A propósito de la separación oficial de Bill y Melinda Gates, recordamos los divorcios más caros de la historia de Estados Unidos.
Por Arianna Gonzáles
Dicen que el dinero no compra la felicidad y la reciente separación de Bill y Melinda Gates no hace más que comprobarlo. Tras 27 años de matrimonio y con una de las mayores fortunas del mundo, las diferencias pudieron más y, hace pocos días, anunciaron el fin de su relación.
Sin embargo, esta no es una situación anormal entre los multimillonarios. Según Forbes, los más ricos de Estados Unidos se divorcian a un ritmo similar al del ciudadano promedio, sin importar, como se cree, que lo tienen «todo para ser felices».
Esta parte de la población, que al casarse, ni siquiera debe preocuparse en mencionar la parte de los votos que sigue al «en la riqueza», es la que nos deja titulares de divorcios con cifras que sorprenden a cualquier mortal.
En esta nota, recordamos algunas de esas rupturas, que llevan a utilizar el adjetivo «rentable» para referirse a ellas.
Jeff Bezos y Mackenzie Scott
Corría el 2019 cuando el amor entre el fundador de Amazon y Mackenzie Scott llegaba a su fin. El divorcio convirtió a la exesposa de Bezos en la tercera mujer más rica a nivel mundial.
Scott recibió alrededor del 4% de las acciones en circulación de Amazon, que tenían, en 2019, un valor de más de US$35.000 millones.
Sin embargo, durante la pandemia, dichas acciones despegaron a máximos históricos de la compañía, acrecentando su fortuna.
Bezos, por su lado, conservó un puñado mayor de las acciones de Amazon y mantuvo la propiedad de la empresa de cohetes Blue Origin y el Washington Post.
Bill y Sue Gross
El divorcio del inverisonista y administrador de fondos estadounidenses fue uno de los más polémicos. La pareja no solo desató un escándalo al pelear en la corte sino que compraron propiedades solo para superar al otro en posesión de bienes inmobiliarios. Un gusto que solo los ricos pueden darse.
Al final, Sue se quedó con más de mil millones de dólares, la custodia de dos de los gatos que adoptaron juntos y parte de su colección de arte, incluido Le Repos de 1932 de Picasso .
El cuadro fue también motivo de polémica cuando Bill confesó que el creía haberse quedado con el Picasso, sin embargo, era solo una réplica pintada por su misma esposa.
Ken Griffin y Anne Dias
Otro de los divorcios más escandalosos de Estados Unidos es el del multimillonario de fondos de cobertura Ken Griffin. La disolución no solo reveló detalles de la extravagante vida que llevaban, sino también abusos por parte de Ken.
Gracias a un acuerdo prenupcial de la pareja, Anne tuvo derecho a un pago global de $ 25 millones, además de $ 1 millón por cada año que estuvieron casados y compartieron la propiedad de su ático en Chicago.
Sin embargo, Anne, afirmó que fue obligada a firmar el acuerdo la noche anterior a su boda y demandó más. Tras ello, la pareja llegó a un acuerdo confidencial justo antes de ir a juicio.
Steve y Elaine Wynn
La separación de los magnates del juego y las apuestas fue dura, y trajo consigo un costo de US$850 millones en separación de bienes.
Elaine, que dirigía la junta de la cadena de casinos Wynn Resort desde 2002, se quedó con acciones por un valor estimado de US$ 795 millones. Además, Steve tuvo que venderle cerca de US$114 millones en acciones.
En la actualidad, Elaine tiene US$2300 millones en acciones de la compañía y es la accionista individual más grande de Wynn Resorts.
Roy y Patricia Disney
En el 2007, Roy, el sobrino del fundador de Disney, protagonizó uno de los más grandes divorcios millonarios de la historia.
Disney, se separó de su esposa Patricia cuando tenía 77 años. El juicio se llevó consigo la mitad de su riqueza, que tenía un valor aproximado de US$1300 millones.
Luego de la muerte de Roy y Patricia sus familiares levantaron una fundación ambiental que bautizaron con el nombre de la pareja, con fondos de $122 millones.
Harold Hamm y Sue Ann Arnall
El fin de este matrimonio es clave para resaltar la importancia de los acuerdos prenupciales. El magnate pretrolero Harold Hamm pasó años en la corte tratando de separase de su segunda esposa, Sue Ann Arnall.
En 2015, terminó escribiéndole un cheque de su cuenta de Morgan Stanley por el monto de $ 974,790,317.77. Si bien ella lo aceptó, continuó luchando por una cantidad mayor, aunque sin mayor resultado.
Jacqueline Mars y Hank Vogel
La heredera de Candy debió enfrentarse a su segundo marido en un proceso judicial amargo en el que Vogel pedía mucho más de lo estipulado en su acuerdo prenupcial.
Esto, después de admitir que «no sabía que su esposa era multimillonaria» y ahora que se había dado cuenta, requería una cantidad mayor de dinero después del divorcio.
Según Vogel, firmó un acuerdo prenupcial en el que Mars valorizó su fortuna en $ 30 millones cuando en realidad ascendía a 4.600 millones de dólares aproximadamente.
Finalmente, Mars ganó la larga batalla judicial, y al parecer le sirvió de ejemplo, porque nunca se volvió a casar.
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