El arquitecto Juan Carlos Doblado decidió abrir los espacios de esta casa de Playa Blanca para conectarlos entre sí y con el paisaje de las islas de Asia. La remodelación le dio una nueva vida, y la reciente intervención en el diseño interior, un brillo distinto para disfrutar del verano.
Por Manolo Arancet / Fotos de Gonzalo Cáceres Dancuart
Algo inusual llamó su atención cuando fue a visitarla para iniciar el proyecto de remodelación: el dormitorio principal no miraba hacia el mar. Estaba en la parte posterior de esta casa ubicada en Playa Blanca, con vista directa a las islas de Asia. En el lugar en el que hoy se encuentra, había una sala de estar. Los acabados, en líneas generales, eran simples. Sus formas delataban el tiempo transcurrido desde que fue construida. Había que potenciar sus posibilidades arquitectónicas, pensó Juan Carlos Doblado.
“La idea era relacionarla con el paisaje, puesto que es un lote de primera fila. Y mantener el carácter de casa de playa, con un patio y un corredor abiertos”, cuenta Doblado. Tenía completa libertad para diseñar. El cliente lo conocía: le había hecho una casa de campo anteriormente. “El trabajo consistió en potenciar las características de la casa”, apunta el arquitecto peruano. Un pedido especial, según revela, fue conseguir mayor amplitud e iluminación en la cocina.
Para desarrollar su propuesta de manera completa, convocó a Mari Cooper, quien se encargó de la decoración y el diseño del mobiliario. Dentro del planteamiento incluyó reubicar el dormitorio principal hacia el frente delantero, cambiar la distribución de las otras habitaciones –dos para los hijos y una para invitados–, diseñar una sala de estar familiar, los baños y la cocina de forma completa, y devolver su función al patio interior, que era utilizado como comedor de diario.
Integrar el exterior
Al tratarse de una remodelación integral, tomó casi el mismo tiempo que una obra nueva, cerca de siete meses. Se anularon algunas paredes y se modificó el recorrido, se cambiaron los puntos de luz y todo el cableado para incluir una serie de instalaciones nuevas: sistema de música, iluminación, televisión con cable e internet, etcétera.
Hoy, esta casa de 288 metros cuadrados tiene dos ingresos en los lados angostos del lote: por la terraza y por el garaje. Este, al igual que la pared lateral, ha sido provisto de una celosía de madera pintada de blanco, que proporciona iluminación y al mismo tiempo privacidad. La familia que la habita en verano la transita ahora por medio de un corredor longitudinal, convirtiendo al patio en el punto central de distribución para conectar los ambientes.
“La prioridad fue aprovechar la vista hacia el mar en los doce metros de frente del lote”, explica Doblado. En ese planteamiento, ha dejado libre el frente de casa para integrar más, desde lo estético, el espacio exterior con el interior (terraza, sala, comedor, dormitorio principal). El jardín, por ejemplo, termina de imprimir color a las paredes blancas de este lote de un solo piso.
Se trata de un volumen despejado y limpio, donde se ha empleado la menor cantidad de estructura posible. Detalles como el volado lateral de la base dan también ligereza y frescura a la terraza. Junto con las tres columnas delgadas y circulares, contribuye a esa sensación de liviandad generada, a la construcción de una atmósfera relajada propia de una casa de playa. Una casa moderna y contemporánea que, luego del trabajo de Doblado y Cooper, empezó una segunda etapa de su vida.
Apuestas de verano
Con la llegada de enero, el cliente apuntó a dar un nuevo aire a los interiores de la casa de playa, que había sido amoblada en su mayoría con piezas italianas. Fue ese mes en el que Kathy Grimberg y Simone Mandel recibieron el encargo de la dueña, a quien le habían decorado su casa de Lima. “Fue como hacer un design emergency. Algo distinto, que nunca hicimos antes”, cuenta Grimberg. Algunas piezas permanecieron. Pero, en líneas generales, los ambientes fueron intervenidos con muebles de diseño y obras de arte.
La casa de espacios abiertos ahora luce en sus paredes piezas como la de Aldo Chaparro. Ubicada en la sala, resalta por sus texturas y brillo. Esa obra comparte espacio y vitalidad con la del pintor neoyorquino Paul Wackers. Son precisamente las esculturas y cuadros colocados, así como ciertos detalles en los objetos, los que rompen con la neutralidad de la paleta de colores empleada en los interiores, donde priman los grises. Como el mueble de la sala, un seccional de
la marca Gloster.
Armadas de fotos y planos, y guiadas por el instinto, Grimberg y Mandel recorrieron una serie de tiendas y galerías de Lima para intervenir la casa para este verano. “Es interesante saber que en Lima hay en stock muebles como para armar una casa en un día. En veinticuatro horas lo armé, probé varios muebles y cuadros para definir”, relata. Antes eso era impensado. Algunas piezas permanecieron, al igual que la iluminación trabajada por Cooper con Trazzo.
Así, donde antes había un comedor Cattelan hoy aparece una mesa Tobi-Ishi de B&B Italia. Donde antes hubo un espacio vacío hoy se luce una mesa alta cocktail de Gloster en la terraza. Al final, el verano trajo un brillo distinto a esta casa de playa, sumando una historia más en su segunda vida.