Para Andrea Trimarchi y Simone Farresin, del estudio Formafantasma, las preguntas son tan relevantes como las soluciones. Los materiales nunca son lo que parecen y los conceptos toman cuerpo después de un largo proceso de investigación.
Por Gloria Montanaro / Fotos de Delfino Sisto Legnani y Marco Cappelletti
Andrea Trimarchi nació en Sicilia y Simone Farresin, en Venecia, pero hoy viven y trabajan juntos en Ámsterdam. A estas tres ciudades las une una condición en común: todas son puertos donde coexisten diferentes influencias desde hace milenios. Bajo ese contexto se ha nutrido el espíritu creativo de quienes lideran uno de los estudios de diseño más vanguardistas y prometedores de Europa: Formafantasma.
Trimarchi y Farresin se conocieron cuando estudiaban en Florencia, y ya por entonces empezaron a trabajar juntos. Postularon como equipo a la maestría de la Academia de Diseño en Eindhoven –fueron los primeros en proponerlo– y se graduaron en 2009 con un proyecto en conjunto. Desde entonces, a esa sinergia la han llamado Formafantasma, con la que han desarrollado un cuerpo de trabajo coherente caracterizado por investigar con materiales experimentales e indagar sobre temas como la relación entre tradición y cultura local, enfoques críticos de la sostenibilidad y la importancia de los objetos como conductos culturales.
En 2012, la marca de lujo Fendi los invitó a ser parte de Design Miami Basel, donde exploraron la artesanía en cuero en conjunto con otros materiales naturales trabajados a mano. Craftica se convirtió en emblema de su trabajo, y a partir de ese momento otras marcas, como Flos, Max Mara, Lexus, Hermes, Droog y Established & Sons se han rendido ante su genio creativo y los han llamado para colaboraciones. Además, algunas de sus piezas forman parte de las colecciones permanentes de los museos más prestigiosos del mundo, como MoMA, el Met, el Victoria & Albert y el Centre Pompidou.
–Han trabajado con lava, cuero desechado, vísceras de animales, plantas, entre otros. ¿Cuáles fueron los materiales más desafiantes?
–Todos son muy difíciles de trabajar con sensibilidad. Los humanos tienen una relación muy física con los materiales, y si manipulamos el diseño en ese nivel, puede ser mucho más radical que el formal. Creemos que hay una habilidad muy específica que tiene el material para comunicarse con el usuario. Por ejemplo, hay algunos materiales que pertenecen a las historias del diseño, como el cuero, el hormigón o la lava. Según cómo trabajes con este material, te podrás comunicar con el usuario en un nivel más íntimo. Estamos muy interesados en el diseño que no solo mira o prevé el futuro, sino también que se relaciona con el pasado. El diseño es a menudo una disciplina interesada en lo que está sucediendo a continuación. Esto es importante, por supuesto, porque conduce a la innovación. Pero esto no significa que la innovación y lo nuevo no deban vincularse con lo que sucedió antes. Creo que esta actitud puede llevar a mucha más conciencia en el campo.
–¿Por allí pasa el ADN de su estudio?
–Nuestra fascinación por los objetos radica en su capacidad para representar la historia humana e incluso los futuros posibles. Vemos el diseño como una disciplina destinada a las preguntas y prevemos que los cambios sociales y culturales sean incluso cambios políticos. A pesar de esto, nuestro proyecto siempre comienza desde nuestras propias fascinaciones personales. La traducción de estas intuiciones en un diseño refleja la transformación de estas ideas íntimas en conceptos más compartibles.
–¿Qué tan presentes están las raíces italianas en su diseño y cuánto hay de un enfoque holandés?
–Vivimos en los Países Bajos y nuestra red es global, pero nuestras referencias se basan principalmente en la cultura italiana. Sin embargo, los temas que exploramos tienen una relevancia contemporánea, globalmente comprensible. Con obras como “Molding Tradition” o “Colony” investigamos la compleja relación entre Italia y las regiones del norte de África. Esta fue una forma de explorar ideas como el patrimonio cultural y la identidad nacional. No sentimos pertenecer ni al contexto de diseño italiano ni al holandés. Con demasiada frecuencia, la identidad nacional se utiliza para clasificar el diseño. Creemos que estudiar en los Países Bajos ha mejorado nuestra actitud crítica y conceptual, redescubriendo una propensión típica del diseño italiano (la crítica), recientemente ignorada en la enseñanza del diseño italiano.
–Leí que el 90% de su trabajo es investigación y solo el 10% diseño. ¿Cuál suele ser el primer paso en ese camino?
Simone: El punto de partida puede ser una muestra de material o un concepto que surja durante el desarrollo de un proyecto anterior. Por lo general, uno de nosotros da el primer comentario e inmediatamente comenzamos a trabajar juntos, discutiendo durante horas. No somos el tipo de diseñadores que pasan la mayor parte del tiempo dibujando formas… Ese es el último paso. Partimos de un concepto y luego creamos un archivo de imágenes y textos que nos ayudan a comunicar nuestro punto de vista.
Andrea: La mayoría de las veces recogemos imágenes similares. ¡Eso significa que vamos en la dirección correcta y nos entendimos bien! Más tarde organizamos el material en una especie de mapa visual en una pared. La primera maqueta es casi un momento mágico: siempre encontramos objetos que tenemos en nuestra casa o estudio que podemos usar, apilar o adjuntar para verificar las primeras proporciones y tener la primera traducción en 3D. Ese es un momento emocionante.
–¿Qué pensadores los inspiran?
–En este momento definitivamente estamos interesados en Donna Haraway, Stefano Mancuso y Bruno Latour.
–¿En qué proyectos están?
–En este momento seguimos con los temas de residuos electrónicos analizados en nuestro proyecto “Ore Streams” e investigando sobre la industria en constante crecimiento de Timber para una exhibición que estamos curando en las Serpentine Galleries, en Londres.
–Por último, ¿cómo es trabajar juntos?
–Probablemente no hemos encontrado todavía una forma perfecta de trabajar. Todo es realmente orgánico y, a veces, hay muchas discusiones. Pero esa es también la parte buena. Cuando trabajamos juntos podemos comunicarnos entre nosotros utilizando descripciones realmente abstractas o indefinidas. Entendemos y confiamos el uno en el otro. Trabajar en pareja te da la posibilidad de mirar tu trabajo con más objetividad.
Fotos: cortesía de Formafantasma
Artículo publicado en la revista CASAS #270