Vecinos, deportistas, asociaciones civiles y el Ministerio de Cultura unen esfuerzos para recuperar uno de los espacios más emblemáticos de la ciudad, que desde el año pasado es reconocido como Sitio Histórico de Batalla.
Por Edmir Espinoza / Fotos de Sanyin Wu
A pesar de su cielo encapotado y gris, del delirio del tráfico en permanente hora punta y de la inseguridad campante en buena parte de la ciudad, Lima sigue siendo bonita. Lo dicen sus ancestrales huacas, contadas por cientos, su imponente Costa Verde de cara al mar, y algunos espacios naturales que evocan un pasado histórico y tradicional. Dentro de este reducido grupo de lugares con memoria y valor histórico se encuentra el Morro Solar, un inmenso polígono rocoso que fue escenario de las batallas de San Juan y Chorrillos, en la Guerra del Pacífico, y que hoy es usado por cientos de deportistas, turistas y visitantes como un lugar de esparcimiento y reunión.
Pero lejos de ser un espacio público modelo, el Morro Solar convive con una problemática antigua y compleja que encarna en buena medida los problemas de planificación urbana de una ciudad desbordada. Invasiones frecuentes, ampliación de viviendas ilegales, descarga de basura, desmonte y material de construcción, y continuos robos a deportistas y visitantes convirtieron este espacio Monumento Histórico de la Nación en tierra de nadie.
En un intento por salvar este importante hito de la ciudad, el Gobierno promulgó en diciembre de 2017 la Resolución Ministerial 495-2017 suscrita por el entonces ministro de Cultura Salvador del Solar, que reconoce como Sitio Histórico de Batalla al Morro Solar –que comprende los cerros conocidos como Salto del Fraile (donde está la Cruz del Papa), Marcavilca (donde están las antenas de televisión), además de la playa de La Chira–. Es esta nueva denominación y sus implicancias los que impulsaron que distintos organismos, asociaciones e instituciones articularan esfuerzos para lograr intervenciones específicas que mejoren las condiciones del lugar, entre ellos el mismo Ministerio de Cultura.
Unidos por el morro
Una de estas asociaciones es la ONG Alto Perú, un proyecto creado por Diego Villarán y Matías Ballón que busca difundir la práctica de diversos deportes para niños que viven en las faldas del morro, y que en los últimos meses ha servido de plataforma para que el colectivo TodosXElMorro busque alianzas con el Ministerio de Cultura, fondos de cooperación internacional y los vecinos de la zona, a fin de generar pequeñas acciones que colaboren con la recuperación y defensa del Morro Solar. Hoy, el colectivo cuenta con más de trescientos socios activos que aportan una cuota voluntaria mensual, y organiza varias actividades y eventos deportivos para recaudar fondos.
Así, en poco menos de seis meses, trabajando de la mano del Ministerio de Cultura y los vecinos, TodosXElMorro ha conseguido algunos avances en la puesta en valor de este lugar histórico. Por un lado, fueron contratados siete vecinos para prestar vigilancia en el área, lo que redujo a cero los robos en la zona. Paralelamente, la asociación ha organizado jornadas voluntarias de limpieza de basura cada cuarenta y cinco días, en las que se ha llegado a recolectar más de media tonelada de basura cada día.
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Además, se han señalizado rutas de running y ciclismo, y habilitado servicios higiénicos para los visitantes.
Ciudad ilegal
A pesar de las exitosas intervenciones, Diego Villarán cree que los problemas que afronta el morro son mucho más profundos, y requieren de la voluntad política del Estado. “La problemática más urgente son las invasiones ilegales, que son una constante casi diaria, y que hacen que el morro como espacio histórico vaya desapareciendo. Por otro lado, tienes el problema de la basura y el desmonte que llegan en camionetas a descargar.
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Y a pocos metros vemos un botadero provisional en el costado sur de la playa La Chira, donde se está formando una meseta que muy probablemente sea usada para levantar un asentamiento humano”, explica Villarán, quien reclama una mayor atención del municipio.
