La travesía de una familia por el sur de Italia sirvió de inspiración a Patricia Barbis para diseñar y decorar la terraza de una casa de playa, a donde llevó el azul del Mediterráneo, la geometría de los diseños del siglo XX y la frescura del mar y sus reflejos.
Por Gonzalo Galarza Cerf / Fotos de Vinicios Barros
Aquel viaje a la costa amalfitana iba a generar en ellos una fascinación especial por el hotel Parco dei Principi. Allí, esta pareja y sus tres hijos pasaron sus días en el Mediterráneo, viendo a lo lejos el monte Vesubio. Cuando volvieron de Italia, supieron que su casa de playa en Ancón debía tener algo de ese lugar. Entonces llamaron a Patricia Barbis, quien ya había trabajado con ellos, para diseñar la terraza. Barbis conocía el hotel diseñado por el arquitecto Gio Ponti en los años cincuenta, era uno de sus favoritos e inspiró uno de sus proyectos hoteleros en Cancún. La idea de la pareja le encantó. Ahora había que traer a tierra toda esa frescura del mar.
A partir de este pedido, trazó el concepto del proyecto. “Se desarrolló una geometría al estilo de los diseños del siglo XX para interpretar el mar y sus reflejos, trayendo así la frescura del mar a la terraza”, cuenta Barbis, quien presentó tres bocetos. La propuesta final para este espacio de cuarenta y cinco metros cuadrados tomó cosas de los tres, además de las ideas de la dueña, diseñadora gráfica y amante de la decoración.
El rincón amalfitano
“Vi el potencial que tenía la barra para crear algo especial”, dice Barbis. Quería dar personalidad a la terraza, que se viera como un bar de hotel para que los clientes sintieran que están de viaje todos los fines de semana y recuerden sus vacaciones en el sur italiano.
Dada la proximidad del verano, determinaron usar los acabados que había en stock en las tiendas. La idea era usar materiales sencillos, que no requirieran mantenimiento, y con un diseño interesante. El trabajo tenía que estar listo en cuatro meses. Para la pared de la barra, consiguió dos cerámicos nacionales. “El principal reto fue crear la geometría usando esos dos formatos. La persona que los instalaba estuvo a punto de tirar la toalla más de una vez. ¡No fue una tarea fácil, pero valió la pena!”, revela Barbis.
La barra es el punto central de la terraza: el mural, inspirado en los reflejos del mar y siguiendo el estilo de Gio Ponti, trae esa frescura de colores y movimiento al espacio. “Para asemejarla a una barra de hotel, bañamos con luz el frente, que se enchapó con porcelanato tipo madera, y empotramos un estante de cristal con una luz, para que se prendan las botellas y crear un efecto dramático”, explica Barbis.
La estructura de fierro sobre la barra reduce su altura y logra, sobre todo, un efecto de luces y sombras con las plantas, que le dan más movimiento. Los remates aplicados hablan de los detalles considerados, como el revestimiento en los zócalos del mueble posterior, o el mármol de Calacatta, que brinda un acabado más fino al borde de la barra.
Comodidad y distensión
Toda la terraza está definida, dice Barbis, por un estilo midcentury mediterráneo: sencillo y funcional. Los colores de las piezas aportan frescura y siguen la línea de la paleta de la casa, donde destacan el blanco, el azul y algunos toques en verde. Con una apuesta bastante limpia, empleando cojines en distintos tonos, un taburete azul intenso y una mesa de centro de céramicos acorde a ese universo bajo el agua, la diseñadora termina por crear en la terraza esa atmósfera marina deseada.
Apuntando a la comodidad y a la distensión del espacio, Barbis colocó un mueble de madera flotante que empata con otro que se encuentra sobre la piscina, mirando hacia el bar. “Los propietarios usaban este mueble como dos poltronas separadas mirando el mar. Lo volteé y decoré con cojines como una sola cama estilo marroquí”, apunta.
A la hora de elegir los materiales y las piezas, la interiorista, confesa amante del mar, tomó en cuenta su proximidad. “El mismo mar puede cambiar de una hora a otra solo con luz y viento”, anota. Sabiendo eso, Barbis ha buscado crear zonas para contemplarlo de forma directa, para sentirlo presente sin verlo, para disfrutarlo mientras la luz cambia hasta hacerse de noche mientras la barra se enciende. Puntos de diálogo, de encuentro y de relajo. Como para sentirse de viaje estando en casa.
Artículo publicado en la revista CASAS #278