El interiorista Gianfranco Loli propone una decoración navideña que escapa de lo tradicional, que responde a una apuesta por la versatilidad y a un aire contemporáneo. Sobria, divertida o conceptual, cada espacio encuentra su propia manera de celebrar.
Por Rebeca Vaisman / Fotos de Josip Curich
Podría decirse que la mejor forma de homenajear una tradición es haciéndola propia. El interiorista Gianfranco Loli quiso alejarse de la literalidad con la que se asumen las fiestas. Para lograrlo, partió de símbolos navideños, transformándolos a través de otras formas y materiales, y confrontándolos con elementos inesperados. El resultado es un puñado de propuestas que se alejan del cliché, pero que, aun así, mantienen los colores de la Navidad.
Una de las observaciones iniciales del interiorista es la necesidad de considerar el espacio antes de vestirlo para las fiestas. “El principal error que se comete es usar todos los clichés navideños sin tener en cuenta cuál es el estilo de la casa”, enfatiza Loli. “La decoración navideña debe complementar el diseño del espacio: no puede verse falso, fuera de lugar o impersonal”. En ese sentido, le resulta muy útil incorporar piezas y accesorios que ya forman parte de la decoración cotidiana. “No es nada productivo tener adornos guardados todo el año”, advierte Loli. “Se pueden encontrar piezas que ya están en la casa y hacer que funcionen con el tema navideño, y combinarlas con otros elementos más tradicionales para generar la atmósfera festiva y especial que buscamos”, asegura el decorador. Y eso es lo que hizo en esta casa de Las Casuarinas.
Para la mesa navideña, Loli preparó dos escenas: una lúdica y la otra de inspiración natural. La primera decoración apuesta por elementos sorpresa: en lugar de candelabros, un solo fluorescente atraviesa la mesa y la ilumina. Es un recurso que funciona muy bien con la tabla de mármol. En este caso, no había necesidad de usar mantel. Como centro de mesa, varias manos de madera, de distintos tamaños, que hacen referencia a celebración y unión. Lo lúdico no se pelea con la elegancia y la formalidad del evento, y el toque navideño está en detalles como las servilletas de lino de distintos patrones, y en las madejas de hilo verdes, blancas y rojas. La segunda propuesta solo cambia algunos elementos pero logra un look completamente distinto. Dos piezas de porcelana blanca toman el lugar central, rodeadas por ramas de eucalipto que dan calidez al ambiente, y lo envuelven con su olor. El resultado es una mesa de inspiración natural, más informal que la primera. Loli resalta la versatilidad como característica de una decoración exitosa. No se necesita reemplazar por completo todos los accesorios si lo que se busca es un efecto distinto: muchas veces basta una ligera intervención para conseguir nuevas puestas en escena.
Si bien ambas mesas responden a una intención de trascender temporada y locación –“quería que sean propuestas cosmopolitas”, señala Loli–, el diseñador sí ofrece algunas recomendaciones que se aplican al contexto de un diciembre veraniego: para una comida navideña en exteriores –en la playa o en una terraza citadina, por ejemplo–, propone usar suculentas, cactus y follaje para vestir la mesa. Decorarlas con sutiles luces navideñas o con borlas no solo sería divertido, asegura el interiorista: también impediría que la reunión se confunda con una fecha cualquiera.
Un árbol distinto
El árbol es una de las piezas centrales de toda decoración navideña. Loli lo usó para llevar a cabo una representación conceptual: con estructuras metálicas en dorado, el decorador instaló un elemento escultórico, de tamaño importante, en la sala. Dos fluorescentes con luces de neón de colores característicamente navideños sirven como referencia directa. Es el ejemplo de una apuesta más audaz. Para el diseñador, no existe ninguna temática que impida arriesgarse y divertirse jugando con los límites del diseño y la tradición.
Agradecimientos: Tom Dixon by Algo de Diseño, Tienda Primas, Britto Charette
Artículo publicado en la revista CASAS #228