Carlos Palma y Guillermo Castañeda estudiaron juntos. Llevaron talleres juntos. Se han presentado juntos. Y conducen juntos un programa radial. Preguntarse si hay química y coordinación entre ellos es hacer una pregunta obvia. Lo interesante (y divertido) es verlos en acción. Por eso los fuimos a visitar a la cabina de radio en la que trabajan de lunes a viernes para hablar de Chepi Bola, el show que llevarán a cabo este 4 de febrero en el Centro Cultural del Boulevard de Asia.
¿Cómo nació Chepi Bola?
Carlos: En verdad es un show que tiene diez años. Arrancamos cuando salimos del colegio. Éramos Guille, Junior Silva y yo. Era como lo mejor del cole, monólogos del colegio, de lo que hablábamos a los once años, cuando éramos chiquitos hasta las fiestas, pasando por las vacaciones útiles. Y el año pasado hicimos el festival de stand up y dijimos “tenemos que presentarnos de todas maneras Guillermo y yo juntos”. Y elegimos Chepi Bola, pero solo rescatamos el nombre porque el show fue totalmente distinto. Fue, justamente desde la salida del colegio, hasta la actualidad, donde yo ya estoy casado… Guille igual…
Guillermo: ¡Ja, ja! No, no… (levanta y muestra su mano) No hay nada, no hay nada.
C: Y entonces fue una evolución de otros diez años.
G: Vale decir que cuando hicimos el primer Chepi Bola nosotros recién salíamos del taller de stand up. Entonces los tres teníamos toda la viada de escribir material.
¿Cuántos años tenían entonces?
G: Estamos hablando de … ¿19?
C: 19 años, sí…
G: Sacando cálculos atrás, sí. 19, 20 años… Entonces, acabábamos de salir del taller de stand up y teníamos muchas ganas de presentarnos pero aún no había movida en Lima…
C: Literal en ese momento posiblemente éramos el único espectáculo de stand up en cartelera. Y eso que no era stand up stand up… Ahora que lo hemos visto de nuevo no sé si podríamos llamarlo stand up.
G: Tenía la base de stand up. Pero como también veníamos de la impro le metíamos escena, recreación…
C: Teníamos músicos, teníamos videos.
Era bastante elaborado…
C: Para su momento, y para tener nosotros 19 años, era súper producido. Ahora nos daría flojera hacer algo parecido.
G: Nos enseñó cómo producir un buen espectáculo. Pero algo que también vale aclarar es que, si bien este Chepi Bola sirvió para volver a trabajar juntos, que era algo que ambos queríamos, tiene la base de que hablamos de nuestra infancia, recuperando la esencia de hablar del colegio, las fiestas infantiles, de la adolescencia…
C: El primer Chepi Bola era de lo que acabábamos de vivir a la salida del colegio. Pero ahora se ha convertido en un show generacional.
¿Cómo se resignifica el show? ¿Qué representaba entonces y qué representa ahora?
C: En ese momento representaba nuestro inicio. Ahora es un resultado, una evolución de muchos años.
G: Yo diría que es un recordar también. De lo que hemos pasado para poder ahorita, ya con 30, 29 años…
C: Él 30, yo 29. (Ambos se ríen)
G: Sí. Ahora podemos evaluar nuestras vidas. Medianamente nos va bien y nos hemos dedicado a hacer lo que nos gusta. Es repasar y decir “parece que no nos equivocamos”. Hemos tenido tropiezos y mil cosas, pero estamos acá. Y en lo que reparamos al final del show es eso: cómo te das cuenta cuando ya eres adulto. Cuando ya tienes que pagar el karamanduka…
Y ya no lo robas del supermercado…
G: Sí, y cuando valoras los stickers de los puntos bonus. Ahora ves y dices “ah, una toalla, está bonita la toalla”.
C: O, si no, cuando ves que el agua te sale un sol noventa y nueve con puntos bonus. “¿Señor, va a llevar con puntos bonus?”, “ah, de todas maneras”.
G: Antes no, pasabas la tarjeta nomás.
¿Y hay momentos que les da vergüenza recordar?
G: Un hecho tan simple en la adolescencia como gilear. Encima los dos venimos de un colegio de hombres, entonces esa etapa nos costó muchísimo más. No teníamos las herramientas que tienen los chicos ahora con las redes sociales. Nosotros teníamos que llamar a la casa y ver que te contestaba el papá y decir de pronto “¡el gaaas!” porque te daba roche.
C: Nosotros teníamos que hacer cartitas y dibujarles cositas y doblarlo en la forma de algo. Y luego tenías que hacer llegar esa carta. Porque tu pata tenía una hermana que tenía una amiga en el colegio de la chica… Era todo un trámite. No es como ahora: WhatsApp, monitos y ya está.
¿En algún momento de su día a día hacen Chepi Bola y repasan lo que han estado haciendo?
G: El año pasado estuvimos haciendo charlas en universidades de cómo usar el humor como herramienta. Luego hasta terminábamos haciendo un discurso de cómo hemos hecho empresa de lo que nos gusta hacer. Entre eso llegamos a Javier Echavarría, que es un coach ya bastante conocido y tiene mucho tiempo trabajando en la educación. Con él estamos trabajando un proyecto y ahí estamos haciendo una toma de pulso de todo lo que ha pasado para llegar entre la vocación, la profesión y estas cosas que hemos ido ganando o perdiendo. Y es un buen ejercicio de repaso.
C: Y es una gran terapia. Porque nos juntamos a contarnos cosas y, más allá de lo que ya nos entendemos, empezamos a saber más cosas del otro. Y, además de que esto va a acabar en charlas bien bacanes para la gente que sale de los coles y no sabe bien qué hacer, a nosotros nos sirve para compenetrarnos mucho más como dupla.
¿Qué se le puede recomendar a alguien que está saliendo del colegio y quiere dedicarse a la comedia?
C: Que no lo haga. Que estudie Ingeniería Industrial. (Ríe)
G: Algo que justamente también estamos viendo con Javier es que en verdad tú puedes fomentar a un chico que haga lo que le guste y viva su pasión… Yo, por ejemplo, siempre fui muy apasionado con el fútbol. Pero en sexto, primero de media, me di cuenta que no iba a ser bueno. Y uno tiene que ser consecuente y entender que una cosa es lo que te gusta y otra es lo que sabes hacer.
C: Un amigo que trabaja con nosotros nos decía: “¿Realmente quieren decirle a los jóvenes que se dediquen a lo que aman? ¡¿Y si son pésimos?!” Hay una responsabilidad en todo eso.
G: Me has hecho acordar. A mí, Cubillas, que fue entrenar a la selección del cole, me vio y me dijo que jugaba bien. ¡¡Me ha podido cagar!! (Se ríe)
C: Claro, porque posiblemente, no sabía cómo…
G (interrumpiendo): ¡¡Le estaban pagando para que esté media hora con nosotros!!
¿Habrá luego una reedición de Chepi Bola en algunos años?
C: De repente en diez años… Yo con hijos… Guille igual.
G: ¡No, no! Yo estoy soltero. (Risas)
Por Omar Mejía Yóplac