Luego de dejar de entrenar durante casi cuatro meses y subir ocho kilos tras acabar décimosexta en los Juegos Olímpicos París 2024, la marchista huanca recuperó su mejor forma, y acaba de ganar el oro bolivariano en los 21 km de la media maratón de marcha atlética.
Por Kike La Hoz
«Qué mejor que regalarles un oro a todos los peruanos, pero sobre todo a mí», comentó Kimberly García durante su última entrevista con COSAS, en octubre. En ese entonces, la deportista peruana se posicionó dentro del Top 5 del Mundial de Atletismo Tokio 2025, y ya proyectaba alcanzar una medalla de oro en los Juegos Bolivarianos 2025.
Luego de batallar con la ansiedad y experimentar un breve periodo de descuido físico, la atleta de alta competencia está en su mejor forma, lista para competir próximamente en Japón o Eslovaquia, con miras al Mundial de Marcha de Brasil 2025, en abril. Los grandes objetivos por el momento son el Mundial de Atletismo en China y los Juegos Panamericanos en Lima 2027.

Kimberly García logra medalla de oro en los Juegos Bolivarianos 2025. (Créditos: Álvaro García Alva)
¿Qué significó volver a Tokio después de la experiencia en los Juegos Olímpicos del 2021, con abandono y las ganas de retirarte de tu carrera?
—En el 2021 pensé en retirarme, pero creo que ya he pasado ese capítulo de mi vida. Así que cada objetivo, cada competencia que tengo, es algo nuevo para mí.
En los días posteriores al Mundial de Atletismo, que te sirvieron para conocer Tokio, ¿qué pudiste pensar sobre este quinto lugar?
—La verdad es que sí me gusta reflexionar sobre mi participación. Incluso terminando ya las dos pruebas conversamos con mi entrenador (Andrés Chocho) y con mi familia, porque es importante sentirse al menos contenta o satisfecha con lo que has logrado y no tener esa espina de que hubieras podido dar más. Y la verdad es que sí estoy satisfecha con la participación que he tenido, porque tuve una temporada corta para prepararme y he llegado a un buen nivel, un nivel competitivo, que era lo que quería. Aunque aún veo y digo: me queda mucho por mejorar. Y creo que estoy en el camino correcto para lograrlo.
La recompensa ha sido superar tu propia marca, el récord nacional, que bajó de 1:26:40 a 1:26:22 en los 20 km.
—Sí, he mejorado, y entonces veo lo que puedo llegar a hacer si sigo en este camino. Si he sido tan profesional en estos meses, porque era importante llegar competitiva a este campeonato mundial, a pesar de no haber estado en mi mejor forma (estoy en un 90%), y aún así he logrado mejorar mi tiempo y mostrarme competitiva con las demás, entonces para mí ha sido un gran logro. Veo que en el futuro, en las próximas competencias, puedo mejorar mucho más. Porque desde ahora no paro: voy a seguir entrenando con normalidad. El año que viene y los próximos años van a ser muy distintos para mí.
¿Qué te dice a ti misma que hayas rebajado la marca?
—La marca obviamente va a ser mucho menor. Incluso, hablando con mi entrenador, él sabía que podía hacer una 1 hora 26 minutos: “¿Estás para 1 hora 26 ahora? Es lo máximo que puedes llegar”, me dijo. Y estando en mejor forma, lo podría haber hecho en los Juegos Olímpicos, lo cual no llegué a demostrar, pero sí he estado incluso para una 1 hora 24 o 1 hora 25. Entonces, obviamente no voy a renunciar a esa versión mía. Pero hay que tener en cuenta que, a partir de 2026, la prueba de 20 kilómetros ya no será de 20, sino de 21 kilómetros. El próximo año, junto a mi entrenador, nos vamos a preparar netamente para los 21 kilómetros, solamente para esa prueba. Los entrenamientos van a ser mucho más cortos. Incluso queremos buscar competencias de 10 kilómetros, 8 kilómetros, para lograr récords mundiales en esas pruebas. Eso me va a ayudar bastante a ser mucho más rápida y poder llegar bien al campeonato mundial que va a ser en abril del 2026 (en Budapest, Hungría). Ya le hice ese pedido a Andrés, porque a mí me gustan más los 21 kilómetros. Y como en el campeonato mundial los 21 k y los 42 k son dos días seguidos, yo prefiero los 21. No puedo competir en las dos porque el tiempo de recuperación es muy corto.
Si uno compara tu quinto y décimo lugar de ahora con lo hecho en el mundial de Oregón 2023 (doble medalla de oro en 20 km y 35 km), se evidencia una brecha con la española María Pérez, ganadora de los últimos dos mundiales. ¿Por dónde crees que pasa esa diferencia con ella en la actualidad?
