El mítico hotel parisino reabre sus puertas tras una renovación que tomó cuatro años. El nuevo Ritz París promete combinar comodidades contemporáneas sin perder su antiguo lujo.
Por Rebeca Vaisman / Fotos de Vincent Leroux
La plaza Vendôme fue diseñada en 1702 en honor al rey Luis XIV. Hoy es atravesada por parisinos y, sobre todo, ciudadanos del mundo, y está cercada por edificios de la época que son boutiques de Cartier, Dior y Chanel. Pero, durante cuatro años, uno de esos palacios permaneció en aparente silencio. En 2012, el legendario Hotel Ritz anunció su clausura temporal por una renovación que debía tomar dos años. A esto se sumaron varias demoras, que incluyen el incendio de una de las alas del edificio a comienzos de 2016. Tras las puertas cerradas, quedaron los fantasmas de sus fastuosos huéspedes y los secretos que velaron siempre la luz de sus pasillos. Mucha expectativa generó su remodelación, así como preocupación por que una visión contemporánea no alterara su aire a otra época. Es decir, su magia. Luego de cuatro años de trabajo y 450 millones de dólares invertidos –según indican varios reportes–, el remozado Ritz se inauguró en junio pasado y abrió nuevamente sus puertas al Primer Distrito del centro de París.
Cuando se tomó la decisión de hacer una pausa en su historia, habían pasado treinta y tres años desde su última restauración: su sistema de aire acondicionado, la calefacción, las tuberías y el cableado necesitaban urgentemente un reemplazo. Además, se presume que la decisión de renovarse también se debió, al menos en parte, a que en 2011 el Ministerio de Turismo francés no consideró al Ritz cuando concedió su mayor designación –el de palacio– a tres hoteles parisinos. Por otro lado, la prensa internacional había notado la competencia que constituyen hoteles recientemente renovados como Le Royal Monceau y Le Bristol.
Según declaraciones del presidente del hotel, Frank Klein, el Ritz se sometió a una renovación “de techo a sótano” que, sin embargo, tenía que dejarlo intacto. Toda modernización debía ir por dentro, sin intervenir la fantasía de lujo y elegancia de un mundo que ya no existe. Y, sobre todo, debía seguir siendo el mismo hotel que recibió por largas temporadas a Ernest Hemingway, Francis Scott Fitzgerald y Cole Porter; que fue hogar temporal de Coco Chanel y de Marcel Proust, y escenario para excentricidades como las de la marquesa Luisa Casati, quien insistía en mantener a dos chitas y una serpiente pitón en su habitación. Gollerías del Ritz.
Historia y presente
El palacio, propiedad privada construida a comienzos del siglo XVIII para ser hogar de familias nobles, fue el Hotel de Lauzun hasta que el empresario suizo César Ritz lo compró. Cuando este inauguró su hotel en 1898, fue el primero en tener baño propio, teléfonos y electricidad en cada habitación. En el año 2012, la tarea de actualizar el Ritz y llevarlo nuevamente a la vanguardia del sector fue encargada al arquitecto francés radicado en Nueva York Thierry Despont. Su principal reto era conseguir que las extensas reformas fueran invisibles.
La recepción solía tener tres metros y medio de alto, con una mezanine superior. Ahora es un magnífico espacio luminoso gracias a los cinco metros y medio de suelo a techo, luego de que se prescindiera de la mezanine y se abriera una ventana oval que mira a la plaza Vendôme. Las habitaciones se han reducido de 159 a 142, y se han incluido nuevas habitaciones temáticas, como las creadas en honor a Mozart, Maria Callas y Marcel Proust. Se ha implementado un túnel que atraviesa la plaza para conectar el hotel con un área de estacionamientos privados. El nuevo Ritz alberga, desde ahora, el primer spa de Chanel, el Chanel au Ritz Paris. También se amplió la escuela de cocina, se creó un corredor comercial y se colocaron techos retráctiles en los dos restaurantes del hotel, de tal manera que sus terrazas puedan usarse durante todo el año.
Finalmente, la intervención redescubre el jardín del Ritz, “un diamante en bruto en el corazón de París”, describe el arquitecto Despont. Junto con el paisajista francés Jean Mus, ha revivido los casi dos mil metros cuadrados de jardín con árboles de tilo, hiedra colgante y rosas blancas. Una visión renovada que hace honor al pasado del hotel, encarnado, quizá, en las palabras que Ernest Hemingway le dedicó en una carta al escritor A.E. Hotchner: “Cuando sueño con una vida en el paraíso, la acción siempre tiene lugar en el Ritz París”.
Fotos: cortesía de Ritz París