Luego de anunciar la construcción de un teleférico para conectar Independencia con San Juan de Lurigancho, el alcalde de Lima, Jorge Muñoz, parece decidido a impulsar esta alternativa de transporte. Pero ¿es realmente una solución a los problemas de tránsito en Lima?
Por Edmir Espinoza
Tradicionalmente asociados a estaciones de esquí, los teleféricos se han convertido en una nueva alternativa de transporte urbano. Su puesta en marcha en ciudades como Medellín y La Paz ha provocado que urbes de todo el mundo consideren a este medio de transporte aéreo como una opción para escapar de la congestión vehicular de las grandes vías.
Solo en la última década, son muchas las ciudades que se han sumado a esta fiebre y han inaugurado teleféricos para mejorar la movilidad urbana en ciertas zonas específicas de sus metrópolis. Entre ellas, Portland (Estados Unidos), Caracas (Venezuela), Lagos (Nigeria), Constantina (Argelia), Río de Janeiro (Brasil), Koblenz (Alemania), Maokong (Taiwán). Otras urbes que en los próximos meses estrenarán sus primeros teleféricos son Meca, en Arabia Saudita, Cardiff, en Inglaterra, y Puerto Príncipe, en Haití.
Tal es el entusiasmo que esta alternativa de movilidad ha generado en la región, que el alcalde de Lima, Jorge Muñoz, ha anunciado la próxima construcción de un teleférico que conectará Independencia con San Juan de Lurigancho, desde la Estación San Carlos de la Línea 1 del Metro de Lima hasta la Estación Naranjal del Metropolitano. Pero la idea de un teleférico para aliviar los problemas del transporte de la ciudad no es nueva para Muñoz. En mayo pasado, en plena campaña municipal, el entonces candidato de Acción Popular ya veía con buenos ojos la instalación de teleféricos no solo como una alternativa de transporte vertical, sino también como una forma rápida de sortear el caos de las avenidas.
“Yo creo que [el teleférico] es aplicable en varias zonas. En Villa El Salvador, por ejemplo, hay que aprovechar sus amplias avenidas. Si ahí se utiliza transporte por cable, la gente podría bajar hasta las playas de Villa. Incluso se puede usar el transporte por cable en todo el eje Javier Prado, La Molina-San Miguel. Y la instalación de este sistema se puede hacer en dos años. Entonces, podrías salir desde La Molina y llegar a San Miguel de forma rápida y con tranquilidad, evitándote todo el tránsito de la Javier Prado”, dijo hace diez meses a esta revista el hoy alcalde. Partiendo de esta idea del teleférico como solución alternativa a la congestión vehicular, cabe preguntarse: ¿es el teleférico un medio de transporte adecuado para Lima? ¿Es verdaderamente eficiente? Y, lo más importante, ¿de qué manera un sistema de teleféricos puede integrarse dentro de una estrategia de movilidad para la ciudad?
Referentes en debate
Aunque en la mayoría de ciudades han sido utilizados para fines turísticos, los teleféricos han servido también como un medio de transporte semimasivo en Medellín y La Paz. En ambos casos, se convirtieron en uno de los principales atractivos de la ciudad y ayudaron a incluir a cierta parte de la población más pobre, que vio una reducción importante en sus tiempos de traslado por la ciudad. Pero, con el pasar de los años, ambos sistemas empezaron a generar ciertas dudas, en especial respecto a su eficiencia frente a otros sistemas de transporte más convencionales. Los altos costos de implementación, su capacidad fija (bastante baja, comparada con otras opciones de transporte masivo) y poca demanda han evidenciado algunos errores conceptuales a la hora de diseñar estas redes de teleféricos.
Para David Fairlie, ingeniero de transporte, los teleféricos funcionan muy bien para el caso turístico, y por ello saluda la iniciativa de instalar una estación de este tipo que conecte las alturas del cerro San Cristóbal con el Cercado de Lima. Con esa misma seguridad, Fairlie ve inviable una red de teleféricos de uso masivo. “Las proyecciones de una red de teleféricos calculan un volumen de setecientas personas por hora, lo cual es poquísimo. Piensa en que cualquier carril de una avenida en Lima debe recibir como mínimo seiscientos autos por hora. Hablamos solo de un carril, y de vehículos que pueden transportar hasta cinco personas. Por ello, en comparación con una avenida, el teleférico es tremendamente ineficiente como medio de movilidad masiva”, comenta.
Sin embargo, Fairlie entiende que las opciones de una mejora en la movilidad en las laderas de los cerros son muy pocas. “El problema es que en Lima no existe una autoridad que se encargue de un plan regional de desarrollo urbano. Lo que hay son proyectos aislados, y esto genera que se quieran poner parches en vez de atacar el problema de raíz. Un teleférico será sostenible en el tiempo solo si tiene una razón de ser, y se determina con estudios que podrá beneficiar a una porción de la población suficiente como para asumir la inversión de esta infraestructura”, explica el ingeniero de transporte.
Pros y contras
Por su parte, Erick Reyes, director de la Sociedad de Urbanistas del Perú, cree que, lejos de ser un parche, una red de teleféricos puede configurar una solución a la movilidad de una gran parte de la ciudad, que hoy se ve desconectada de las vías de transporte masivo. “Los teleféricos pueden cumplir un rol que no cumplen las combis, las coasters o los taxis, que es lograr llevar a parte de la población a zonas altas. Es una solución, no un parche. Parches son las escaleras solidarias de hoy”, comenta.
El especialista en movilidad urbana y desarrollo sostenible cree que existen ciertas zonas altas de la ciudad donde es preciso atender a la población con sistemas de movilidad efectivos, que rebajen el tiempo que tardan en trasladarse hacia el casco urbano de Lima Metropolitana. “Yo sí apuesto por un sistema de transporte que se complemente con teleféricos, y que los utilice como lanzadores, para vincular distintos lugares y acercarlos al centro de la ciudad”, refiere Reyes.
Otra voz crítica ante la implementación de teleféricos en la ciudad sin un plan previo que considere distintas formas de movilidad es la del urbanista y arquitecto Aldo Facho, quien cree que “en Lima existen tantos orígenes y destinos como personas, y que, por la forma como se han urbanizado esos distritos, la morfología urbana es irregular, de baja altura, y atomizada en pequeños lotes. Si los teleféricos buscan acercar a las personas de las zonas menos conectadas de la ciudad, ¿tenemos certeza sobre si esas personas conseguirán acceder a los teleféricos?”, reflexiona Facho.
Para el urbanista, son varios los problemas que podría desencadenar la construcción de estaciones de teleféricos sin la debida planificación. “Al imponerse obras sin un proyecto urbano integral que prevea el impacto de estas en el mercado del suelo, se pierde la oportunidad de diseñar instrumentos que permitan reconfigurar la estructura urbana permitiendo albergar esta nueva demanda. Ello deja la mesa servida para que la informalidad e ilegalidad la transformen de cualquier manera, y se apropien del espacio público”, refiere Facho.
Aunque las opiniones de expertos difieran en la forma, en todos los casos se evidencia la necesidad de que nuevas iniciativas de movilidad se integren a un sistema multimodal de transporte, que sopese costos y beneficios, y que parta de una idea de rentabilidad social (no necesariamente económica) que integre a sectores de la población que continúan aislados de los focos de desarrollo de la capital, y que más temprano que tarde tendrán que incluirse en la dinámica económica y ciudadana de nuestra urbe. Cualquier otra forma de intentar frenar el caos vehicular de Lima será solamente un parche.
Artículo publicado en la revista CASAS #267