El alcalde del Rímac, que reúne el cuarenta por ciento del patrimonio del Centro Histórico de la ciudad, reflexiona sobre cómo un distrito sin recursos ha logrado recuperar gran parte de su herencia arquitectónica, pese a la falta de apoyo del municipio de Lima.

Por Luis Felipe Gamarra / Fotos de Víctor Idrogo

Rímac

Es extraño encontrar a un alcalde, en un distrito con tantas necesidades, que recibe el saludo de sus vecinos mientras recorre algunas calles de la zona histórica. La recuperación de este patrimonio, para quienes conocen el Rímac desde siempre es notable, sobre todo si se tiene en cuenta el presupuesto del municipio, probablemente uno de los más reducidos de la metrópoli. No obstante, como afirma el alcalde, cuando se tiene visión, se puede hacer mucho con poco. 

–La imagen más común del distrito del Rímac era la acumulación de basura, problema que el municipio era incapaz de solucionar. ¿Su gestión ha enfrentado la manera de resolverlo?

–Desde 2011, año en el que llegamos al municipio, se tomó la decisión de tercerizar el servicio, porque el municipio no podía ofrecerlo de forma eficiente. A la fecha, el recojo de basura cubre el cien por ciento del distrito. El problema, ahora, es la sensibilización por parte de los vecinos, para que ellos cumplan con los horarios de recojo de basura y ensucien menos las calles.

–El Rímac reúne el cuarenta por ciento del patrimonio arquitectónico del centro histórico. ¿Qué medidas ha tomado para preservar el área monumental del distrito?

–La mayor parte del centro histórico del Rímac está tugurizada. Se trata de propiedades muy antiguas, en algunos casos abandonadas, cuyos propietarios han desaparecido, quedando en manos de moradores sin derechos. Por eso, promovemos la Ley de Renovación Urbana, para convertir a los posesionarios en propietarios, bajo compromisos reales y sostenibles de recuperación de los predios. Esta medida no solo facilita la inversión privada, sino la inclusión financiera de miles de familias, que se sumarán al proyecto de renovación.

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–Siendo vecinos de la Municipalidad de Lima, ¿el trabajo de protección del patrimonio arquitectónico se trabaja de forma coordinada con la gestión del alcalde Castañeda?

–Durante la gestión de la alcaldesa Susana Villarán promovimos la creación de la mancomunidad Lima-Rímac. Lamentablemente, al alcalde Castañeda no le interesa la protección del patrimonio inmaterial ni histórico. No está en su agenda. Pero, evidentemente, eso no quita que no hayamos hecho grandes avances en temas de protección del patrimonio, a través de alianzas estratégicas con agencias de cooperación y empresas privadas. La cultura, poner en valor el patrimonio y el turismo son tres ejes fundamentales de esta gestión.

–¿Cuánto posee de presupuesto para este rubro?

–De las cuatro ciudades patrimonio del Perú, que son Cusco, Arequipa, Lima y Rímac, somos los que menos fondos tenemos para la protección del patrimonio. Recibimos al año cuatro millones setecientos mil soles, de los cuales el sesenta por ciento se va en gasto corriente. Nos queda un cuarenta por ciento, que es casi nada para este rubro. Pero, gracias a algunas alianzas con privados, hacemos mucho con poco.

–¿Cómo funciona el tema de las alianzas con los privados?

–A través del Patronato del Rímac, que está integrado por los representantes de las empresas más importantes del país, como Telefónica del Perú, Backus, Corporación Lindley, Buenaventura, BCP, entre otras, se han podido ejecutar proyectos de recuperación, como la recuperación de la Quinta y Molino de Presa, la plazuela Presa y la recuperación integral del eje de las alamedas, integrado por la Alameda de los Descalzos, el Paseo de Aguas y la Alameda de los Bobos.

–¿Esta visión de recuperación del centro histórico pasa por la peatonalización de calles?

–Sí, nos interesa que se conviertan en ejes que las personas y los turistas conozcan caminando. Hemos peatonalizado el jirón Trujillo hasta el jirón Yutay, que desemboca en la Alameda de los Descalzos, que fue idea de Tibisay Monsalve, la fundadora del patronato, porque ella se imaginaba llegar “del puente (Trujillo) a la alameda”. Hoy, todo turista que llega a Palacio de Gobierno podrá cruzar el Puente de Piedra, y llegar caminando hasta las alamedas.

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–Pero el túnel Santa Rosa, que conduce a San Juan de Lurigancho, si bien reduce el tiempo de viaje de millones de conductores, ha generado congestión vehicular en su distrito. ¿Qué hacer?

–Lamentablemente, la falta de voluntad política del alcalde Castañeda ha impedido que se desarrollen proyectos complementarios al túnel Santa Rosa. Nadie está en contra de la obra de infraestructura, pero siempre y cuando no se perjudiquen otros espacios. Este año, vamos a poder recuperar la avenida Francisco Pizarro, pero con énfasis en la recuperación de espacios públicos, con más veredas para los vecinos.

–¿Cuál es su visión del espacio público respecto de la del alcalde de Lima?

–Totalmente distinta. Castañeda en este mandato se ha caracterizado por ser el alcalde de los by-pass, de los peajes. Tiene una visión arbitraria, autoritaria, con un sesgo de aquellos alcaldes que trabajamos por la cultura, el patrimonio histórico y el ciudadano. Nosotros, en el Rímac, no compartimos su visión de partir la ciudad con pasos a desnivel, de generar rupturas que dañan la esencia de un distrito histórico, la calidad de vida de las personas. Mientras sea alcalde de este distrito, lucharé para que esa visión no entre al Rímac.

–Se habló, hace años, de poner un teleférico en el cerro San Cristóbal. ¿En qué quedó?

–El teleférico fue un tema que se vino esbozando desde el año 2009, pero nunca se concretó. Por nuestra cuenta, hemos solicitado al Ministerio de Comercio Exterior y Turismo que sea el gobierno nacional, con el apoyo del Rímac, el que lidere esta iniciativa. Partiría del Club Revólver y llegaría al cerro San Cristóbal. Lo hemos conversado con el presidente Kuczynski y sé que ya están en los estudios. Espero que pronto podamos inaugurarlo.

–Vía Parque Rímac o Línea Amarilla, ¿qué hubiera preferido?

–Ahora sabemos que (Línea Amarilla) fue un proyecto que quiso beneficiar a las empresas brasileñas bajo la gestión del alcalde Castañeda. Este proyecto no ha favorecido los intereses de los vecinos, solo ha promovido el cobro de los peajes por montos sumamente altos, que no guardan relación con la inversión realizada. Se pensó más en la empresa que en el ciudadano.

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Artículo publicado en la revista CASAS #243