El 8 de junio, durante la visita del presidente Kuczynski a Francia, el jefe del Estado ratificó el compromiso de nuestro país con el Acuerdo de París, documento en el que representantes de 195 naciones acordaron metas concretas para la reducción de gases de efecto invernadero, cuyo exceso está incrementando las temperaturas de la Tierra y amenazando la vida en el largo plazo. La fecha era sintomática. Tres días antes, el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, retiró a su país de ese excepcional pacto ambiental, con lo que dejó la iniciativa en manos de las 194 economías restantes.
En ese contexto, el presidente Emmanuel Macron, cuya administración lidera normas a favor del medio ambiente, agradeció el gesto de Kuczynski, quien comentó que el cambio climático es un tema que le preocupa mucho, porque el Perú es uno de los países más vulnerables al incremento de las temperaturas, tal como lo puso en evidencia el fenómeno de El Niño costero, pero también las heladas que afectan cada año con más intensidad al sur del país y dejan su estela letal en la población infantil.
Para Antonio Zambrano, coordinador nacional del Movimiento Ciudadano Frente al Cambio Climático (Mocicc), una red de organizaciones que exigen la reducción de emisiones de gases de efecto invernadero, los avances en temas de cambio climático no solo son pobres, sino regresivos. “Los indicadores oficiales muestran que la emisión de gases de efecto invernadero por cambio de uso de suelo (deforestación) se ha reducido en estos últimos años de 67% a 51%. No obstante, la tasa de deforestación en ese mismo periodo se ha mantenido en 120.782 hectáreas en promedio. ¿Cómo es posible?”, se pregunta Zambrano, con desconfianza.
En relación al sector energía, Zambrano apunta que hemos pasado de tener una matriz energética de 70% de energía hidráulica y 30% por hidrocarburos (quema de petróleo y gas) a estar casi en un 50-50.
Dentro de ese 50% proveniente de la quema de combustibles fósiles, está el gas de Camisea. Este hecho no debería ser preocupante, en la medida de que este combustible –con menor emisión de CO2 respecto de otros hidrocarburos en las etapas de extracción, elaboración, transporte y utilización– se convirtiera en el mediano plazo en una fuente de energía de transición hacia energías renovables, como la solar, la eólica o la geotérmica. Sin embargo, pese a que existen múltiples fuentes de energías alternativas, en el Perú el Estado posee un interés limitado en el desarrollo de proyectos en este campo. En la actualidad, el gobierno se ha planteado crecer en energías renovables de 2,5% –cifra en la que nos encontramos ahora– a 5% al 2030.
Para Zambrano, se trata de una meta ridícula que limita las inversiones. Si bien las emisiones de gases de efecto invernadero del Perú no son representativas a nivel global –apenas emitimos el 0,5% de lo que emite la humanidad en su conjunto–, el acuerdo ratificado por el presidente Kuczynski indica que el Perú debe reducir el CO2 en el orden del 30% al 2030. Pero el caso de la fundición de La Oroya, donde se han relajado las normas que limitaban la emisión de dióxido de azufre, pasando de 20 a 250 microgramos por metro cúbico, solo confirma la falta de una política coherente en materia medioambiental. Para hablar de estos temas solicitamos hace dos semanas una entrevista con la ministra de Ambiente, Elsa Galarza, pero su equipo de prensa nunca confirmó la disponibilidad de la representante de la cartera.
LLUVIAS Y HELADAS
Lejos de lo que muchos creen, el incremento de las temperaturas no solo produce más calor. El cambio climático produce modificaciones en los promedios de las precipitaciones y provoca el aumento en la frecuencia de eventos extremos, como las olas de frío. En el mundo, estos desequilibrios se expresan a través de una amplia gama de fenómenos meteorológicos, como huracanes, ciclones, borrascas y cambios abruptos en el clima. En este contexto, además de planes para mitigar las heladas y el friaje en las poblaciones vulnerables con frazadas y vacunas, como se hace tradicionalmente sin lograr grandes resultados, Zambrano propone soluciones radicales de cara a temperaturas cada vez más extremas, como la reubicación de comunidades que habitan en zonas de alto riesgo. Por otro lado, con participación de las universidades, promover el desarrollo de hogares, pueblos y ciudades climáticamente inteligentes, con el uso eficiente de la energía.
“El gobierno ha venido formulando planes anuales frente al friaje, pero todavía falta implementar acciones más decisivas, que vayan más allá de repartir frazadas y medicinas en mayo, cuando el temporal ya llegó”, dice el experto. En 2013 fallecieron 163 niños; en 2014, un total de 92; para 2015, fueron 99, y en 2016, perdieron la vida 89, víctimas de enfermedades respiratorias.
Por Luis Felipe Gamarra
LEE LA NOTA COMPLETA EN LA MÁS RECIENTE EDICIÓN DE COSAS.