—La diferencia es clara. Yo paré después de los Juegos Olímpicos, paré como tres o cuatro meses sin hacer absolutamente nada. A diferencia de ella, que no; ella siguió. Nunca antes en mi carrera deportiva había parado tres o cuatro meses, y eso lo evaluamos con mi entrenador, porque al volver a entrenar era como empezar de cero. Había perdido por completo mi físico, había subido de peso. Después de los Juegos Olímpicos quería darme vacaciones, quería desconectarme un poco. Y eso es lo que hice: era importante para mí. Sabía que sacrificaba un poco la parte física y todo ello, pero era necesario. Como te digo, nunca me había dado vacaciones largas, entonces era importante. Pero eso obviamente hizo que perdiera en la parte física y recuperarme ha sido bastante complicado.

«Me encantaría clasificar a los Juegos Olímpicos y obviamente pelear también una medalla en el Mundial de China», menciona Kimberly García.
Esa etapa de desconexión, tras París 2024, que mencionas, ¿te sirvió para recobrar energías y reconectar con la marcha atlética?
—Sí, me ha ayudado bastante. Después de todo el sufrimiento que tuve, volví a reflexionar, a pensar sobre lo que me había pasado. Obviamente estuve bastante triste, no lo voy a negar. Pero con el apoyo de mi familia y de todos ellos, y también con mi propia fortaleza y con tantas experiencias que he pasado en mi carrera deportiva, entendí que era una caída más. A mí misma me dije que tenía que levantarme de eso. Es así, es parte de la vida: las cosas pasan. Solo tengo que ver qué errores debo corregir. A pesar de todo, yo sentí que en ese momento había hecho todo bien. Incluso trabajé con psicólogos, y pensé que ya el tema de la presión lo tenía superado, que lo estaba manejando. Pero en ese momento me di cuenta de que no. Me dio miedo. Ver tanta gente ahí a mi alrededor me abrumó, me nubló la mente nuevamente. Entonces, nada, sigo trabajando en ello.
Y cuando examinas lo ocurrido en París 2024, donde quedaste en el puesto 14, ¿en qué crees que fallaste? ¿Dónde estuvo el error?
—Estoy segura de que he dudado durante la competencia. Sabía que estaba fuerte, sabía que podía ganar, pero mi problema fue que dudé en la misma competencia de mí misma. No confié en mí, perdí totalmente la confianza. Eso fue lo que pasó. Creo que si eso pasa, ya es imposible. En cambio, ahora en Tokio, en el Mundial, entré mucho más fresca, bastante controlada con los nervios. No me sentía nerviosa ni presionada; traté de tomarlo todo con calma, aunque con responsabilidad. En París, sí me sentía presionada por mí misma. Era como sentir que tenía que hacerlo porque tenía que hacerlo.
¿Sientes que te costó lidiar con que muchos dieron por hecho que debías ganar una medalla olímpica?
—Sí, porque yo también me repetía: “tienes que ganar, tienes que ganar”. Y quería todavía la de oro. Para mí no valía plata ni bronce, era oro. Durante la competencia, el desarrollo de la prueba me mostraba segunda, luego tercera… Entonces empecé a tirar la toalla, porque miraba que el oro se estaba yendo. Y eso es malo, no tenía que hacerlo. Pero en todo este proceso siempre ha estado mi familia. Siempre han estado ellos. Obviamente respetan las decisiones que tomo, pero mi papá y mi mamá siempre me acompañan, conversan conmigo, me motivan. Al final la que toma la decisión soy yo, y por eso decidí continuar.
Has mencionado en otras entrevistas que te consideras tu propia enemiga, por esa presión que te pones. ¿La parte psicológica sigue siendo una prioridad? ¿Sigues con un psicólogo deportivo que te guía en este proceso?
—Sí, sigo con psicólogos. Trabajo una vez a la semana. Antes eran tres veces, pero ahora lo hemos reducido, porque también quiero hacerlo por mí misma. Creo que ellos ya me han dado las herramientas, y ahora quiero aplicarlas yo. La verdad es que está funcionando.
¿Sientes que este quinto lugar es una manera de demostrarle a todos que luego de ocurrido en París 2024 has vuelto más fortalecida?
