Desde que falleció el duque de Edimburgo, Phillip, en abril de 2021, el estado de salud físico y mental de la reina Elizabeth II fue decayendo, y se hizo evidente en sus cada vez más pocas apariciones públicas.
Por Cecilia Navarrete
Pasaron juntos 80 años, pero los más de 500 días que la reina Elizabeth II pasó entre la muerte de su inseparable marido fue más que suficiente para derrotarla. A pesar de que vivió una guerra mundial y escándalos políticos, mediáticos y familiares. Nada fue igual tras la muerte de Phillip.
Cuando ella tenía apenas 13 años se sintió flechada por el entonces cadete, mejor de su promoción, en una visita al barco Britannia del Royal Naval College.
La muerte de su marido, a los 95 años de Elizabeth II, en plena pandemia de COVID-19 evidenció la soledad que ahora la inundaría. La monarca, completamente sola, en la labrada bancada de madera del coro de la capilla de San Jorge del castillo de Windsor. Con doble mascarilla, una quirúrgica y otra negra, vestida de riguroso luto de la cabeza (sombrero incluido) a los pies. Con el mismo broche de diamantes de su abuela, la reina María, que llevó en el anuncio de su compromiso.
Desde entonces nada fue igual. Poco a poco su salud fue deteriorando, sus apariciones públicas disminuyeron drásticamente. Incluso su aspecto físico cambio: más encorvada, más delgada, una mirada triste. Como dijo una experta real, se estaba desvaneciendo. Se dejó ver por primera con bastón en octubre de 2021. Poco después, el palacio de Buckingham anunciaba que ya no acudiría a más actos públicos sola. Los médicos le pidieron que descansara. En noviembre faltó a un homenaje a los caídos de guerra. En diciembre no hubo almuerzo navideño. Y las faltas continúan.
A pesar de que no fue un matrimonio perfecto, duró 73 años hasta el fallecimiento de Phillip. Y se evidenció un corazón roto y una vejez que pesaba.
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