En esta casa diseñada por Kathy Grimberg conviven un diseño cálido, arte moderno de mitades del siglo pasado y una intervención vegetal que transforma el interior en un espacio vivo, siempre en diálogo con el exterior.
Por: Mery Jiménez Heredia
En esta casa, la mirada artística de su propietaria se encuentra en todos los rincones. Obras de arte moderno de mitades del siglo pasado se mezclan con elementos contemporáneos en un contexto cálido, donde la vegetación y elementos como los jardines verticales en el invernadero –sello de la diseñadora Kathy Grimberg, quien introdujo este concepto novedoso en varios proyectos– dotan de atmósfera y carácter a una vivienda única.
“En cada proyecto que desarrollo hay una premisa que repetimos como un mantra: el arte no se cuelga al final, el arte se piensa desde el inicio. Para mí, una casa no es un contenedor de objetos, sino un organismo vivo que respira según la personalidad de quienes lo habitan”, explica.

En esta casa, Kathy Grimberg construye un universo donde el arte y la naturaleza dialogan desde el primer trazo. Cada decisión –desde la presencia de piezas modernas y clásicas hasta la integración de luz, ritmo y vegetación– responde a una premisa clara: un hogar no es un contenedor, sino un organismo vivo.

Calidez con propósito: piezas, texturas y vegetación diferentes que narran la historia del diseño interior.

Inspiración natural: ambientes que conectan confort y creatividad, la esencia del diseño que se siente.
El recorrido empieza en la sala principal, un ambiente amplio donde la diseñadora apostó por una paleta neutra. Dos sofás idénticos de madera con cojines en verde musgo y marrones acompañan mesas de mármol. Los tonos fucsia y rojizos destacan sin robar el protagonismo a elementos como dos sillones art déco de enchape de madera originales con cuero, cuadros y una elegante Lama Lounge Chair en color negro.
También se aprecia un sofá lounge que, al estar entre dos ambientes, logra que se integren. “Hay texturas como piel de vaca, cuero, lino y combinación de alfombras persas reloaded, es decir, desteñidas y vueltas a teñir, lo que las hace más modernas; además, otra de fibras naturales en colores bronce”.
Una estantería de madera se extiende detrás del sofá. Libros antiguos, objetos decorativos y plantas colgantes ocupan los estantes, llenando el espacio sin saturarlo. En esta área destaca también una escultura que se asemeja a una figura femenina en color plata del artista Joaquín Liebana.

Kathy trabajó uno de los ambientes de la casa enchapado en madera para brindar un toque cálido. En esta área conviven sillones vintage, una banca Platner y un escritorio original de Gio Ponti.

En el comedor, destacan sillas originales de los años 50 y sillas Mackintosh en la cabecera.

Diseño que abraza: un salón donde la naturaleza y el estilo conviven para crear espacios con alma.
La siguiente estancia, que cuenta con chimenea, está revestida en madera para generar una sensación aún más cálida. Un sofá rojo intenso se luce acompañado de sillones de los años 50, una banca Platner y un escritorio de bronce de Gio Ponti. Las repisas suspendidas exhiben objetos personales, marcos, libros y piezas de arte con clips de luces flexibles. Una alfombra china y la mesa central con libros de arte completan la estética.
El recorrido continúa en el comedor formal, un ambiente que combina elegancia y presencia artística. En la pared resalta una pieza que formó parte de la colección del Museo de Arte de Lima: “Khipus, nuestra historia en nudos”, un guiño al arte peruano.
La gran mesa de madera rosewood permite que la alfombra persa –en tonos rojizos y azulados– sea parte visible del ambiente sin restar peso al piso, donde se ha utilizado la técnica de marquetería, presente también en otros espacios de la casa.

Para una segunda área social destinada a los habitantes más jóvenes de este hogar, la interiorista se decantó por romper las líneas rectas con un sillón en forma de medialuna que aporta flexibilidad.

Ventanales de gran forma brindan luz natural e iluminan las mesas con formas geométricas irregulares y colores vibrantes.

Arte vivo: un rincón que demuestra cómo los detalles únicos transforman la experiencia de cualquier ambiente.
Las sillas originales de los años 50 se complementan con las sillas Mackintosh de la cabecera. “Son todo un clásico”, enfatiza Grimberg. Sobre la mesa, plantas en macetas bajas añaden frescura sin bloquear la vista. “Este espacio está pensado para esas grandes celebraciones con familia y amigos”.
La lámpara suspendida, una estructura blanca con formas orgánicas, crea un punto focal luminoso que define el ambiente. Una obra de arte pop en gran formato introduce color y energía, mientras la consola de espejos, acompañada de jarrones altos y arreglos florales, aporta equilibrio y simetría relajada.
Quizá el ambiente más inesperado es el invernadero o jardín interior. Aquí, la casa se abre a un pequeño mundo vegetal propio: helechos colgantes, plantas de follaje abundante, tulipanes y macetas de gran tamaño componen un paisaje doméstico que respira vida.
En el centro, una mesa circular con espejo se acompaña de un sillón Biedermeier tapizado en terciopelo verde y un banco elaborado con un tronco natural. “La idea era que todo se integre a la naturaleza”. Allí, una escultura giratoria del artista Alois Kronschlaeger, de la galería Now, se convierte en un atractivo visual.

Un universo vegetal propio que se convierte en una extensión sensorial del hogar gracias al invernadero. Helechos colgantes, follaje exuberante y macetas de gran formato estructuran un paisaje doméstico donde la naturaleza es protagonista.

La mesa circular con tapa de espejo, el sillón Biedermeier en terciopelo verde, un banco de tronco natural y la escultura giratoria de Alois Kronschlaeger conforman un escenario donde luz, arte y vegetación dialogan.

Equilibrio perfecto: madera, fibras y color en armonía, sello característico del concepto de Kathy Grimberg.
Uno de los principales retos de este espacio fue trabajar la gran entrada de luz natural para integrarla fluidamente al hogar y trasladar el verde vibrante del exterior hacia dentro. “Antes de hablar de colores o de estilos, hablamos de personas, de rutinas, de silencios, de humores. Identificamos qué espacios necesitan energía y cuáles necesitan calma; cuáles deben invitar al juego y cuáles deben abrir un pequeño paréntesis de contemplación en medio del día”, menciona Grimberg.
Por último, la casa ofrece un área social más relajada pensada para los habitantes jóvenes del hogar, con un gran sofá curvo que aporta dinamismo y flexibilidad. A su lado destaca una mesa de centro turquesa de forma estructurada, acompañada por dos butacas circulares y una gran estantería dominada por la geometría. Por supuesto, la vista hacia el exterior no puede faltar, reafirmando el sello natural y orgánico presente en cada proyecto de Grimberg.
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