—La verdad es que lo estoy haciendo más por mí. Demostrarme a mí misma que sí soy capaz de levantarme de esas caídas, que sí puedo seguir, que todavía tengo potencial, esas ganas y motivación. Que todavía siento esa competitividad, ese hambre de ganar. Y es importante sentir eso también. Obviamente, nunca voy a estar conforme del todo: cuando algo no me gusta, no me gusta. Estoy contenta y satisfecha con este resultado, pero quiero más. Y eso es bueno, porque me da ganas de entrenar, de no parar, de seguir compitiendo. A veces incluso me da ansiedad que llegue ya el próximo Mundial, porque quiero estar ahí de nuevo. En la última competencia de 20 km me sentí muy bien, fuerte. Hacía mucho que no disfrutaba de competir. Esta vez la competencia fue emocionante incluso durante la prueba. Antes era distinto: pensaba “ya estoy perdiendo”, “me estoy cansando”, “me duelen las piernas”. En cambio, ahora sentí ese disfrute, algo que había perdido. Por eso estoy satisfecha: siento que estoy recuperando eso que me gustaba, que me apasionaba. Sé que muchos pueden decir que estoy retrocediendo, que ya no estoy en lo más alto o que voy de bajada. Pero no. Yo sé cómo he empezado y cómo estoy llevando mi preparación. Lo importante es que poco a poco se van a ver los resultados en las próximas competencias. Pero lo que vale es sentirme satisfecha conmigo misma. Todo lo que haga y consiga más adelante será para demostrarme a mí misma que sí puedo, que sigo siendo capaz.
A diferencia de otras veces que te sentías muy presionada, esta vez lo disfrutaste. ¿Qué sientes que cambió? ¿Qué ocurrió en ti para que eso pasara?
—Estuve bastante relajada conmigo misma. Me lo tomé con calma. Sabía que la competencia ahora sí iba a ser competencia, porque, como te digo, estaba casi al nivel de todas las chicas. Y decía: “Si quiero ganar o si quiero quedar del uno al cinco, voy a sufrir, ¿no?”. Lo tomé así con mi entrenador. Desde que empecé a entrenar otra vez, nos repetíamos eso, porque empecé con ocho kilos de más. Normalmente hago un kilómetro en 4:30 o 4:15, que es lo más rápido que puedo ir. Cuando volví a entrenar, lo hacía en seis minutos. Entonces era como: “¿Vamos a llegar o no?”. Y mi entrenador me decía: “Bueno, veamos, entrenemos, cuídate, vamos a ver si llegamos o no”. En cada competencia de este año me ponía un reto. Cuando viajé a Rio Maior, a La Coruña, era: “A ver cómo me siento”. Hasta La Coruña todavía estaba con tres o cuatro kilos de más. Y de La Coruña hasta este Mundial eran como tres meses: logré bajar tres o cuatro kilos, de buena manera, cuidándome. Cada competencia, cada entrenamiento, era como un pequeño reto. Y sí, lo hice. Cumplí con el tiempo que me pedían, con el entrenamiento. Faltaban cosas por mejorar, claro, pero llegaba a la competencia relajada. Sabía que me iba a cansar muchísimo, porque si quería ganar tenía que exigirme al máximo.
Esos ocho kilos que subiste en tus casi tres meses de vacaciones, ¿te costaron bajarlos durante casi un año?
—Sí.
¿Y cuál fue la explicación de esos ocho kilos?
—Comí (risas). Mi hobby es comer. Comí, comí, comí, y no me di cuenta. Normalmente yo estaba pensando 51 o 52, y llegué a pesar 60.
Bueno, eres atleta de alta competencia, pero también eres un ser humano. ¿En qué te excediste en esos tres meses?
—En dulces, comidas grasosas, rápidas. La verdad fue como un desquite. Antes de los Juegos Olímpicos me estaba cuidando bastante, entonces, al no lograr el objetivo, me dio ansiedad, empecé a comer y comer. Cuando me di cuenta, ya la ropa no me quedaba, ya había subido. Para volver a entrenar tuve que cortar todo y cuidarme, comer sano. Ahora estoy en mi peso ideal, 52 kilos, y todo bien.
¿Tú te planteaste desde el inicio: “Voy a darme tres meses de hacer lo que quiera”? ¿O en un momento dijiste: “ya, esto se tiene que acabar”?
—Cuando volví al Perú, dije: voy a descansar. No tenía ganas de entrenar. Me di tres meses así. A mi entrenador le dije: “No sé, de repente voy a seguir pensando si entreno o no entreno. Y de pronto, un día me levanté y dije: “ya, voy a empezar a entrenar”. Extrañaba sentir eso, y también no sabía qué hacer con tanto tiempo libre. Ya había disfrutado despertarme tarde. Sentía que me sobraba el tiempo. Y un día le dije a mi papá: “voy a entrenar nuevamente”. Llamé a mi entrenador y le conté: “Quiero volver a entrenar, tengo tantas ganas, estoy pesando tanto, ¿tú crees que llegue para el Mundial de septiembre?”. No podía arrancar corriendo rápido ni con kilómetros largos, porque me podía lesionar. Así que empezamos en noviembre poco a poco: bicicleta, elíptica, cosas así, hasta enero. En enero empecé a correr. En febrero, recién a marchar. Poco a poco fui mejorando. En marzo fue mi primera competencia, todavía estando un poco gordita (risas), en Eslovaquia.
