Mercedes Peralta y Mercedes Valdenebro son herederas de una estirpe taurina y de un gusto implacable. Su estudio de decoración, Las 2 Mercedes, ha revolucionado la escena española con propuestas frescas y versátiles para grandes hoteles, espacios residenciales, restaurantes e, incluso, proyectos low cost. La clave, aseguran, es agudizar el ingenio.

Por Gloria Ziegler / Fotos de Germán Saiz

Mercedes

Hotel Sleep’n Atocha. En la recepción, butacas Nido de Sancal y taburete Wire Dumbbell Copper de Pols Potten. Sobre el muro, una instalación con los antiguos teléfonos del hostal pintados de blanco y las lámparas Monkey de Seletti.

Algunos sevillanos lo repiten embelesados. Hablan de los años de oro de la tauromaquia como quien recuerda un tiempo mejor. De cuando Orson Welles visitó la casa de Enrique María Valdenebro Muñoz, uno de los criadores de toros de lidia más respetados de la región y marqués de Ruchena. O cuando, décadas más tarde, el rejoneador Rafael Peralta organizaba aquellas fiestas elegantísimas, donde Ava Gardner y Ernest Hemingway solían estar entre los invitados. Y esa vez en que Grace Kelly se paseó a caballo por la feria. Y Jackie Kennedy y la duquesa de Alba. Todos parecían enamorados de la tradición andaluza. Pero las celebridades, allí, eran los toreros.

A mediados de los años ochenta, cuando nacieron Mercedes Valdenebro –nieta del recordado ganadero– y Mercedes Peralta –hija del rejoneador–, ya nada era igual. Sin embargo, las futuras decoradoras crecieron escuchando aquellas historias. Viéndose, a lo lejos, en la plaza de toros o en las peregrinaciones de Semana Santa. Con fines de semana en el campo que giraban en torno a los caballos y los toros. Aunque faltaba, aún, para que sus historias terminaran de anudarse.

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Biblioteca de madera para la zona común del hotel. En el bar, sillas Diago de Tabanda, lámparas Magnolia de Mambo Unlimited Ideas y plantas colgantes del techo.

Puro instinto

La familia de Mercedes Peralta siempre estuvo vinculada a las artes. Y ella no fue la excepción. No tardó en mostrar su interés por el flamenco y, tiempo después, por la decoración y las artes plásticas. A los veintiún años, luego de graduarse como arquitecta de interiores en IADE, llegó a Nueva York para hacer un máster en la escuela de diseño Parsons. “Fue alucinante. Hice mucha pintura, porque la idea era coger práctica en Bellas Artes. Pero, también, de iluminación en pleno auge de todo el tema del led”, cuenta durante una visita a Lima.

Sus bases para el diseño de interiores llegarían con el trabajo de campo, como decoradora de dos importantes estudios madrileños: el de Erico Navazo y el de Thomas Urquijo. “Con ellos aprendí muchísimo. De colocar un material al lado del otro y ver qué funciona y qué no, y hasta de los errores”, explica. En 2011, sin embargo, estaba claro que necesitaba dar un paso al costado para explorar su propio gusto. Y, por qué no, aspirar a algo más.

Para Mercedes Valdenebro, en cambio, las cosas no fueron tan sencillas. Creció en una familia de mujeres atraídas por la decoración y el arte . Pero, cuando llegó el momento de pensar en el futuro, la mirada que se impuso fue la de su padre, el rejoneador Luis Valdenebro. “Vamos, me obligó a estudiar Derecho”, cuenta la decoradora de treinta y dos años.

Las clases le resultaban fulminantes. Tenía a algunos de los profesores más estrictos de España pero lo peor, recuerda, fue lidiar con el aburrimiento. “Aprobaba porque siempre he sido aplicada, pero dedicaba todo mi tiempo libre a mirar revistas y páginas de decoración. Me enredaba con eso”.

En 2008, cuando la mayor de los Valdenebro se graduó, su padre ya estaba tranquilo. Y ella empezó a salirse con la suya: algunos cursos de fotografía, primero; un empleo reproduciendo obras de arte para los catálogos de una reconocida casa de subastas, después, y una formación autodidacta en decoración sin prisas, ni pausas.

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En La Rotisserie, Las 2 Mercedes conservaron el suelo de terrazo y los ladrillos de mantequería del local original. A la derecha, color intenso e iluminación acogedora en el restaurante Flores de Alcachofa, en Madrid.

Suma de talentos

Las conexiones entre Mercedes Valdenebro y Mercedes Peralta eran ineludibles. Pero su acercamiento se dio en 2003, cuando coincidieron en la casa de una amiga en común. “En Madrid uno se hace como piña de la gente de Sevilla, se une”, cuenta Peralta. “Y Mercedes, como sabía que había estudiado Decoración, me seguía el rollo: hablábamos de interioristas que nos interesaban y comentábamos revistas especializadas”.

Así, se animaron a decorar un departamento y, de a poco, fueron tomando proyectos modestos dentro de su círculo de amigos. “No fue una cosa pensada al detalle, sino algo más bien espontáneo y caótico, como somos nosotras: nos llamaba una amiga y le hacíamos un pisito, y una cosa fue llevando a la otra”, relata Valdenebro.

En 2012, sin embargo, ya habían formado el estudio de decoración Las 2 Mercedes y, poco después, ganaron el concurso para One Shot Prado 23, un hotel boutique del Barrio de Las Letras de Madrid, que las posicionó de golpe en la escena. Su propuesta –la primera que idearon para esta cadena de hoteles que tiene al arte como eje– conjugó las líneas neoclásicas del edificio, con una redistribución de los espacios novedosa, mobiliario vintage y piezas contemporáneas de colores potentes. “Teníamos muy poco presupuesto, lo cual hizo necesario que agudizáramos nuestro ingenio, pero fue muy instructivo porque aprendimos mucho de conceptualización”, explica Valdenebro.

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Ubicado en un antiguo edificio de uso residencial, construido en el año 1897, el Hotel One Shot Recoletos combina materiales nobles como la madera y el mármol con piezas de firmas como Vitra y grandes diseñadores como Patricia Urquiola.

Con una vitrina como esa, los proyectos para hoteles –como el Sleep’n Atocha, entre otros–, restaurantes y espacios residenciales se sucedieron en Madrid, Sevilla, Barcelona y Zaragoza, en un momento en que el boom del diseño y la decoración estaba, aún, en auge para España. La clave, para eso, fue su versatilidad. “No porque sea un cliente menos potente o sin un gran presupuesto lo cuidamos menos. Cada proyecto lo tomamos como si fuera para nosotras”, explica Peralta. Así, por ejemplo, ocurrió con La Rotisserie, un restaurante madrileño especializado en pollos asados que más de un decorador hubiera desdeñado por sus pequeñas dimensiones y el presupuesto reducido. Y esta dupla, en cambio, lo redibujó con una propuesta inspirada en el concepto de rotisserie francesa de los años cincuenta, alabada por revistas como “Vogue” y “AD”.

La inspiración para ellas puede estar en espacios tan diversos como un mural citadino, la disposición atípica de los ladrillos utilizada en un pueblo rural o un mercado artesanal, como les ocurrió hace unos meses en Písac. Pero hay constantes que siguen como un mantra: cuidado de la caja, iluminación bonita y materiales de calidad. Porque eso, aseguran, es imprescindible para hilar cualquier concepto.

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Escaleras en Hotel One Shot Recoletos: puro color.

Fotos: cortesía de Las 2 Mercedes
Artículo publicado en la revista CASAS #260