La cadena de hoteles Holiday Inn retorna al Perú con una sede frente al aeropuerto internacional Jorge Chávez. Casi 180 habitaciones para viajeros de paso, salas de conferencias para empresarios locales, más un exterior adecuado a las necesidades de los transeúntes y vecinos convierten esta construcción en el nuevo punto de referencia de Callao y Lima Norte.
Por Tatiana Palla / Fotos de Renzo Rebagliati
El terreno es la clave. Ubicado junto al óvalo de ingreso al aeropuerto, atrae a los viajeros que han perdido un vuelo o están de paso por alguna reunión de negocios en Lima. Y por su ubicación en la primera cuadra de la avenida Tomás Valle –que conecta al Callao con el Lima Plaza Norte, el polo comercial de ese lado de la ciudad–, apela a los negociantes locales que hace buen tiempo requerían un espacio de trabajo acorde a sus necesidades cerca de su zona de comercio. El Holiday Inn ha sabido encontrar la ubicación exacta para convertirse en un espacio relevante para sus alrededores.
Pero no se trata solo de funcionalidad. Por las noches, el hotel saca a relucir su mejor cara y devela uno de los argumentos por los que el arquitecto que lo proyectó –Andrés Solano, a la cabeza del estudio Esteoeste– estima que el edificio en sí mismo se convertirá en un símbolo de la zona. “El remate de los edificios en Lima generalmente está lleno de cosas técnicas. Quisimos que esto no se viera y más bien lo volvimos un elemento distintivo. Hicimos un volado en concreto alrededor, colocamos paneles de policarbonato y la cinta led. Toda la parte del techo la hemos trabajado como una gran lámpara. En una zona donde hay poca consolidación de elementos urbanos, destacas”, explica Solano.
Crear una gran unidad arquitectónica en un área rodeada por centros comerciales locales, áreas de vivienda, terrenos baldíos y un paradero fundamental para la zona hace imprescindible interpretar el impacto de la construcción en el espacio y encontrar vías para hacerlo funcional a su entorno. Por ello, no optó por apartar una porción del terreno para ampliar los espacios de uso público de la zona. Así, se decidió crear un circuito vehicular de entrada, generar un paradero moderno para el primer tramo de la Tomás Valle, y crear jardines de uso libre que se fusionaran a las porciones de terreno propiedad de los vecinos que ya cumplían con la misma función. “En la parte delantera, había una berma sin pista de acceso. Propusimos una vía auxiliar con una plaza con un tratamiento paisajístico. Ese sector pertenece a la ciudad, pero ha sido mejorado por el hotel. Los jardines públicos colindantes, ahora bajo nuestro cuidado, mejoran radicalmente la calidad de vida de la zona. Llegar al acuerdo fue difícil”, explica el arquitecto.
El hotel por dentro
Resguardado por los jardines colindantes y con una plazoleta elevada que separa el entorno del hotel de la agitada Tomás Valle, la edificación aporta lo esencial para tomarse un respiro de los alrededores, e integra la recepción, comedor, bar y business room en su primera planta, creada en formato abierto y con una conveniente doble altura. A este se accede desde el exterior cruzando un breve puente, que distancia el cuerpo del hotel de la plazoleta abierta que rodea al sótano, donde se encuentran el gimnasio, la piscina y las salas de conferencias, orientadas al público de negocios local. La propuesta que elaboró Solano junto con Guillermo Thornberry, socio de Esteoeste al momento de la proyección del edificio, contempló columnas de concreto expuesto de triple altura y con un lado inclinado, que soportaran el primer piso desde la mencionada plazoleta circundante. Así, este recibe luz natural y descarga la posible sensación de opresión gracias al espacio generado entre edificio y entrada.
Las habitaciones, mientras tanto, se concentran en maximizar la capacidad de descanso de los huéspedes, principalmente viajeros de paso por el aeropuerto local. Esteoeste también se encargó de la propuesta de mobiliario. “Hemos logrado que las habitaciones sean más grandes de una habitación estándar para hotel de aeropuerto. Se priorizó que el espacio de la cama fuera lo más grande posible y que los muebles no ocupen mucho espacio. Una persona que se queda una noche no usa los muebles mucho. Nos concentramos en la calidad de sueño con ventanas antirruido y una esquina de trabajo para los viajeros de negocios”, remata Solano. El hotel solo ofrece dos suites exclusivas, la justa medida para un hotel de tránsito rápido. Cada habitación posee fotos de Callao Monumental, así como un mapa de la provincia chalaca trabajado por el estudio de ilustración RAAM. Un detalle para los visitantes y, también, un homenaje al espacio que acoge el primer hotel administrado por Holiday Inn en el Perú luego de tantos años de ausencia.
Artículo publicado en la revista CASAS #257