Acabaste segunda.
—Sí, segunda. Pero ahí solo buscaba la marca para clasificar al Mundial de Tokio. La logré por un minuto, y de ahí empezó la preparación para Tokio. Felizmente se logró, pero más no podía esperar. Menos milagros. Las demás chicas no habían parado y estaban muy fuertes. Yo también me preparé, pero con menos tiempo. Igual estoy contenta.
¿En ese período resultó una presión adicional cumplir con los compromisos de las marcas y el marketing alrededor de tu nombre?
—No, la verdad es que no. Nunca sentí presión por esa parte. Lo único que siempre pido, antes de una competencia importante, es que no haya entrevistas un mes antes, porque sé que eso me puede generar presión adicional. Lo mismo con las marcas: prefiero que no se programen fotos o videos en ese tiempo, para poder enfocarme de lleno en mi objetivo.
Este año cierras con los Juegos Bolivarianos de Ayacucho y Lima 2025 y luego viene el 2026. ¿Cuál es tu plan de ruta hacia Los Ángeles 2028 en este nuevo ciclo olímpico?
—Sí, con los Bolivarianos en Lima cerraré el 2025. En enero de 2026 podría competir en Japón o en Eslovaquia. Todo con miras al Mundial de Marcha en abril en Brasil. Esa sería una primera temporada. Luego seguiría en La Coruña y algunas pruebas de 10 km, y también los Juegos Sudamericanos del próximo año. En 2027 es casi igual. Los objetivos grandes son el Mundial de Atletismo en China y los Juegos Panamericanos en Lima.
¿Revalidar el oro panamericano y clasificar a Los Ángeles serán dos de las metas que te has trazado?
—No te voy a mentir: los objetivos son grandes. A nivel competitivo, está super fuerte, pero me encantaría lograr una medalla en los Panamericanos aquí en Perú, clasificar a los Juegos Olímpicos y obviamente pelear también una medalla en el Mundial de China.
¿Dónde buscarás tu clasificación a Los Ángeles 2028?
—Seguramente en la primera competencia de 2027, quizá en Dudinská o en La Coruña. La marca no me preocupa: con la que tengo ahora es bastante accesible clasificar. Obviamente nunca hay que dar nada por hecho, pero no me preocupa de la marca.
¿Están apareciendo nuevas generaciones fuertes en la marcha atlética?
—En este Mundial ganó la española (María Pérez), que ya sabíamos que estaba en el top. También está la mexicana (Alegna Gonzáles), que desde hace años es una de las mejores. No es nueva. Quizá las únicas son la ecuatoriana (Paula Milena Torres) y la japonesa (Nanako Fujii), que son dos chicas que recién están subiendo. Pero de ahí no hay otras. Las conocidas somos las mismas. A veces está ese temor de decir: “Ya me estoy haciendo mayor, mi físico está decayendo”. Pero lo bueno es que este es un deporte longevo: puedes llegar a tu mejor forma entre los 31 y 34 años, algo muy distinto a la velocidad.
¿Sientes que ahora estás en tu mejor forma deportiva?
—Sí, porque sigo mejorando. Distinto sería si me hubiera quedado en 1h26, o 1h27, pero no: mis tiempos siguen bajando y siento que todavía tengo mucho potencial.
¿Y en lo personal, después de lo vivido en París y en este último Mundial en China, qué se viene para ti?
—Quiero seguir mi otro sueño: ser veterinaria. Es algo que siempre me ha apasionado. Lo estudiaré cuando me retire del deporte, para poder dedicarle todo el tiempo.
Sé que ahora no te acompaña tu perrita Canela en los entrenamientos. ¿Hoy tienes otra compañía?
—Solo me quedé con su hermana. Se llama Chanel. Ella me acompaña, pero no es igual. No es tan deportiva como Canela, que siempre estaba a mi lado. Chanel es más flojita, a veces quiere ir, a veces no. Con ella me he dedicado a comer (risas).
Gracias por el tiempo, Kimberly. Este Mundial demostró que estás de vuelta. Ahora viene el reto de los Bolivarianos. ¿Apuntas al oro?
—Claro, qué mejor que regalarles un oro a todos los peruanos, pero sobre todo a mí. Tengo muchas ganas de ganar, de competir y de dar lo mejor de mí. Estoy segura de que voy a llegar bien porque tengo muchas ganas de entrenar.
Suscríbase aquí a la edición impresa y sea parte de Club COSAS.