Las condiciones en el espacio pueden ser realmente hostiles. Lo hemos visto muy bien retratadas en las películas, en las que podemos percibir la soledad de los astronautas y todos los desafíos que tienen que afrontar en lo relacionado con el aspecto físico: cansancio, dolores, pérdida de masa ósea, mareos, entre otros malestares. Es por eso que la preparación y el entrenamiento que preceden a un viaje espacial tienen que ser intensos y extremadamente cuidadosos en todos los sentidos.
“Tenemos distintos especialistas que nos ayudan a preparar a los astronautas en el Departamento de Medicina Espacial”, afirma Yamil García, el puertorriqueño que trabaja como Coordinador de Entrenamiento, Desarrollo Físico y Rehabilitación para Astronautas de la NASA –en el caso de los peruanos, destaca Carlos Noriega, quien trabaja en la NASA desde 1994 y, en 1997, se convirtió en nuestro primer astronauta en llegar al espacio–. “Yo me encargo de los entrenamientos físicos previos a las misiones espaciales y también de la rehabilitación una vez que vuelven a la Tierra”, agrega.
Entrenamiento de élite
“Así como un atleta, el astronauta tiene un ciclo de preparación muy fuerte, y la idea es que llegue al punto más importante –la misión espacial– en su mejor estado, como, por ejemplo, cuando un deportista tiene que competir”, señala Yamil. La intensidad de los entrenamientos va aumentando paulatinamente, y la tarea del equipo que dirige el puertorriqueño es, en sus propias palabras, “que el astronauta esté siempre al cien por ciento físicamente, de manera que pueda responder adecuadamente ante cualquier eventualidad”.
La NASA cuenta con una de las piscinas más grandes del mundo, llamada Neutral Buoyancy Laboratory (NBL), que sirve para que los astronautas practiquen las caminatas espaciales, ya que simula la microgravedad presente en el espacio. “En promedio, por cada hora que una persona va a pasar en el espacio, tiene que pasar ocho en la piscina”, asegura Yamil, y agrega que el NBL “también nos permite resolver problemas que se presentan en la estación espacial simulándolos en la Tierra”.
En lo que respecta a la parte médica, los astronautas también deben someterse a una larga serie de exámenes que permiten trazar perfiles específicos de cada uno y facilitan el diseño de los tipos de entrenamiento que deben realizar.
Ejercicios espaciales
El entrenamiento físico no se acaba una vez que el astronauta deja la Tierra. Por el contrario, una rutina de ejercicios en el espacio es absolutamente indispensable para mantener la condición física y mitigar los efectos nocivos de la falta de gravedad y de una eventual exposición a la radiación. “Generalmente, los astronautas tienen una rutina en la que hacen una hora y media de ejercicio al día: utilizan la trotadora, hacen pesas y otros ejercicios usuales de la gimnasia. Es sumamente importante que se trabajen de manera intensa las extremidades inferiores y la espina dorsal, porque son partes del cuerpo muy exigidas ante la falta de gravedad”, señala Yamil.
El espacio puede afectar de diversas maneras el comportamiento del cuerpo humano. “La pérdida de masa ósea después de un mes en el espacio es similar a la de un paciente que ha sufrido osteoporosis por un año”, advierte el entrenador de astronautas. En el aspecto neurológico, la pérdida de equilibrio tiene que ver con que no hay “arriba” o “abajo”, de manera que suele suceder que, cuando regresan a la Tierra, los astronautas experimentan náuseas, mareos y dificultad para mantenerse en pie. Aunque, según afirma Yamil, este es un tema “en el que todavía hay mucho que investigar”.
Dieta estricta
Como no podía ser de otra manera, la dieta de los astronautas también se prepara y mide con mucho detalle y estudio. “Tenemos dos departamentos que se encargan del aspecto nutricional”, comenta Yamil. “Uno es el de Nutrición Bioquímica, que estudia permanentemente cuáles son los requisitos alimenticios de cada uno de los astronautas, qué les falta y qué necesitan. De acuerdo a esas recomendaciones, el Departamento de Ciencias de las Comidas desarrolla los alimentos”, agrega.
Cada alimento tiene que ser empacado de manera distinta, algunos deben deshidratarse y otros, irradiarse, de manera que se conserven la mayor cantidad de tiempo en el espacio. “Los astronautas tienen alrededor de ciento ochenta opciones de comida, entre sopas, café, carnes, camarones… La dieta de cada uno depende no solo de las calorías que le faltan, sino también de sus alergias y gustos”, indica Yamil. Los hábitos alimenticios de los astronautas son monitoreados desde la Tierra para establecer si el cuerpo está respondiendo bien y si se están cubriendo todas las necesidades.
Por Dan Lerner
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