Hace unos meses, durante una visita escolar a una granja, Lara, hija de la modelo y fotógrafa Estefanía Villalobos, se paró en medio de sus compañeros de clase y dijo: “No se debe comer a los animales, porque son nuestros amigos”. Lara tiene cuatro años y es vegetariana desde que nació. Cuando Estefanía tenía poco más de siete meses de embarazo, conversó con un chef vegano acerca de posibles recetas y alimentos que podía comer y, luego, tomó la decisión rápidamente.
Ella, que ha llevado cursos de educación holística y medicina ayurvédica, se preocupa hoy por darle una alimentación saludable y completa a su hija. “Le doy un montón de cereales, semillas, quinua y todas las verduras y frutas”, dice. Con los años, dejó de ser vegetariana por motivos personales, pero su hija, Lara, lo sigue siendo por decisión propia. “Me he dado cuenta, como mamá, de qué importante es que los niños sean libres, que desarrollen empatía por lo que les rodea y se preocupen por los demás”.
La profesora de yoga y sus dos hijos
“Yo no como carne, porque hace mal al cuerpo”, dice Yago Arévalo, de cinco años. Su hermana, Laila, de siete, asiente y aprueba, luego de anunciar que le fascinan los pallares. Marilú Casalino, madre de ambos, es profesora de yoga desde hace quince años. En 2009, cuando nació su hija mayor, decidió que su familia sería vegana. “Lo hicimos por un tema de salud. Yo, por ejemplo, tengo gastritis crónica desde hace años, y dejar de consumir carne y leche ha sido lo mejor”, cuenta. La filosofía del yoga también ha sido fundamental para ella: “Te das cuenta de que respetar a los animales es esencial para estar en armonía con el exterior y el espíritu”. Para ser coherentes con su prédica, hace un tiempo decidieron alejarse de la ciudad y vivir todo el año en Punta Hermosa.