El artista peruano Alonzo Vega nos abre las puertas de su casa y comparte con COSAS su regalo más preciado: la familia que ha construido junto a su esposa, Andrea Gallese de Osma, y sus hijos, Alonzo y Augusta. En este Día del Padre, su primero como papá de dos, se sincera sobre los retos de la paternidad en el mundo moderno.
Por Arianna Gonzales Fotos Andrés Espinoza
Alonzo Vega y Pupi Gallese nos reciben en su hogar. Junto a ellos, Alonzito y Augusta, sus hijos. Se sientan en los muebles y, al mirarlos de frente, parece una postal digna de película. Una casa vanguardista y una familia feliz.
Este es el primer Día del Padre de Alonzo como papá de dos. Hace nueve meses, su familia creció con la llegada de Augusta, la pequeña niña que siempre quiso tener. «Aunque sé que mis celos algún día me van a tocar la puerta, es algo que siempre quise; tener una hija es tener un tacto muy distinto».
Alonzo cree firmemente que cada hijo llega a este mundo trayendo distintos retos y alegrías. El nacimiento de sus hijos ha impactado su madurez, viendo la paternidad como una responsabilidad sagrada. «Ser papá cambia todo. Veo el futuro de otra manera, todo cambió para bien. Conozco el amor incondicional. Quiero darles a mis hijos el mejor mundo posible», reflexiona.
Paternar en el mundo moderno
Para Alonzo, en el mundo moderno y con una crianza más consciente, disfrutar los primeros años de sus hijos es una prioridad. Aunque le cuesta entretenerlos con juguetes, se las ingenio para sacarlos de su zona de confort con actividades creativas como tiro al blanco, juegos con pintura, cuentos y paseos en carro. Con su hija Augusta, juega por toda la casa haciéndola reír, enseñándole colores y haciéndole cosquillas.
Dice que no importa cuál sea la carrera que elijan, seguro el arte será una parte transversal en su vida. «Creo que todas las carreras son artísticas. Desde la cocina hasta la química. Todo lo que hagas con pasión, todo lo que agrade al resto con respeto y se lleva un buen sabor en el corazón, es arte, y no necesitas ser superdotado. Sólo necesitas tener suficiente compromiso para aceptar ser malo en algo que te gusta durante el tiempo necesario para volverte bueno en ello».
Un artista convertido en padre
A Alonzo, el arte lo sorprendió desde muy pequeño, y fue en el colegio donde descubrió su fascinación por crear. Mientras todos apostaban por dibujos convencionales, él y sus formas abstractas se diferenciaban. Su arte, reconoce, nace en momentos difíciles, problemáticos y fuertes: «Pintar alegre y sonriente nunca fue lo mío. No quiere decir que pinto triste, menos aun que mis obras reflejan tristeza». Sin embargo, ahora que la felicidad lo embarga en su vida familiar, trata de encontrar un nuevo carril de creatividad.
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