materiales baratos y desechables –cercos alambrados, vulgares losetas de cocina, escaleras industriales–, que, sumados al estuco pintado en diversos colores para acentuar las formas geométricas, le dan un aspecto único. En cuanto al programa, destaca el estudio, elevado en un pedestal delante de la fachada. Es una suerte de caseta de socorrista que rinde homenaje al pasado del propietario. Por cierto, esta casa es de visita obligada para los amantes de la arquitectura.

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5. Can Lis

Cuando el arquitecto danés Jørn Utzon concluyó la Ópera de Sidney, decidió irse a vivir a la isla de Mallorca, en España. Compró un terreno en la montaña, pero por aquel tiempo las autoridades locales no dejaban construir allí. Entonces, encontró otro espacio en un acantilado cercano, y diseñó Can Lis. Terminada en 1972, la casa se compone de diversos pabellones unidos por un muro. Está hecha en marés –una piedra local de textura arenosa, cuyo color varía entre el amarillo y el rosado–, y el mobiliario tiene detalles en cerámica. En 1994, atormentado por las constantes visitas de los turistas que venían a apreciar su obra, Utzon retomó sin trabas el proyecto del terreno original, de difícil acceso: Can Feliz, que alimentó su fama de arquitecto huraño.

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6. Fairhaven Pole House

La originalidad de esta casa, quizás la más fotografiada de Australia, radica en que se encuentra suspendida sobre Fairhaven Beach, en un pedestal de trece metros de altura. Fue construida en 1978 por el arquitecto Frank Dixon. Los acabados eran en madera y estaba iluminada con focos de color naranja. Sin embargo, hace algunos años, una pareja compró la casa y quiso remodelarla. Como no se podían hacer grandes modificaciones, debido a su peculiar estructura, decidieron derribarla por completo. Hicieron una réplica moderna, diseñada por F2 Architecture, que se concluyó el año pasado. Ahora está hecha en acero y vidrio, para aprovechar mejor las vistas, y el puente es de concreto. Aunque, de lejos, sigue pareciendo la misma casa que Frank Dixon concibió en los años setenta.

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7. Chalé en Mazarrón

En 1968, antes de que la costa española se poblara de chalés anodinos, Miguel Físac construyó un conjunto de departamentos en una pequeña isla de Mazarrón, en Murcia. Los vecinos lo llamaban “la cajonera”, debido a su singular distribución en cuatro contenedores iguales que miraban al mar. Lograban pasar desapercibidos en el paisaje, integrándose en él, probablemente debido a su estructura, que apenas se elevaba por encima del terreno inclinado. Los actuales propietarios realizaron una reciente ampliación que distorsionó por completo su belleza. No es la primera vez que se destruye una obra de Físac. En 1999, poco antes de su muerte, se demolió uno de sus edificios más emblemáticos: La Pagoda, en las afueras de Madrid.

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8. Pearlroth House

En los años cincuenta, aquellos que querían encargar un diseño moderno y divertido en los Hamptons, en el estado de Nueva York, recurrían al arquitecto Andrew Geller. La Pearlroth House data de 1959. Construida íntegramente en madera, tiene 56 metros cuadrados y dos cajas que rotan 45 grados para darle la forma de un doble diamante. Con los años se fue deteriorando. Sin embargo, hace poco tiempo se trasladó doce metros de su lugar original, para ser restaurada y lucirse junto a la nueva casa de los propietarios. El historiador Alastair Gordon la consideró “uno de los ejemplos más importantes de diseño experimental construido en el periodo de la posguerra, no solo en Long Island sino en los Estados Unidos; es ingenioso, audaz y creativo”.

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9. Casa Arango

El millonario mexicano Jerónimo Arango había visto el trabajo que el arquitecto estadounidense John Lautner había realizado para el diseñador de interiores Arthur Elrod en su casa. Y en 1970 decidió encargarles a ambos su residencia de fin de semana en Acapulco. El requisito era que aprovecharan las vistas, algo que se manifiesta en el diseño orgánico que se tiende sobre el océano. “Cuando visité por primera vez el lugar, tuve la idea de construir una terraza grande y abierta, para que todo lo que tuvieras fuera la belleza de la bahía de Acapulco, y el cielo y las montañas”, contó Lautner. “No sientes que estás en un edificio. Estás en el espacio. Con la belleza de la naturaleza”.

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10. Casa en Corrubedo

Corrubedo es una localidad pesquera al sur de La Coruña, en España, que tiene poco más de setecientos habitantes. Pero por alguna razón atrae a los arquitectos. El más ilustre de todos es el británico David Chipperfield, quien suele navegar en la ría de Arosa y cocinar para sus amigos. Tras buscar el terreno apropiado, encontró un solar que hacía de fisura al extremo de la calle principal, junto al mar. En 2002, después de cuatro años de obras, por culpa de las difíciles condiciones climáticas, terminó de construir la casa. Está estructurada en cuatro niveles, y, a diferencia de las que la rodean, no se protege del mar dándole la espalda, sino que dialoga con él. Su diseño es un homenaje a la sutileza.

Artículo publicado originalmente en la revista CASAS #218