A fines de 2018, Francisca Barrios inició un proyecto aparentemente sencillo: recoger todo el plástico que encontrara en su camino mientras practicara surf. Ahora comparte esta iniciativa con la comunidad tablista del país para hacer frente a la contaminación del mar peruano.
Por Manuel Coral González
Limpieza marina
De acuerdo con las proyecciones de la ONU, en el año 2050 habrá más plástico que peces en el mar si no se toman medidas drásticas que eviten la contaminación masiva de los océanos en el mundo. Consciente de esta realidad, Francisca Barrios decidió tomar acciones que produzcan cambios significativos a largo plazo. “Toda mi vida he estado en contacto con la playa. Cuando comencé a pasar más tiempo en el mar, me di cuenta de la gran cantidad de plástico que contamina el océano. Tenía que hacer algo”, confiesa.
Francisca comenzó a interesarse más en el tema de la contaminación plástica: leyó libros especializados, identificó los tipos de plásticos más frecuentes en el mar y cómo estos afectan el ecosistema marino y el trabajo de los pescadores artesanales. “El costo de la contaminación plástica es altísimo para la pesca artesanal. Los pescadores trabajan durante horas con sus redes y solo ‘pescan’ puro plástico. Además, es una trampa mortal para los animales, que confunden los desechos con comida o suelen quedar atrapados entre el plástico”, añade.
Debido a estas circunstancias, tomó una decisión: cada vez que ingresara al mar, sacaría al menos un tipo de plástico que encontrara en su camino. “Empecé con el proyecto ‘Un plástico a la vez’ llevándolo a la comunidad tablista en playas como Punta Hermosa, San Bartolo y las de la Costa Verde. Más allá de que esta iniciativa se convierta en una actividad, busca generar un cambio en la mentalidad de los peruanos que suelen acudir a la playa”, señala.
Siguiente paso
En paralelo a su trabajo social recogiendo los desperdicios que finalizan en el mar, Francisca ha comenzado a trabajar en un proyecto artístico con fines educativos. “Estoy armando una exposición con piezas plásticas que han sido trabajadas con la fuerza del mar. Esto es para mostrar el ciclo de vida del plástico –que se extiende mucho más allá de su vida útil–, y concientizar a las personas sobre la variedad de formas en las que el plástico invade e impacta los ecosistemas marinos”, reflexiona.
Con miras a revertir esta situación que perjudica directamente al océano, ella cree que, si bien es importante emprender grandes acciones colectivas, también es fundamental que el cambio comience por uno mismo cada vez que ingresamos a las playas. Para ella y para la comunidad con la que trabaja, un plástico a la vez es más que suficiente.