El arquitecto y urbanista Aldo Facho Dede también ve con preocupación el avance de las invasiones en la ciudad, y pone especial énfasis en el caso del Morro Solar. “Mientras hablamos ahora, hay alguna zona patrimonio del Perú, alguna reserva de valor paisajístico, que está siendo invadida de forma ilegal, muchas veces por mafias coludidas con los gobiernos locales, e incluso tolerado por la misma policía y la justicia. Es una estructura mafiosa que determina y supera largamente la estructura formal que debiera regular el uso y la forma como se maneja la ciudad. Es un problema nacional, pero el caso del morro es emblemático porque es un sitio sumamente codiciado, que está en un lugar privilegiado de la ciudad, y en un distrito con un alcalde que no es precisamente reconocido por su cuidado e interés por temas relacionados al espacio público e histórico”.
Para Facho, si bien las continuas invasiones configuran ya un problema impostergable, existe un elemento gravitante: por su denominación patrimonial el Morro Solar está a cargo del Ministerio de Cultura, lo que implica que para poder intervenir en él se requiere un reglamento de actuación, una delimitación de las zonas donde se puede intervenir y donde no (santuarios históricos), y un proyecto que cumpla todas las normas y características que esto conlleva, lo cual quiere decir que ninguna empresa u organización puede intervenir en el Morro Solar hasta que se culmine el reglamento de intervenciones desde el Ministerio de Cultura, que hasta hoy no cuenta con una versión final.
En este punto Diego Villarán coincide con Facho, y comenta que la intangibilidad del espacio termina perjudicando a los vecinos y visitantes, pues no se permite poner en valor el lugar. Por su parte, Leslie Urteaga, directora general de Defensa del Patrimonio Cultural del Ministerio de Cultura, explica que el reglamento requiere de un plan de gestión que haga participar a los distintos actores involucrados; tanto la población y la comunidad en el entorno como los gobiernos locales, e incluso los gobiernos regionales. Y en esta suerte de juntura de esfuerzos y voluntades, el alcalde de Chorrillos ha brillado por su ausencia. “En el caso específico del distrito, hemos identificado cierta responsabilidad en la inacción de la Municipalidad de Chorrillos, y prueba de ello es que el morro sufre todos los días de gente que viene de otros lugares a dejar desmonte y basura. Claramente, la limpieza, de la misma manera que la seguridad, son competencias del alcalde distrital y no del Ministerio de Cultura. Lo que estamos haciendo junto con los chicos de TodosXElMorro es de alguna manera cubrir ciertas acciones que deberían ser ejecutadas por el distrito”, señala.
En este escenario, Urteaga afirma que a pesar de las limitaciones de recursos y competencias, el ministerio no solo ha logrado generar alianzas con la comunidad organizada, sino que viene fomentando que los vecinos denuncien nuevas invasiones o ampliaciones ilegales de viviendas, a fin de evitar el deterioro del patrimonio. “Los vecinos están comenzando a sensibilizarse con el asunto, y esto ha ayudado a que comiencen a haber cambios en el morro. De cara al Bicentenario, es importante que revaloricemos espacios como este, con una carga histórica muy potente”, explica la funcionaria, quien señala que existe un número de WhatsApp donde reciben las frecuentes denuncias de invasiones en el morro.
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Intervenciones urgentes
Aunque también preocupado por el estado del morro, Daniel Vera, urbanista y arquitecto, ve el problema de las invasiones no como una forma negativa de hacer ciudad, sino distinta a la ciudad formal. Por ello, Vera apela a proyectos integrales de generación urbana en donde los esfuerzos de la sociedad civil sean articulados por la municipalidad distrital. “Necesitamos proyectos urbanos integrales que no esperen que esté perfectamente definido un plan, sino que desarrollen estrategias a múltiple escala y a través de pequeñas acciones que generen cambios evidentes, que ayuden a que la gente se comprometa con el proceso”. Además, Vera apela a convocar a otros actores e instancias. “En cualquier caso, esto no se puede hacer sin una visión integral. No podemos hacer parches murales y demás. Todo tiene que ser estratégico: con pocos recursos pero mucha coordinación”, explica el urbanista.
Tanto para el Ministerio de Cultura como para los urbanistas y activistas consultados, el Morro Solar reúne ciertas condiciones específicas para crear un programa piloto de intervenciones urbanas, pues cuenta con vecinos organizados, zona con memoria, historia, visibilidad y potencial turístico.
Artículo publicado en la revista CASAS #263