Sergio Alfieri, el cirujano que lo operó dos veces y estuvo presente en su lecho de muerte, detalló el momento en que Francisco cayó en coma, la decisión de no trasladarlo y cómo se cumplió su voluntad de morir en su residencia del Vaticano

Por: Redacción COSAS

El lunes por la madrugada, poco antes de las 5:30, el enfermero personal del Papa Francisco, Massimiliano Strappetti, alertó al cirujano jefe Sergio Alfieri de un súbito deterioro en la salud del pontífice. “El Santo Padre está muy enfermo, debemos regresar a Gemelli”, fue el mensaje urgente. Alfieri, que había operado al Papa en 2021 y 2023, llegó a la residencia del Vaticano apenas veinte minutos después.

Sergio Alfieri, quien coordinó a los médicos en el hospital Gemelli, dijo que vio a Francisco el sábado por la tarde con buen ánimo.

“Entré en su habitación y tenía los ojos abiertos. Noté que no tenía problemas respiratorios y luego intenté llamarlo, pero no contestó. No respondía a los estímulos, ni siquiera a los dolorosos. En ese momento comprendí que no había nada más que hacer. Estaba en coma”, detalló Alfieri al Corriere della Sera. El Papa Francisco, de 88 años, ya no reaccionaba a ningún estímulo, pero respiraba con dificultad. Su pulso se reducía rápidamente.

El cirujano explicó que un traslado al hospital no habría cambiado el desenlace. “Corrimos el riesgo de dejarlo morir durante el transporte, le expliqué que la hospitalización habría sido inútil”. Según dijo, incluso una tomografía computarizada solo habría precisado el diagnóstico, pero no habría ofrecido opciones terapéuticas: “Fue uno de esos accidentes cerebrovasculares que te llevan en una hora”.

El Papa Francisco fue velado en la basílica de San Pedro.

Francisco murió a las 7:35, poco más de dos horas después de que se despertara para beber agua, momento en el que la enfermera detectó que algo no iba bien. “Le ausculté los pulmones, que estaban limpios, sin estertores. Tenía los ojos abiertos, pero no respondía a las preguntas ni al dolor de los pinchazos”, relató el médico. “Murió sin sufrimiento y en su casa”.

Alfieri señaló que la decisión de no trasladarlo fue coherente con el deseo del Papa. “En el Gemelli no dijo: ‘Quiero volver a Santa Marta’. Dijo: ‘Quiero ir a casa’”. Años atrás ya lo había expresado varias veces: quería morir en su residencia del Vaticano, no en un hospital. “Strappetti sabía que el Papa quería morir en casa, cuando estábamos en el Gemelli siempre lo decía”.

Agenda activa hasta el final

Apenas 48 horas antes de su muerte, el Papa se mostraba en buen estado. “Estaba muy bien”, aseguró Alfieri. El sábado anterior, incluso planificó un encuentro para el miércoles siguiente con los 70 médicos y enfermeros que lo habían tratado. “Estoy muy bien, he vuelto a trabajar y me gusta”, le dijo al cirujano, quien además le llevó su pastel favorito.

Tras ser dado de alta del hospital, su última aparición en público se produjo el Domingo de Pascua, cuando saludó a miles de personas en la Plaza de San Pedro en su papamóvil.

Ese mismo fin de semana, Francisco insistió en salir a saludar a los fieles. Antes de subirse al papamóvil, preguntó: “¿Crees que podré lograrlo?”, según Vatican News. Pasó quince minutos saludando a la multitud y bendiciendo bebés. Al regresar, le dijo a su enfermera: “Gracias por traerme de vuelta a la plaza”.

Pese a su estado de salud frágil, el Papa había retomado algunas actividades públicas luego de recuperarse de una doble neumonía. Aunque se le recomendó reposo absoluto durante dos meses, optó por mantener su agenda. En septiembre de 2024 realizó una gira de 12 días por el Sudeste Asiático, visitando Indonesia, Papúa Nueva Guinea y Singapur. “Volver a trabajar fue parte de la terapia y nunca se expuso al peligro”, señaló Alfieri. “Tengo la clara sensación de que sentía que tenía que hacer una serie de cosas antes de morir”.

Más de 50 000 personas asistieron al funeral del Papa Francisco.

Últimas decisiones y legado

En sus últimos días, el Papa reiteró su negativa a recibir respiración artificial. Los médicos estimaron que esa intervención podría haber alargado su vida algunos días, pero Francisco lo descartó. También reafirmó una de sus convicciones más firmes: la defensa de los embriones humanos. “Fue claro: ‘Son vida, no podemos permitir que se utilicen para experimentación ni que se pierdan. Sería un asesinato’”, reveló Alfieri. El pontífice dejó pendiente una iniciativa para facilitar su adopción legal. “Mi compromiso ahora será, si las condiciones son las adecuadas, hacer realidad este deseo”, indicó el médico.

La noche posterior a su fallecimiento, el cuerpo del Papa fue colocado en un ataúd abierto en la Basílica de San Pedro. Casi 50.000 personas pasaron por allí para despedirse, según medios vaticanos. Las autoridades decidieron mantener la basílica abierta durante la noche ante la enorme afluencia.

surgieron críticas por el comportamiento de algunos asistentes que se tomaron selfis junto al féretro.

El funeral se realizará este sábado en la Plaza de San Pedro. Asistirán líderes de todo el mundo, incluido el Príncipe de Gales, en representación del Reino Unido; el presidente francés Emmanuel Macron; Donald Trump por Estados Unidos; Volodymyr Zelensky, de Ucrania; y otros jefes de Estado. Francisco será enterrado en la Basílica de Santa María la Mayor, cumpliendo su decisión personal de romper con la tradición de sepultura en San Pedro.

“Me quedé allí con Massimiliano, Andrea, las demás enfermeras y las secretarias; luego llegaron todos y el cardenal Parolin nos pidió que rezáramos y rezamos el rosario con él. Me sentí privilegiado y ahora puedo decir que lo fui. Esa mañana le di una caricia como último adiós”, concluyó Alfieri.

Entre 15 y 20 días después de la muerte del Papa, los cardenales con derecho a voto deben entrar en el cónclave.

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